SIETE

507 67 40
                                    

SIETE

El oficial Lund arrugó con frustración la hoja de sociales del periódico de ese día, aunque Dante le contó sobre su próximo matrimonio no esperaba encontrarse la flamante noticia a las siete de la mañana tras una noche infernal de patrullaje. Por supuesto que toda la estación conoce a Dante porque lo ha acompañado a muchos de los eventos de la policía y sus compañeros asumieron que eventualmente terminarían juntos como pareja, ahora, no solo él ha leído el periódico y en especial la página de sociales esa mañana, así que además de sus propios sentimientos revueltos necesita soportar esas miradas de los otros oficiales que pasaron por el desayuno a la cafetería de la estación, esos hombres y mujeres parecen sentir sorpresa por el anuncio y profunda lástima por el hombre rechazado en que se ha convertido Brian.

―Oye Lund― uno de sus compañeros se acercó con una sonrisa enorme a la mesa donde bebía su segundo café del día ―Se casa ese amigo tuyo... ¿No estabas saliendo con él?

―Vete al diablo, Mitchel― respondió intentando que su tono no resultara tan agresivo como le gustaría.

―Vamos Lund, hasta un ciego veía las ganas que tienes de comerte a ese amigo tuyo y nadie te juzga, es una belleza, frío y serio, pero, una belleza al final de cuentas.

―Cierra la boca, no te refieras a Dante de ninguna forma y deja de suponer las cosas que yo sienta― Brian soltó aquello con molestia y agregó: ―Dante es mi mejor amigo y ahora encontró a alguien que ama y con quien decidió casarse, es mi deber como amigo apoyarlo.

―Eso no significa que no te estés muriendo porque alguien más se la está metiendo― se burló Mitchel y, cuando Brian estaba a punto de responder alguien más apareció para despachar al oficial molesto.

―Oficial Mitchel, hasta donde recuerdo usted no ha presentado su informe ¿debería amonestarlo?― la voz femenina fuerte y clara hizo temblar al oficial molesto que de inmediato se puso de pie y se marchó diciendo que estaba por entregarlo.

―Gracias Verónica, estaba a punto de darle un golpe en la cara― soltó Brian con alivio.

―Es un imbécil, no le hagas caso― animó la mujer que casi doblaba la edad de Brian, con algunas canas salpicando en aquella cabellera oscura y rizada y una expresión seria no existiría nadie tan imbécil en la comisaría que se atreviera a desafiarla.

―¿Quieres un café?― preguntó Brian invitando a la mujer a sentarse con él.

―Ya bebí uno, estoy bien por ahora― sonrió ella, sin embargo, aceptó la invitación de tomar asiento ―¿Cómo estás? También vi la página de sociales de esta mañana.

―Dante me contó de su compromiso antes de que se diera la noticia, está feliz y dijo que estaba seguro de casarse con ese hombre― respondió con pesadez Brian.

―Pregunté ¿Cómo estás tú? No como se encuentra tu amigo, seguramente él está muy feliz, pero, eres tú el que no lo parece tanto.

―Ese hombre es arrogante, un hombre rico de los tantos que vemos utilizando su apellido y poder para hacer lo que quiera con las personas, para ser honesto, no me fío y eso me tiene inquieto, temo que esté utilizando a Dante, que encontrara la manera de que se case con él con alguna amenaza o cosa parecida, para ser honesto, no me trago ese matrimonio.

―Y... ¿Le dijiste todo eso a tu amigo?

―Sí, pero, él dice que es su decisión casarse con ese tal Sebastian, que la familia de él acepta su relación y encima, el abuelo de ese hombre es el jefe de Dante en la universidad y, por lo que me ha contado, resulta ser una persona muy querida y respetada para él― Brian sobó sus sienes intentando alejar todos los pensamientos que lo llenan de sospecha sobre el futuro matrimonio de su mejor amigo ―Siento que soy el único que ve el inevitable desastre en que terminará ese matrimonio, pero, Dante no me dejará intervenir y no sé qué más hacer.

DECADENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora