18- Una mano en la herida (La balada)

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Ni veinticuatro horas había conseguido aguantar si hablar con la psicóloga... se sentía realmente avergonzado, si la mano de Ruslana no estuviera tirando de él en ese momento, seguramente se habría dado la vuelta hace mucho, seguramente nada mas salir por la puerta de su casa. Otro día, la misma persona aturdida caminando hacía lo que debería ser la salida, la salida de tanto dolor que no le dejaba ser él mismo.

- ¿Qué piensas?- Ruslana le miró frunciendo el ceño- cuando estás tan callado es porque no paras de darle vueltas a la cabeza.

- Va a pensar que soy un idiota que no aguanta ni 24 horas sin hablar de sus problemas- Martin le miraba de reojo.

- Eso no es cierto, si te dio su teléfono es porque pensó que quizás la necesitarías Martin- dijo Ruslana parándose en seco- no puedes pensar siempre en negativo, tú eras todo lo contrario amor.

Le costaba asimilar que no siguiera siendo el mismo de antes, como si tuviera una mano en la herida, en su mente aparecía aquella puerta de la consulta a la que se dirigían. El muchacho suspiro cerrando un segundo los ojos y tirando de su hermana sacando fuerzas de donde no las tenía.

- Vamos, no quiero llegar tarde.

No estaban a mas de cinco minutos de la clínica, habían tenido que ir en metro, ya que era muy tarde, y llamar a Juanjo no habría sido buena idea, cuando había sido un desencadenante de su actual estado. Además de que por las historias de Instagram no estaría en condiciones de coger el coche. Habían llamado a Alex, pero este seguían sin contestarle ni a las llamadas ni a los mensajes, como si se lo hubiera tragado la tierra; Se había tomado muy en serio lo de tener un día libre pre estreno. Pero a parte de su manager era su amigo...le hubiera gustado poder tenerlo en aquel momento a su lado.

Eran las 20.55 cuando llegaron, la psicóloga estaba en la puerta ojeando su teléfono, esperándolos. Seguramente a esa hora ya no había nadie mas allí, ni siquiera la recepcionista. Por ello Martin se sintió un poco culpable al ver la sonrisa que la chica dibujó en su cara.

- ¡Martin cielo! No las tenía todas conmigo de que vinieras.

- Yo tampoco, estoy aquí por ella- dijo mirando a su hermana con amor infinito.

- Pasad, Ruslana, ¿no? Ven te digo donde tenemos una sala de descanso con una tele y un sofá más cómodo que esta sala de espera. Ahora no hay nadie, así que puedes estar allí más tranquila.

- No hace falta en serio- dijo Ruslana haciendo una mueca, no quería ser una molestia.

- No digas tonterías vamos ven, Martin tu puedes pasar a la sala, vuelvo ya.

No tardó ni un minuto en volver. Martin estaba tirado en el sofá tapándose la cara con el brazo. Solo había tenido una sesión con ella, pero la confianza que había cogido era increíble.

- ¿Me cuentas que ha pasado?- dijo Nerea acariciándole el brazo mientras se sentaba en la alfombra junto al sofá en el que estaba Martin.

- ¿Por donde empezar?- Martin soltó un suspiro y un resoplido.

- Ordena las ideas, y céntrate solo en una de ellas, vamos poco a poco.

La voz pausada y amigable de la chica le dio la confianza para poder comenzar a hablar, por muy avergonzado que se encontrara en aquel momento. Le encantaría poder convertirse en un avestruz para esconder la cabeza en un agujero en el suelo y desaparecer.

Luz en mi oscuridad (JUANTIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora