CAPITULO 7

12 2 0
                                    

Pov Jungkook.

Pasé el fin de semana tratando de quemar la energía que me bullía por todo el cuerpo.

Tuve que contenerme para no consultar la información sobre Jimin en la base de datos de Recursos Humanos para averiguar dónde vivía y poder resarcirme follando con él.

Estaba totalmente desquiciado.

A lo largo de los años, ninguna de las personas con las que había salido me había dado tan fuerte.

No había tenido nada estable con alguien en años.

Tampoco tenía fobia al compromiso ni nada parecido, pero no había habido una conexión lo bastante fuerte como para superar una noche o dos.

Pero Jimin…

Estaba desviándome de mi trabajo, de mi rutina.

Tenía muchísima fuerza e ingenio, pero había algo más.

Y ese algo me había vuelto loco de curiosidad y me hacía pensar en Jimin más de lo que debía.

Algo que escondía, que omitía en sus conversaciones.

Los almuerzos cortos, marcharse temprano y ese aspecto descuidado a veces.

No tenía novio, según James, que se limitó a reír cuando se lo pregunté.

Después, me puse a la defensiva e insistí en lo guapo que era y en querer saber por qué no lo tenía, y James se rio todavía con más fuerza.

Necesitaba encontrar amigos mejores.

Porque él conocía su secreto.

Estaba ahí, en sus palabras, en sus advertencias y en esa risa estúpida.

Me puse celoso y odié que él lo conociera más que yo.

Celos.

¿Por qué estaba sintiendo aquello?

¿De qué coño tenía que estar celoso?

Tal vez conocerlo mejor lo aplacara, y solo el tiempo podía cambiarlo.

Y quizá una cita.

Quizá entonces se abriera a mí.

Y después abriera también las piernas.

Joder.

Sabía que yo no era el único que sentía esa atracción tan intensa.

Me hacía decir y hacer cosas que nunca habría dicho ni hecho en el trabajo.

Eran cosas que siempre había mantenido separadas hasta que mis ojos se encontraron con los suyos.

Llegué al despacho, como siempre, cinco minutos antes de las ocho y Jimin, por supuesto, no estaba.

Que llegase tarde me molestaba casi tanto como que se negara a responder al teléfono adecuadamente.

Los trenes funcionaban con un horario estricto, cada cinco minutos.

¿Por qué le costaba tanto salir cinco minutos antes?

Apreté la mandíbula, enfadado, y, después de abrir la puerta del despacho, volví a girarme.

No había señales de él, así que me senté en su silla.

A las ocho y seis, dio la vuelta a la esquina y vino a toda prisa, mirando el teléfono.

Cuando se detuvo, dio un respingo, sorprendido al verme en su sitio.

—Tarde otra vez —dije, repasándolo con la mirada.

😳Casual Encounter👣||Kookmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora