Capítulo 5

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Capítulo 5

"Mi última nota"

Tendida sobre su cama, con unos audífonos puestos, bien arreglada, maquillada y peinada, con un hermoso vestido blanco de hombros y brazos descubiertos y hasta las rodillas. Se encontraba descalza y con las palmas de las manos una sobre otra en su pecho. Y debajo de ellas había una enorme y escalofriante mancha de sangre fresca que teñía de rojo su vestido como si fuese algodón. Pequeñas gotas de sangre escurrían a su alrededor deslizándose por sus clavículas y hombros expandiéndose en los tirantes blancos de su sostén y esparciéndose, empapando su cabello que reposaba sobre la almohada.

No podía creer lo que estaba viendo, sentía miedo y un escalofrío me apretaba el corazón, sin embargo era real y de verdad estaba pasando, así que debía hacer algo de inmediato. Me apresuré a bajarme del árbol y en vez de tocar de nuevo la puerta, aproveché que no estaba bien cerrada y sin pensármelo dos veces entré. Corrí sin detenerme hacia su habitación, donde me encontré con su madre tumbada de rodillas sobre el piso entre lágrimas y gemidos de verdadero sufrimiento, a un lado de la cama donde estaba Julie, tomándole de la mano y suplicando al cielo que por favor la regresase a la vida.

Estaba angustiado y nervioso pero muy consciente de lo que estaba pasando. Entonces tomé mi celular y llamé a una ambulancia. Después, me acerqué lentamente al otro lado de la cama donde la madre de Julie no estaba arrodillada, y sin que me lo propusiera las lágrimas comenzaron a correr sobre mis mejillas, y al apartar mi mirada de su rostro me percaté de un pequeño cuadro de papel que tenía en su mano. Me acerqué para tomarlo, pero su madre estaba tan adolorida con la cabeza inclinada totalmente y descansando su frente sobre el borde la cama, como para prestarme atención.

De inmediato noté que eran sus venas de ambas muñecas las que estaba heridas con profundos rasguños de lo que parecía ser un cuchillo.

—El papel que tengo en mis manos, es seguramente una nota de suicidio —pensé asustado y con las manos temblorosas.

Me encontraba atónito, no tenía idea de cómo actuar, y mis emociones eran tan variadas que apenas podía prestar atención a mi cabeza. Y aunque tenía algunas lágrimas en los ojos, todavía me encontraba paralizado e incrédulo ante ese desastroso e inesperado evento.

—Señora, por favor trate de calmarse —dije tratando de hacerla entrar en razón—. Necesitamos parar el sangrado de sus muñecas en lo que vienen los paramédicos para poder salvarla.

La madre de Julie se paró de inmediato y empezó a gritar desesperada en busca de ayuda por un teléfono.

—¡Ya he llamado a una ambulancia! —exclamé—. No se desespere, por ahora necesitamos alguna toalla para detener el sangrado.

Sin pensárselo dos veces, su madre bajó de inmediato por las escaleras y regresó con pequeñas toallas de baño. Haciéndome a un lado como si fuera inútil ahí parado, comenzó a amarrarlas con ligas y cinta adhesiva alrededor de las muñecas de Julie.

Al terminar, con los brazos la levantó de las piernas y espalda con una fuerza extraordinaria, y bajó rápidamente las escaleras para meterla a su coche que estaba estacionado dentro de la cochera. Metió a Julie al coche y la recostó en el asiento trasero, mientras yo le ofrecía mi ayuda que sin ningún comentario o mirada rechazaba, parecía que yo no existía en ese momento.

Apresurada, su madre sacó el carro de la cochera en dos movimientos y se arrancó dejándome atrás e ignorando que estaba a un lado del coche. Yo no podría quedarme ahí nada más a la espera de noticias, debía haber algo que pudiera hacer y debía hacerlo de inmediato. Salí a la calle de prisa en busca de un taxi para ir al hospital y mi sorpresa era que no podía encontrar ninguno. Era lógico, a plena hora pico había muchas personas que tomaban estos transportes para ir a su trabajo. Pero yo necesitaba uno y debía encontrarlo.

El amor que dejaste atrás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora