Capítulo 7

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Capítulo 7

"Te amaré por siempre"

Había pasado casi un año desde entonces, y Julie y yo habíamos salido a varios lugares y vivido muchos momentos juntos que solo hacían crecer nuestro amor día con día, pues de alguna forma al pasar tiempo juntos, sólo se nos ocurría besarnos, abrazarnos y sonreír como un par de payasos haciéndose reír entre sí.

Recuerdo que Elizabeth llevaba a Julie una vez a la semana, el Viernes para ser precisos, al psiquiatra. Era por eso que generalmente salía con ella el fin de semana y en ocasiones ella me platicaba todo lo que le decía al psiquiatra y a su mamá en cada sesión. Poco a poco, nos fuimos conociendo más a fondo y haciéndonos más unidos, pues yo también conversaba sobre mis sentimientos y mi vida al poder encontrar en ella todo lo que siempre hubiera deseado y más.

Todavía recuerdo nuestra primera cita; era tarde y habíamos ido a la pista de hielo del condado, jamás la habíamos visitado ninguno de los dos. Resulta, que a pesar de que ella ya había salido con varios hombres antes, todos siempre la llevaban al cine, a sus casas o a sitios cerrados esperando a que sucediera algo más que un simple beso. Eso a ella le repugnaba, pues veía cuales eran sus verdaderas intenciones con ella, cuando todo lo que Julie quería era alguien con quien pasarla bien, hablar, ser amigos y novios al mismo tiempo, alguien en quien confiar, con quien compartir, alguien que la hiciera reír cuando fuera oportuno, y en general que demostrara que el amor es más que dos personas teniendo sexo. Por eso mismo, le bastaban pocos días para darse cuenta de las verdaderas intenciones de la mayoría de los hombres con ella, y de inmediato rompía con ellos. Pero, conmigo todo era distinto.

Aquel día que salimos a la pista de hielo, recuerdo las risas que pasamos, pues ninguno de los dos sabía patinar pero nos había dado pena advertirle al otro, por lo que fue hasta el primer paso dentro de la pista de hielo que ambos parecíamos bastante confiados. Después, nos dimos cuenta que para avanzar nos tomábamos de las manos con un agarre tan fuerte, temblando con las rodillas y con los pies adheridos al suelo, tornando obvia la situación.

Ambos comenzamos a reír a carcajadas, burlándonos de cómo patinada uno y el otro, y de las ocasiones en las que queríamos avanzar y lo único que hacíamos era volver a apretar la mano del otro por el inevitable miedo a caer de un gran sentón sobre el frío hielo.

Ahí tengo un muy bonito recuerdo, pues fue cuando nos besamos por primera vez y en lugar de decirme milagrito, Julie comenzó a llamarme novio. Todo ocurrió cuando observamos que a un lado de la pista de hielo, había un lugar donde vendían toda clase de comida y bebidas calientes, así que entramos a comer y tomar algo caliente. Ciertamente, tras tantas caídas y sonrisas que nos dejaron completamente mojados de la espalda, trasero y rodillas, nos vino de maravilla.

El lugar era amplio y con un parecido a un restaurante de comida rápida pues estaba el mostrador, las sillas y en la parte de atrás el grandioso cuarto de juegos para niños, como los que hay en los sitios donde venden comida rápida. Y dentro de esos juegos, estaba una alberca de pelotas de plástico, resbaladillas y pasadizos.

—¿Qué vas a querer mi milagrito? —me preguntaba mientras nos tomábamos de la mano y entrabamos a formarnos en el mostrador.

—No lo sé, un café tal vez, ¿y tú?

—¿Quieres a la Julie rara o a la más rara? —decía con ternura y siempre con una sonrisa.

—No la veo en el menú, pero ambas suenan deliciosas.

Un pequeño silencio pausó la plática y como si ella quisiera acercarse a besarme se dirigió a mí y me abrazó con un indescriptible cariño.

El amor que dejaste atrás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora