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Frustrada, Paige llegó a casa dando un portazo, su humor tan negro como las nubes de tormenta que se cernían sobre la ciudad. Leyre, su hermana mayor, ya había llegado y estaba sentada en el sofá con el móvil entre las manos. Al escuchar el estruendo, levantó la mirada, extrañada. Paige no solía ser una persona enfadada; conocía bien a su hermanita y sabía que algo no iba bien.
—¿Pasa algo? —preguntó Leyre, observando cómo Paige dejaba la mochila en el sofá con un gesto de desánimo.
—Sí, la capitana de mi equipo, eso pasa —respondió Paige, dejando escapar un suspiro mientras se sentaba en el sofá y se dejaba caer rendida, como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros.
—Es verdad que te han metido a baloncesto... —recordó Leyre, un tono de preocupación en su voz.
—No me lo recuerdes —se quejó su hermana, cerrando los ojos como si intentara bloquear cualquier pensamiento relacionado con el deporte.
—Está bien. ¿Pero sabes qué voy a recordarte? Que te duches. Luego, en la cena, me cuentas. ¿Okey? —dijo su hermana mayor con un tono cariñoso pero firme.
Paige asintió, aunque su corazón seguía pesado. Con desgana, se levantó del sofá y se dirigió hacia las escaleras, sintiendo cómo cada paso le recordaba la frustración que había dejado atrás en el gimnasio. Sabía que una ducha le haría bien, que la haría sentir un poco más ligera y quizás le ayudaría a calmar ese torbellino de emociones que la había estado consumiendo desde que había entrado al equipo.
Mientras subía las escaleras, su mente seguía reviviendo los momentos del entrenamiento: la mirada despectiva de Lynn, las risas de las chicas, y la sensación de que no pertenecía allí. Pero también había algo más, una chispa de determinación que intentaba emerger a pesar de todo. Quizás no se trataba solo de baloncesto; tal vez se trataba de demostrarle a Lynn que no era tan débil como ella pensaba.
Entró al baño y, cuando sintió el agua caliente caer sobre su cuerpo, experimentó un alivio inmenso. Cada gota parecía derretir la frustración y la tensión acumulada de la tarde. Su cuerpo se destensó y volvió a sentir esa paz que siempre había destacado en ella. No podía dejar que Lynn la consumiera; no podía permitir que una chica tan arrogante le arruinara su experiencia en el equipo. Después de todo, solo tendría que aguantarla dos días a la semana en los entrenamientos. No era para tanto.
Una vez salió del agua, se secó y se puso cómoda, optando por una camiseta holgada y unos pantalones de chándal. Se miró al espejo por un momento, ajustando su cabello con una coleta desordenada. Se sintió un poco más ligera, como si el agua no solo hubiera limpiado su cuerpo, sino también su mente.
Con un nuevo aire de determinación, bajó las escaleras para ir a la cocina, lista para compartirle todo a su hermana. Leyre estaba sentada en la mesa, terminando de preparar la cena y sonriendo al ver a Paige entrar.
la sesión de baloncesto de ayer la había dejado tan exhausta que, al final, se había dormido y, por lo tanto, había llegado tarde a clase. Era un desastre. Su hermana había salido antes porque una amiga vino a recogerla, y su madre tenía turno de noche, por lo que no la había visto desde que se fue antes de la cena.
Corrió lo más que pudo, pero ya era demasiado tarde. Cuando se acercaba a la puerta del aula, sintió que alguien también llegaba tarde y corría, y de repente, esa persona se abalanzó sobre ella, placándola en el suelo.
—¡Ve con cuidado! —exclamó Paige, empujando a la persona para quitarse el peso de encima.
Sus ojos no daban crédito a lo que veían. Allí, a su lado, estaba Lynn, que también se había caído. La capitana del equipo miró a Paige con un desdén que parecía marcar su habitual arrogancia.
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𝔒𝔳𝔢𝔯𝔱𝔦𝔪𝔢 𝔥𝔢𝔞𝔯𝔱𝔰━━━━━ Lynn Loud.
Fanfic𝕺𝖛𝖊𝖗𝖙𝖎𝖒𝖊 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙𝖘 - dos corazones en juego,una sola victoria.