CAPÍTULO 2

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El chico de la lanza.

Entro de nuevo a la habitación de Gally solo que esta vez traigo buenas noticias

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Entro de nuevo a la habitación de Gally solo que esta vez traigo buenas noticias.

—¿Cómo te ha ido la prueba? —se adelanta.

—¡Genial! —respondo emocionada —Me han aceptado con los soldados.

Corro hacia su camilla y le abrazo por la emoción que siento de poder ayudar a los que me salvaron en aquella sala perdida.

—¿Cuándo comenzarás a salir con ellos en los coches? 

—Todavía debo entrenar una semana y practicar por si hay alguna emergencia mientras esté partullando.

El rubio mantiene una enorme sonrisa mientras me siento en la camilla, de cara a él.

Todavía tiene la herida cubierta por la gran venda blanca.

—Lo lamento, pero aún no me puedes ver mis abdominales trabajadas —bromea —. Si quieres te muestro mis brazos.

Con una simple broma, comienzo a sentir calor en mis mejillas lo cual provoca una risa en Gally.

—Pronto iré contigo a patrullar.

—¿Tienes una herida de lanza y piensas en eso? —sonrío y niego con la cabeza.

—Los doctores dicen que pronto me darán el alta.

—Que pena, ya no tendré ninguna excusa para ver al chico de la lanza —bromeo.

Inconscientemente, dirigo mi mano a la herida en su abdomen y Gally no dice nada, solo me mira curioso y atento.

—Me debo ir ya, Lawrence me quiere con ellos a la hora de la cena para celebrar que estoy en el grupo.

Me despido con un beso en su frente y antes de salir por la puerta escucho unas espécies de reglas de Gally.

—No bebas nada de alcohol y cualquier cosa vienes ¿Sí?

—De acuerdo.





James, un chico pelinegro y apuesto me miraba des de la otra punta del comedor a la vez que bebía de su vaso rojo y charlaba con sus amigos hasta que todos ellos se acercaron a mí.

—Felicidades Mags —dice James.

—Gracias —respondo algo incómoda ya que no conozco a nadie ni sé qué debería hacer.

—¿Quieres? —pregunta otro mostrándome un vaso con un líquido dentro.

—No, ya tengo agua.

Las voces de todos ellos, las luces y las canciones cada vez son más fuertes, mi visión se vuelve un poco borrosa y mi mente me pide a gritos que salga de ahí.





—Mags —me llama Gally nada más entrar a la habitación del hospital.

Me siento en el suelo y lloro mientras cubro mis orejas con fuerza hasta que siento unos brazos al rededor mío haciendo la presión perfecta como para sentirme protegida sin agobiarme más.

—No te deberías haber levantado.

—Eso no importa ahora —susurra, limpiando mis lágrimas con cuidado.

Fuera del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora