Amo Temerte

23- Cordero y lobos

Mi madre me dijo una vez.

"Los Alfas son monstruos, destruyen lo que tocan, roban y matan, cuando ven a una linda flor la arrancan de raíz y la esconden para sí mismos, sin importarles que está muera poco después, cuando la flor se marchita y pierde su belleza, su pureza, aquello que la hacía hermosa la tiran a un lado y buscan otra sin mirar atrás"

Es verdad

Lo ví en los ojos de los Alfas que rodearon el sucio colchón donde me encontraba, el brillo en su mirada, me veían como un trozo de carne para jugar.
Las feromonas de celo que emanaban me provocaban náuseas, eran amargas y agrias, mi cuerpo estaba débil, mis ojos pesaban ya no podía más.

Me recosté en medio del colchón mirando hacia arriba,

no iba a luchar, así sería más fácil.

miré el techo quería distraer a mi mente de lo que estaba a punto de pasar, me concentré en los detalles.
Era negro, podía ver el moho a través de la espesa obscuridad, la humedad se filtraba por las grietas y dejaba libre paso al agua, estaba muy sucio.

No iba a luchar, así sería más fácil.

Mi cuerpo estaba mal herido, si peleaba solo sería peor para mí, me lastimarían más de lo que ya estaba, no quería eso, no necesitaba más dolor en este momento, ya estaba harto del dolor.

aquel hombre sucio se arrodilló ante mí, su olor me provocó náuseas, mi estómago sufrió de espasmos pero luche contra el vómito que amenazaba con avanzar por mi garganta y salir por mi boca , escuché un tintineo parecía una sonaja de metal, quería cerrar los ojos, pero si lo hacía sería atormentado por mis demonios por los recuerdos, me tomo de la cadera y me jalo hacia su pelvis.
Escuché su respiración agitada, la cadena de mi cuello quedó tensa, era muy corta para que no pudiera oponer resistencia.
Sus dedos eran crueles con mi tierna carne, los hundía en mi piel como si quisiera arrancar un trozo para consumirlo.
Me tomo de los muslos y apretó con fuerza, separó mis piernas haciéndose paso.

Me sentí sucio.

Una pequeña gota de agua negra callo sobre mi frente, era fría y espesa, olía mal, se deslizó lentamente sobre mi piel, igual que las manos del hombre sobre mi cuerpo, quería cerrar los ojos y fingir que no estaba aquí, quería olvidarme de todo y desaparecer fundirme con el colchón debajo de mi cuerpo, pero no podía hacerlo tenía que mantener los ojos abiertos si no sería consumido, mire el techo entre las penumbras pude ver una polilla blanca atrapada en una telaraña resaltaba entre la miseria del lugar, se quedó quieta mirándome y yo a ella, sus hermosas alas estaban destruidas a causa de la telaraña, le faltaban pequeños trozos, peleaba para poder salir de esa mortal trampa, se movía con desesperación de un lugar a otro, luchando con todas sus fuerzas para escapar, pero aún que lo lograra, ya jamás podría volver a volar, moriría de una y otra manera, entonces

¿Por qué pelear?

me vi reflejado en ella

Ambos tan llenos de belleza, tan rotos y malheridos y a pesar de todo seguíamos luchando, estábamos atrapados sin un lugar a donde ir.

De las sobras apareció una araña, caminaba lentamente en dirección a su presa, mirando a su comida con deseó escuché como la tela de mi ropa fue rasgada, mi corazón se apretó, lo estaba traicionado, estaba engañado al amor de mi vida al dejar que manos extrañas tocaran mi cuerpo, y desgarraran mi ropa.

Le estaba siendo infiel.

No merecía perdón, una pequeña lágrima se derramó por mi mejilla, yo lo estaba permitiendo, pero no podía ver otra salida que no fuera esto, continúe mirando a la pequeña polilla.