5. Carnada

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Izuku por fin lo entendía, el rey es quien controla a Katsuki o incluso Hisashi pasó su conciencia al cuerpo de Katsuki, eso explicaría perfectamente el comportamiento y todo lo que ha sucedido, y de ser así solo hay una forma de liberarlo.

—¿Sabes dónde están sus aposentos? — preguntó con prisa sabía cuál era la única forma de liberar al principe Katsuki Bakugo

—No pensarás ir, ¿verdad? — Preguntó asustada, sus ojos brillaban por las lágrimas que había derramado — Está protegido, por un par de guardias, seria suicidio

—Si encuentro en sus aposentos lo que creo que hay podremos recuperar a tu hermano y familia, todo esto terminaría — Le aseguró su voz sonaba tan segura que no hizo dudar a Eri

—El principe saldrá a la patrulla matutina, sus hombres siempre traen nuevos prisioneros y él decide qué hacer con ellos, tendremos cerca de dos horas, es todo lo que tendrías, es una locura

—Eri, dime como llegar, con dos horas bastará, por favor

Eri lo miro con miedo y angustia, era una completa locura y más en el estado en el que se encontraba

—Los aposentos del rey están en la zona sur, en la torre más alta —confesó —Te ayudaré a llegar, pero no hagas más locuras por favor, no quiero perderte

Izuku sonrió con ternura y acaricio su mejilla, a pesar de que estaban platicando Eri no había dejado de procurar sus heridas y en ese momento estaba untando el unguento en sus heridas cercanas a la espalda alta.

—No te preocupes, Eri te prometo que todo saldrá bien, confía en mi

Eri asintió, no dijeron nada más, hasta qué la joven le extendió la pastilla y un vaso de agua, Izuku la tomó con confianza, sea lo que sea que le esté dando sana sus heridas con rapidez.

Eri se retiró y las horas pasaron y conforme el tiempo avanzaba sentía la necesidad de apresurarse, su corazón latía con fuerza, pero no podía, no aún. Escuchó pasos supo que no era el principe ni tampoco de Eri, se puso en alerta, pero fingió estar inconsciente.

La celda de la puerta se abrió — ¿Estas despierto? — su voz salia en un susurro como si buscará que no lo escucharan, se acercó hasta quedar a la altura de su rostro — por favor, usa el hechizo para evitar que nos escuchen, Eri me envía a ayudarte.

La mención de la joven hizo reaccionar a Izuku e hizo lo que el recién llegado le pidió, Eri no mandaría a nadie a menos que fuera de su confianza, nadie la llamaba por su nombre, al abrir los ojos se encontró con un joven aproximadamente de su edad, tenia el cabello rojo puntiagudo y ojos rojos.

—¿Quién eres tu? — preguntó mientras se sentaba con algo de dificultad

—Mi nombre es Eijiro Kirishima, soy... era amigo de Katsuki antes de que aceptara la propuesta de Hisashi, aunque el me hizo prometerle que cuidaría de su hermana

Izuku observó a Eijiro con curiosidad, sus ojos verdes tratando de leer las intenciones del joven frente a él. La mención de Katsuki y la promesa de proteger a Eri le dieron cierta tranquilidad, pero aún no estaba seguro de cuánto podía confiar en este recién llegado.

—¿Cómo planeas ayudarme? —preguntó Izuku, enderezándose con cuidado y sintiendo el dolor punzante en cada movimiento.

—Eri me dijo que desear ir a los aposentos de Hisashi, eso es extremadamente peligroso, Los guardias que lo protegen son los más fieles a él, están entrenados para detectar cualquier intento de acercamiento. Pero... —hizo una pausa, como si estuviera debatiendo si debía compartir la siguiente parte— hay una manera de entrar sin ser vistos.

—¿Cuál es esa manera? —preguntó Izuku.

—Me usaré de carnada

Izuku lo observó en silencio, analizando la expresión de Eijiro, no veía dudas en los ojos del joven.

—¿Carnada? —preguntó Izuku

Eijiro asintió

—Sí, los guardias de Hisashi me conocen bien, si provoco un disturbio o doy señales de que estoy intentando acercarme a los aposentos reales, todos los ojos estarán sobre mí. Mientras tanto, tú podrás entrar sin que nadie lo note.

Izuku frunció el ceño, no le gustaba la idea de que alguien se arriesgara de esa manera, especialmente alguien a quien apenas conocía. Pero si lo que sospechaba sobre Hisashi era cierto, no podían perder esta oportunidad.

—Es muy arriesgado —murmuró Izuku—Si te atrapan, podrías ser ejecutado

Eijiro esbozó una media sonrisa que se veía forzada.

—Lo sé, pero estoy apostando por ti, Eri confía en ti, por lo tanto, yo también lo haré, ella dice que tu podrás ponerle fin a esto, así que lo haré

Izuku no podía evitar admirar el coraje de Eijiro, incluso si era una locura, no podía permitirse rechazar la ayuda que tanto necesitaba, sabía que, si iba solo, sus posibilidades de éxito eran mínimas, pero con la distracción adecuada...

—Está bien —aceptó finalmente—Lo haremos a tu manera, pero debes prometerme algo.

Eijiro levantó una ceja, intrigado.

—¿Qué cosa?

—No sacrifiques tu vida por esto, si ves que la situación se pone demasiado peligrosa, vete, Katsuki te necesita vivo, Eri te necesita vivo. ¿De acuerdo?

—Lo prometo

Eijiro sacó de la bolsa que traía ropa de la servidumbre para que Izuku la usara — Lo siento, solo tengo acceso a esto, pero es mejor a que sigas con esos camisones casi traslucidos — agregó un tanto apenado por ver la desnudez del joven

Izuku tomo las prendas y comenzó a vestirse mientras que el chico se daba la vuelta dándole "privacidad"

—¿Nos vamos?

Ambos salieron de la celda con cautela, moviéndose a través de los oscuros pasillos del castillo. El ambiente en todo el lugar se sentía sombrío, cuando llegaron a un pasillo Eijiro se detuvo.

—Los aposentos del rey están por ese camino —susurró señalando el camino por la derecha—. Voy a distraer a los guardias, pero debes ser rápido, no sé cuánto tiempo podré mantenerlos ocupados, escóndete detrás de esta armadura ­—señaló una estructura cerca de ellos — cuando los veas pasar deberás apresurarte.

Izuku asintió, agradecido por el sacrificio que Eijiro estaba dispuesto a hacer.

—Buena suerte —dijo Izuku en voz baja antes de esconderse

Eijiro, por su parte, inhaló profundamente y comenzó a caminar hacia los guardias, con su habitual carisma y confianza, se acercó a ellos con una sonrisa.

—¡Oigan! —gritó, llamando la atención de los dos guardias que custodiaban la entrada—¡Necesito hablar con ustedes!

Los guardias lo miraron con sospecha, pero antes de que pudieran reaccionar, Eijiro comenzó a provocar un disturbio, sacó su espada y comenzó a dañar los tapices y las pinturas, luego tomó una y se las arrojó, eso provoco que ambos guardias comenzaran a correr y Eijiro corrió para evitar que lo atraparan mientras seguía aventándoles cosas.

Izuku aprovechó la oportunidad, corrió entre el desastre que había causado Eijiro, hasta llegar a la única puerta que estaba en ese lugar, abrió la puerta y entró a los aposentos, el aire dentro se sentía pesado, oscuro, notó que la habitación estaba impregnada con magia oscura, las paredes tenían tapices oscuros y solo había una tenue luz, en la habitación.

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Solo serás mioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora