10. Remanentes de culpa

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Yagi les explicó a los reyes de Solmara, mas sobre la mudanza y la alianza que formó con Aelter en el pasado, hasta que un suave gemido los alertó, parece que el elixir estaba comenzando a hacer efecto, el rey de Kaeldor se acercó a la cama de su hijo y tomó suavemente su mano.

—Izuku… —susurró con una mezcla de alivio y ansiedad en su voz por esperar que el elixir funcione.

Los párpados de Izuku temblaron antes de abrirse lentamente, sus bellos ojos esmeralda se enfocaron con dificultad, se sentía mareado y muy cansado, hasta que finalmente reconoció al hombre frente a él.

—Pa…dre —murmuró con voz débil, intentó incorporarse, pero su cuerpo no lo permitió, estaba muy debil.

Yagi sonrió al verlo despierto, colocó una mano sobre su hombro para evitar que intentara incorporarse de nuevo, Izuku derramo una lagrima al ver la sonrisa de su padre, esa que dejó de tener cuando la guerra estalló hace seis años.

—No te esfuerces, hijo—lo tranquilizó — Descansa, has hecho mucho más de lo que cualquiera podría haber esperado, estamos muy orgullosos de ti, mi hijo.

Katsuki movido por la necesidad de acercarse, de hablarle, aunque la culpa, la vergüenza por lo que le hizo bajo el control de Hisashi lo carcomía por dentro, sintió un enorme nudo en su garganta, pero se obligó a hablar.

—Prin… principe Izuku — la voz de Katsuki estaba tensa los nervios querían ganarle — Lo que hiciste… no tengo palabras para agradecerte.

Izuku giró lentamente su cabeza hacia él, sus ojos se entrecerraron mientras lo reconocía, le dedico una sonrisa cansada.

—Príncipe… Katsuki —hablo con dificultad—Solo hice… lo que cualquiera … hubiera hecho.

—Pero, no solo me liberaste… —continuó Katsuki con la mirada al suelo, tratando de no dejarse llevar por la emoción—Salvaste a mi familia… a todo nuestro reino, no sé cómo podré compensarte alguna vez.

Izuku intentó responder, pero su cuerpo apenas podía mantenerse despierto. El esfuerzo de hablar estaba claramente agotándolo. Yagi lo notó y levantó una mano para calmar a Katsuki.

—Dale tiempo —pidió suavemente— Su cuerpo está intentando purificar la magia oscura remanente de Hisashi, lo mejor que podemos hacer ahora es dejar que descanse, ya habrá momento para que puedas hablar con él.

Katsuki asintió, aunque no podía apartar la vista del suelo, algo en su interior se agitaba, una extraña conexión con el joven príncipe que no lograba comprender del todo. Tal vez era la deuda de gratitud o tal vez era algo más profundo.

—Claro —respondió Katsuki, dando un paso atrás, sin embargo, su mente seguía envuelta en confusión.

—Rey Masaru — llamó Yagi — Sé que están en una situación de reorganizarse, pero ¿Podrían darnos asilo por esta noche? Mañana partiremos de regreso a Kaeldor, Izuku necesita estar en la fuente de los elfos para que pueda recuperarse más pronto

—Por supuesto, Rey Yagi. —respondió Masaru con cortesía— Solmara siempre estará en deuda con ustedes, nos aseguraremos de que tengan todo lo que necesiten durante su estadía.

Yagi inclinó levemente la cabeza en agradecimiento, —y si no es mucha molestia, me gustaría pasar la noche aquí velando por mi hijo.

—No será molestia rey Yagi, pediré una cama para usted y sus guardas personales, el resto de su sequito puede estar en el castillo — agregó Mitsuki 

—Gracias, mi sequito trae provisiones y medicamentos, es para ustedes 

—Definitivamente Solmara estará en deuda eterna con ustedes — comentó Masaru

La noche finalmente cayó, Yagi estaba observando el cielo nocturno, tenía mucho que no se veía tan despejado, como si el mismo clima estuviera en sincronía con él hecho de que la guerra había llegado a su fin.

Katsuki por su parte desde que recupero su cuerpo abandonó la ostentosa ropa que usaba, y también abandonó “sus aposentos”, odiaba ese lugar y agradecía que sus padres hayan aceptado la propuesta de Kaeldor, él joven principe estaba a la intemperie, como si estuviera acampando con una fogata a su lado que le daba calor.

—No puedes dormir, ¿verdad? — la suave voz de su hermana se escuchó
Katsuki suspiró sin levantarse y Eri se sentó a su lado — Por lo que veo tu tampoco puedes dormir

—Yo tengo razones para estar despierta, y ¿tu?

—Mis razones son las mismas que las tuyas, Eri —respondió Katsuki, aunque su voz sonaba distante mientras desviaba la mirada a las brasas de la fogata, el fuego danzaba frente a ellos, proyectando sombras que parecían moverse al ritmo de sus pensamientos.

Eri lo miró de reojo, sabiendo que había algo más que él no decía, ambos habían pasado por mucho, pero lo que su hermano había vivido bajo el control de Hisashi era algo que ella no podía ni empezar a imaginar, sabía que el peso de la culpa lo estaba consumiendo, aunque él intentara esconderlo.

—Katsuki... —comenzó a decir suavemente, buscando las palabras adecuadas — Todos estamos agradecidos por lo que has hecho, Sin ti, Solmara estaría perdida, nuestros padres incluso yo muy probablemente ya no existiría — Eri dejó escapar un suspiro antes de proseguir — pero no puedes seguir cargando con todo lo que ocurrió bajo el control de Hisashi.

Katsuki se tensó visiblemente al escucharla mencionar a Hisashi. Apretó los puños con fuerza de la rabia que sentía

—No lo entiendes, Eri —respondió en un susurro — Fui yo quien hizo esas cosas, aunque mi cuerpo estuviera controlado. Mis manos... se mancharon con la sangre de nuestra gente, y con la de muchos inocentes, incluyéndolo a él… a Izuku, no es algo de lo que pueda escapar tan fácilmente.

—Katsuki, no fue tu culpa —repitió con seguridad— No puedes seguir castigándote por algo que no pudiste controlar. Hisashi fue el verdadero monstruo y tú fuiste una víctima más de su manipulación.

Katsuki negó con la cabeza, 

—No lo entiendes, Eri —murmuró frustrado — Pude haber luchado más, debería haber resistido, pero en lugar de eso, dejé que me controlara, dejé que me convirtiera en una herramienta para su crueldad, no importa que mi conciencia no estuviera del todo presente... mi cuerpo fue el que cometió esos crímenes.

Eri lo miró con compasión. Sabía que las cicatrices que su hermano cargaba eran emocionales y a pesar de todo, era su deber recordarle que no estaba solo.

—Nadie espera que te perdones de inmediato —comentó con suavidad mientras comenzaba a acariciar sus cabellos —Pero tampoco puedes hacerte responsable de lo que no estuvo en tus manos, no estás solo en esto, hermano, estamos aquí contigo, siempre.

Katsuki no pudo más y dejó que las lágrimas se escaparan de sus ojos, se sentía frustrado y parecía que nadie lo comprendía realmente, Eri se acostó a su lado y lo abrazo, lo dejó llorar, hasta que ambos se quedaron dormidos abrazados.

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Espero no se harten ya va a empezar la interacción de nuestra pareja

Solo serás mioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora