7- Greased Lightning

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Era una tarde cualquiera en la academia de danza, y Martin estaba en su clase habitual con los más pequeños, enseñándoles piruetas básicas. Aunque su ánimo no era el mejor desde aquella noche en la que vio a Hugo con otra chica y lo que vino después, los niños tenían una energía contagiosa que lograba sacarle más de una sonrisa. Había algo en la inocencia y la alegría pura de los niños que lograba, aunque fuera por un rato, apartarlo de sus pensamientos oscuros.

- ¡Muy bien, Nico! -dijo Martin, sonriendo mientras el niño de apenas seis años lograba hacer su primera pirueta sin caerse. El pequeño sonrió con los dientes de leche asomando, orgulloso de su logro.

En la sala contigua, Ruslana estaba inmersa en una clase de contemporáneo con adolescentes. La pasión por el baile de su hermana siempre era visible, y aunque la rutina diaria de las clases a veces era agotadora, especialmente con la incertidumbre de los resultados del musical que habían audicionado, ella lograba mantener la energía alta. Al otro lado del pasillo, Denna también tenía su propio grupo, enseñando estilos urbanos a un grupo de jóvenes que se movían con entusiasmo.

La rutina había sido una bendición para los tres. Entre semana, las clases llenaban sus días de tal manera que no había demasiado espacio para preocuparse. El nerviosismo por la selección del musical rondaba por sus cabezas, pero las horas de trabajo los mantenían enfocados, alejando el estrés que el proceso conllevaba.

Mientras tanto, en la sala de Martin, otro de los pequeños, Lía, intentaba seguir los pasos que él acababa de mostrarles. La concentración en su carita de cinco años lo hizo reír suavemente. Suspiró, aliviado de que al menos en este espacio, las preocupaciones desaparecieran momentáneamente.

- ¡Perfecto, chicos! Vamos a hacerlo de nuevo, pero esta vez con más energía, ¿vale? -dijo, aplaudiendo para animarlos. Los niños asintieron entusiasmados, listos para intentarlo una vez más.

Sin embargo, en medio del tranquilo ambiente de la academia, algo rompió la armonía habitual. Juanjo irrumpió en el edificio como un vendaval, corriendo a toda velocidad por el pasillo. Sus pisadas resonaban con fuerza, y los golpes que daba en los cristales de las aulas hacían que los estudiantes, tanto pequeños como mayores, voltearan a mirarlo sorprendidos.

- ¡Martin! ¡Ruslana! ¡Denna! -gritaba, agitando los brazos mientras pasaba por cada aula, golpeando con entusiasmo los cristales y haciendo gestos para que salieran.

En ese momento, el director de la academia, un hombre mayor de cabello entrecano y gafas redondas, apareció detrás de Juanjo, caminando apresurado mientras intentaba mantener la calma.

- ¡Eh! ¡Muchacho! ¿Qué demonios haces? -preguntó, claramente desconcertado por la entrada tan agitada de Juanjo- ¡Esto es una escuela! No puedes andar corriendo así.

Juanjo, sin perder un segundo, apenas se giró hacia el director.

- Lo siento, lo siento, ¡pero esto es importante! -respondió rápidamente, sin detenerse.

Los tres chicos, al escuchar el alboroto, intercambiaron miradas a través de las ventanas de sus respectivas salas. No era común ver a Juanjo por los pasillos de la escuela, y mucho menos verlo tan emocionado, e interrumpiendo clases de esa manera. Algo debía estar ocurriendo.

Finalmente, Martin fue el primero en salir al pasillo, con una expresión de curiosidad y leve confusión.

- ¿Juanjo?¿Qué haces aquí?¿Qué pasa? -preguntó, mientras Ruslana y Denna también se asomaban al pasillo, seguidas de sus estudiantes que se habían quedado mirando expectantes.

Luz en mi oscuridad (JUANTIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora