𝟎𝟖. Lynn en busca del numero de paige

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Paige se sobresaltó al escuchar cómo una avalancha de mensajes hacía vibrar su móvil sin parar. El sonido del "chin, chin, chin" resonaba como un eco en su mente aún medio dormida. Con pereza, se restregó la mano por el rostro antes de tomar el teléfono y encender la pantalla. 10:15 de la mañana. Sus ojos se entrecerraron por la luz, y tras un bostezo, abrió los mensajes de su mejor amiga, Jessie.

Los textos llegaban en ráfaga, llenos de exclamaciones y emoticonos. "¡Steve Allen está haciendo su fiesta de Halloween este año!" leía uno de los primeros. "¡Es de caretas, como siempre!" seguía el siguiente. Paige podía imaginarse a Jessie dando saltitos de emoción, como si fuera ella quien organizara el evento.

Entre bostezos y con la cabeza aún en las sábanas, Paige intentó seguir el ritmo de los mensajes. "¡Estamos invitadas! ¡No te lo puedes perder!".

"¿Gilbert es el capitán del equipo de rugby?" escribió Paige, su dedo deslizándose rápido por el teclado mientras intentaba hacer memoria. Ese nombre le sonaba, pero no lograba ubicarlo del todo.

"Sí, el chico con el que hablamos a veces en ciencias," respondió Jessie casi de inmediato. El mensaje venía acompañado de un emoji de guiño, como si fuera obvio.

Paige frunció el ceño, aún medio confusa. Hablaban con muchos chicos en ciencias, pero Gilbert no se destacaba tanto en su memoria.

"Voy a hablar con mi madre a ver si me da permiso para ir," escribió después, su tono más práctico que entusiasta. No es que no quisiera ir, pero pedir permiso siempre tenía sus riesgos, especialmente cuando se trataba de fiestas.

Tal vez su madre seguía durmiendo, agotada por el turno de noche en el hospital, pero Paige decidió probar suerte. Se levantó de la cama con cuidado, tratando de no hacer ruido, y caminó sigilosamente hasta la habitación de su madre. Abrió la puerta suavemente, asomando la cabeza para ver si ya estaba despierta. El sonido suave de la respiración de su madre llenaba la habitación.

Paige sonrió y, sin decir nada, se acercó a la cama, destapando con delicadeza la manta antes de acurrucarse junto a ella. Su madre, aún medio dormida, la abrazó instintivamente, envolviéndola en ese calor que siempre la hacía sentir segura.

—Hola, cariño —murmuró su madre, acariciándole el pelo y dándole un beso suave en la frente. No había necesidad de palabras elaboradas; el gesto lo decía todo.

Paige cerró los ojos por un momento, sintiendo ese amor incondicional que las unía. Sabía que su madre trabajaba sin descanso, que hacía sacrificios para que ella y su hermana tuvieran lo que necesitaban, aunque eso significara perder momentos juntas. No hablaban tanto como les gustaría, pero el cariño entre ellas era palpable, casi tangible en el aire.

—Mamá... —susurró Paige, sabiendo que en breve tendría que pedirle permiso para la fiesta, pero por ahora disfrutaba de ese pequeño momento compartido.

—A mí y a Jessie nos han invitado a una fiesta de Halloween la semana que viene. ¿Podría ir? Después me quedaría a dormir en su casa —pidió Paige con suavidad, sin soltarse del abrazo.

Su madre la miró con una sonrisa tierna, aún somnolienta pero con un brillo de comprensión en sus ojos. Sabía bien que Paige no era del tipo de chica que se entusiasmaba con las fiestas. Siempre había sido más reservada, más introspectiva, y la idea de socializar con mucha gente no era algo que le llamara demasiado la atención. Pero también sabía lo importante que era que Paige empezara a salir un poco más, a integrarse en el nuevo pueblo después de todo lo que habían pasado.

𝔒𝔳𝔢𝔯𝔱𝔦𝔪𝔢 𝔥𝔢𝔞𝔯𝔱𝔰━━━━━  Lynn Loud.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora