4- Count on Me

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La mañana había llegado con una luz suave que se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Martin. Estaba sentado en el borde de su cama, con el teléfono en la mano, la pantalla brillando frente a sus ojos mientras su pulgar se movía nerviosamente hacia arriba y hacia abajo. Había abierto la aplicación de Instagram y buscado a Juanjo. Su perfil estaba ahí, fácil de encontrar. Pero lo difícil venía después.

El cursor titilaba en el campo de mensaje directo, mientras el cerebro de Martin intentaba encontrar las palabras adecuadas. Había comenzado a escribir varias veces, solo para borrar inmediatamente cada palabra. Lo que sea que intentara decir, ninguna frase parecía encajar.

 Lo que sea que intentara decir, ninguna frase parecía encajar

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"Gracias por lo de ayer, solo espero..." había escrito primero, pero lo borró. No era suficiente. Un "gracias" no abarcaba todo lo que había sucedido la noche anterior.

Suspiró, dejando caer el teléfono sobre la cama, hundiendo el rostro entre las manos. Su cabeza estaba hecha un caos. No podía dejar de pensar en Hugo, en cómo lo había mirado con esa furia fría, esa desesperación por controlarlo una vez más. Habían compartido tantos años, tantas promesas que ahora parecían vacías, un eco distante de lo que alguna vez fueron. La imagen de Hugo besando a aquella chica, su risa, la facilidad con la que le había mentido, seguía dando vueltas en su cabeza. Pero más que la traición física, lo que más dolía era la manipulación emocional. Los constantes idas y venidas, las promesas rotas, los perdones falsos.

Hugo siempre había sido experto en jugar con sus emociones. Hacía que Martin se sintiera especial solo para luego derrumbarlo, como si fuera un juguete que podía dejar caer cuando se cansaba. Las excusas, las súplicas, todo eso era parte del ciclo. Esta vez, sin embargo, algo se había roto dentro de Martin. Después de tantos años, no había espacio para más mentiras, para más perdones vacíos. No había vuelta atrás.

Pero lo que realmente lo desmoronaba era cómo Hugo había reaccionado la noche anterior. Esa rabia descontrolada, la forma en que había aparecido sin previo aviso, sin importar nada más que su propio ego herido. Apretar el cuello de su chaqueta, arrastrarlo como si fuera de su propiedad, como si su voluntad no importara. Y luego, Juanjo. El chico que apenas conocía había intervenido, se había llevado un golpe por él, un golpe que debió haber sido para él.

Martin sentía un nudo en el estómago cuando pensaba en eso. ¿Cómo había terminado siendo defendido por un desconocido? ¿Qué había hecho para merecerlo? No sabía cómo sentirse al respecto. No podía dejar de pensar en la cicatriz invisible que Hugo había dejado en él, la desconfianza que ahora sentía hacia todo el mundo. Si alguien que decía amarlo podía traicionarlo tan fácilmente, ¿cómo confiar en los demás? Juanjo había sido amable, había actuado con una valentía que Martin no entendía, pero el temor de confiar en alguien más, de abrirse de nuevo, era casi paralizante.

Luz en mi oscuridad (JUANTIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora