El ambiente del Garrison Pub era espeso y denso con el humo de cigarrillos, una neblina casi palpable bajo las luces naranjas que bañaban la estancia en tonos dorados. El bullicio de la música y las conversaciones creaba una atmósfera vibrante, pero sofocante. Michael cumplía 18 ese viernes, y la celebración estaba en pleno apogeo. Esme, descalza, se movía entre los cuerpos como una sombra danzante, mientras los Shelby ya comenzaban a embriagarse.
Gabriel estaba apoyado en la barra, con las manos vacías, cuando sintió la presencia de Thomas a su lado. Sin voltear, habló primero, su voz baja pero clara.
—Cada vez que te veo, o estás sangrando o herido, primo —comentó con una sonrisa ligera, señalando la mano vendada de Thomas. Luego, bajó el tono—. Escuché que estuviste haciendo ruido en Londres. Territorio italiano, dijeron.
Thomas apretó la mano, sus ojos recorriendo el cuarto sin revelar mucho.
—¿Quién dijo eso? —preguntó Thomas, en ese tono indeciso ente la exasperación y el simple cansancio.
Gabriel soltó una pequeña risa sarcástica.
—¿Realmente tienes que preguntar eso? —replicó,
Thomas echó un vistazo a las manos vacías de Gabriel.
—¿No bebes? —preguntó, levantando una ceja.
Gabriel lo miró, una media sonrisa asomando en sus labios.
—Me dijiste que no lo hiciera. Pensé que te gustaría que te escuchara por una vez —dijo, disfrutando del sutil desafío en su tono.
Thomas tomó un vaso de la barra y se lo tendió.
—Es una celebración. Todos beben —insistió, extendiéndoselo.
Gabriel aceptó el vaso, lo sostuvo entre sus dedos y miró adelante, evitando los ojos de Thomas. El pub era un caos, pero en ese momento había un silencio entre ellos que lo aislaba de todo.
—No oigas lo que dicen, Gabriel —murmuró Thomas, buscando algo en el interior de su chaqueta—. Esa parte del negocio no es para ti. No deberías escucharla. ¿Entiendes lo que digo?
Gabriel tomó un sorbo, sintiendo el licor quemar su garganta, y asintió.
—Lo sé. —Miró hacia el rincón donde Michael conversaba con Polly, ambos riendo. —No te voy a dar un discurso, no soy bueno en eso. Sólo dime qué hacer, y lo haré.
Thomas sacó una pequeña caja negra de su chaqueta y la puso en la barra frente a Gabriel.
—Toma —dijo Thomas.
Gabriel lo miró con desconfianza, sin tocar la caja de inmediato.
—¿Qué es? —preguntó, entrecerrando los ojos, midiendo la reacción de Thomas bajo las luces doradas.
—Algo dorado —dijo Thomas , con ese aire que le daba a su voz un tono casi, casi ligero.
—No es mi cumpleaños —replicó Gabriel, pero igual tomó la caja, abriéndola con cautela. El no podía rechazar algo gratis.
— no es un presente,
Dentro, sobre un terciopelo rojo, estaba el par de lentes de Gabriel, ahora restaurados. Gabriel los sacó, inspeccionándolos con una expresión de escepticismo.
—No te preocupes, no limaron el oro. Lo comprobé — Thomas dijo, irónico. carraspeó
Gabriel sonrió de lado y se colocó los lentes, mirando alrededor. Todo se volvió borroso de inmediato. La tentación de romperlos otra vez lo atravesó por un segundo, pero en su lugar suspiró y los ajustó sobre su nariz.
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capricious eyes | Thomas Shelby.
Fiksi Penggemar1921, en el barrio oscuro y peligroso de Small Heath, Birmingham, donde el humo de las fábricas se mezclaba con la bruma constante de incertidumbre, Polly Gray tuvo un sueño. En ese sueño, su hija Ana la visitaba, etérea y melancólica, susurrándole...