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Vivió una vida larga... Llena de arrepentimiento y dolor... Obtuvo lo que quería, Obtuvo el poder que anhelaba... Pero a un gran preció que se lamentaba cada día, si no hubiera tomado las decisiones tal vez no hubie...
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El joven peli-negro con prominente cuernos que sobresalían de su cabeza se revolvía en la estrecha cama de paja y hojas secas con malestar, como si estuviera siendo atormentado por una terrible pesadilla, por suerte para él se despertó de golpe al sentir una gota de agua helada caer y chocar contra la frente.
Malleus Draconia abrió sus ojos de par en par al sentir ese tacto frío y húmedo contra su piel, se sentía desorientado y respiraba de forma agitada sin comprender del todo lo que estaba pasando, ya la visión que tenía ante sus ojos no tenía sentido ¿Por que puede ver el cielo claro de la mañana y las hojas del bosque?.... O mejor dicho ¿Desde cuando su techo tiene un agujero tan grande como para ver el cielo y el bosque?........ ¡¿Y DESDE CUANDO HAY UN BOSQUE ALREDEDOR DE SU CASTILLO Y HAY CIELOS CLAROS?! Si su castillo está en la cima de una montaña y es imposible que se pueda ver el cielo, ya que el anciano dragón siempre está de mal humor y como el clima refleja su estado de ánimo, siempre el cielo está nublado y con tormentas eléctricas.
-..... ¿Será que seguiré soñando?- Se preguntó a sí mismo el joven hada dragón a la vez que se sentaba a la orilla de la cama, ya que se quedó mirando a su alrededor descubrió que estaba en una vieja choza de leñador, una que se le hacía muy familiar.
-¡Tsunotarou! ¡Ya estás despierto!- Se escuchó una voz femenina que Malleus creyó que nunca volvería a escuchar.
Y al acto la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a una joven muchacha de larga cabellera plateada y brillante como la luna, ojos dorados como el oro, con un enorme vientre de embarazo hinchado, parecía que daría a luz en cualquier momento, su querida y amada esposa _____, su pequeño tesoro.
-¡Tsunotarou ya está listo el desayuno! ¿Cómo te sientes hoy?- Preguntaste con una sonrisa amable y dulce sosteniendo tu barriga que ya se te hacía muy pesada.
Pero Malleus se quedó de piedra al mirarte, esa visión tan bella tuya, su amada esposa que falleció hace cientos de años, estaba de pie en el umbral de la puerta con el hijo nunca pudo conocer aún vivo dentro del vientre de ella -.... ¿___.. _____?.... ¿Eres de verdad mi _____?- Pregunto el oji-verde aún con los ojos abiertos como platos.
-Pues claro que soy tu _____ ¿Quién voy a ser, Tsunotarou?- Dijiste con aire divertido, hasta que notaste como tu esposo empezó a llorar en silencio -¿Que te pasa Tsunotarou?..... ¿Aun tienes fiebre?- Preguntaste acercándote a tu amado marido.
Sin avisar descubriste la frente el mayor de sus cabellos y colocaste tu mano sobre sus escamas, así detectando que tu esposo aun tiene algo de fiebre y está sudando mucho, no debió salir a cazar ni talar árboles bajo la lluvia, será un dragón y todo lo que quiera, pero no está bien que se sobre esfuerce tanto para conseguir dinero y comida, lo hace desde supo que será papá.
-¿Mi dragoncito está enfermo? ¿Quiere que te haga sopita?- Dijiste apretando sus mejillas y jugando con su rostro para darle mimos y empezar a besarlo.
