CAPÍTULO 1

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¿Quién eres?

—No creo que adentrarnos más sea una buena idea

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—No creo que adentrarnos más sea una buena idea.

—Estoy segura de que nuestro padre está ahí —responde Brenda sin dudar —, solo no te separes de mí.

Sigo a mi hermanastra mayor por las calles de la ciudad hasta llegar a la gran puerta que nos separa de la zona de C.R.U.E.L. y nos detenemos ya que cada vez hay más personas que no nos dejan pasar.

—¡Jorge! —grita Brenda bastante desesperada mientras suelta mi mano sin darse cuenta.

Varios hombres y mujeres pasan entre nosotras hasta que quedo varios metros alejada de ella.

—¡Papá! ¡Brenda!

Cuando me doy cuenta, ya estoy demasiado lejos como para volverla a encontrar y el ruido de mi alrededor me abruma tanto que comienzo a ver borroso.

Varios disparos me hacen salir corriendo al desierto sin importar si me pierdo más, solo corro en linea recta hacia unas montañas de arena en las que se esconde una puerta de metal a medida que me voy acercando.

—¿Hola? —digo antes de entrar.

Dos cuerpos decoran el suelo.

Un niño de pelo rizado con una herida de bala en el abdomen y un adolescente de unos dieciséis años como yo, pelo rubio y una lanza clavada.

Él todavía está vivo aunque su respiración sea débil, puede que el pequeño también lo esté.

¿Qué les habrá pasado?

—¡Manos arriba niña! —ordena un hombre mientras me ve de rodillas en el suelo, junto al rubio.

Varios agentes más entran a por los cuerpos y me llevan con ellos hasta un hospital improvisado.

—¿Qué hacías ahí? —pregunta la doctora tras revisarme.

—Me desorienté y les encontré ahí —respondo preocupada —, no sé donde está mi padre ni mi hermana.

—Tal vez les podamos localizar, en el brazo derecho tenemos mucha tecnología aunque nuestras instalaciones no lo parescan.

—¿Sabes si esos dos chicos están bien?

—Están en recuperación, el menor se encuentra más grave, pero está bien —habla a la vez que recoge los utensilios que utilizó conmigo —. El mayor tiene permitido visitas, se encuentra en la habitación 24.

—Gracias.

Salgo y recorro varios pasillos mirando cada uno de los números hasta encontrar el 24.

Quiero respuestas de qué les ocurrió.

—¿Puedo pasar?

—Sí —dice una voz masculina, la cual me permite abrir la puerta de madera vieja —¿Quién eres?

—Me llamo Mags —respondo con una sonrisa y acercándome a él de forma lenta —¿Y tú?

—Gally.

—¿Qué te pasó para acabar con una lanza clavada?

Él se sienta, apoyado en la paret y me indica que me siente también en la camilla lo cual acepto.

—Estuve tres años en un laberinto encerrado sin recordar nada de mi pasado y cuando tuve la oportunidad de salir me comporté como un estúpido —me explica —, un lacedor me picó así que perdí el control y disparé a Chuck haciendo que Minho me clavase la lanza como defensa.

—Debió haber sido horrible perder el control sobre tu cuerpo.

—Lo fué, ahora cuéntame algo de tí.

—Mi hermana y yo perdimos de vista a nuestro padre y al buscarlo me terminé perdiendo yo también entre tanta gente hasta que llegué a vosotros dos y los del brazo derecho nos encontraron —suspiro —. Brenda no es mi hermana de sangre, mi padre la adoptó cuando los suyos se contagiaron.

—Todo esto es una locura, en el laberinto solo habían bichos mientras que aquí fuera hay un virus y zombies, a parte de C.R.U.E.L.

Fuera del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora