- Omegaverce Bl
La noche en que lo conocí cambio todo para mí, sus ojos rojos tan intensos como el fuego me provocaron terror, al escuchar su voz, sentí como el mundo a mi alrededor se caía en pedazos, no pude pedir ayuda, deje que tomara mi mano y...
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Me había esforzado tanto, para tener a Román solo para mí, no iba a permitir que llegara un Don nadie y me lo quitara, yo le había dado todo de mi, cada parte de mi alma y corazón, incluso le di una parte de mi cuerpo, cuando me lo pidió.
tome una botella con mi brazo prostetico y la lance a la pared, mi pecho subía y bajaba de la ira, tenía que ir ahí y encargarme del problema de raíz.
Tome mi abrigo, y salí de mi oficina, camine por la gran mansión, baje las escaleras, ahí estaba Gerald mi sirviente favorito a un lado de un espejo -Me iré por unos días a América, dejo al mando a Igor, si hay problemas quiero que me contacten de inmediato- asintió y me dió una reverencia, el era mudo, le había cortado la lengua hace muchos años, jamás debió burlarse de mí -Quita ese espejo, estan prohibidos en esta casa - pase a su lado y sin quererlo me ví reflejado, mi cabello rojo llamaba mucho atención, mi rostro era muy masculino, lo odiaba, cuado era niño, crei que iba a ser un Omega pero cuando cumplí quince años, todo se arruinó, y mis sueños murieron.
Mi madre tenía razón cuando dijo
"Si sueñas tan alto, cuando caigas el golpe será tan fuerte que no podrás levantarte hijo"
Y cai en picada, cuando me presenté como Alfa clase dos, siempre lo supe en mi interior, pero no quería aceptarlo, cuando tenía diez use la voz, una característica que solo los Alfas poseen , y aún así yo tenía la esperanza de presentarme como Omega, y casarme con Román, me rei, que ingenuo era.
Subí a mi coche, estaba nevando, no me gustaba la nieve, me hacía recordar cosas que no quería, salí de la propiedad de los Tushionka y me dirigi a toda velocidad al aeropuerto privado iba a acabar con esa perra que me había quitado a Román, mas de un maldito año, creí que solo era un capricho pasajero, cuando lo comiera pasaría, pero empezó a pasar el tiempo y el no regresaba, me preocupe, pero la gota que derramó el vaso fue cuando me dijo que regresaría a Rusia con ese Omega, y le daría el anillo de esmeraldas. MI ANILLO
Apreté el volante y pise el acelerador, ese maldito anillo era mío, yo era quien devia usarlo, yo era el único que se había ganado el derecho
-Sabes que el jamás te lo abría dado verdad? Aunque te hubieras presentado como Omega y no como un Alfa- ella estaba a mi lado en el asiento de copiloto, siempre la veía a dónde quiera que fuera, supongo que es por qué es a la única persona que me arrepiento y siento remordimiento de aver asesinado -Tu no lo sabes, yo siempre demostré mi fuerza ante el - inclino su cabeza y sonrió, era tan hermosa, su sonrisa no era burlona si no amable, casi como si sintiera pena por mi. -Ambos sabemos que, eres muy fuerte, pero tú corazón es débil, mírate, no pudiste negarte cuando pidió tu brazo por simple capricho, lo arrancó, apenas y lamió tu sangre y escupió con disgusto, se fue y te dejo ahí tirado desangrandote, sin importarle si morias o no- mire mi brazo prostetico de titanio lo mejor que el dinero podía pagar -Y regrésaste a el, no importa cuato daño te hizo, tu sigues ahí, peleando y aferrandote a un lugar que no te corresponde -estaba empezando a enojarme mi sangre estaba hirviendo. -¡¡TU NO SABES NADA, ELLOS ME DIJERON QUE MI LUGAR ERA JUNTO A ÉL!!- grite con todo lo que tenía mi garganta ardía mi pecho subía y bajaba muy rápido estaba enojado con ella, con todos, conmigo mismo, -Ellos ya están muertos, pero sus palabras siguen vivas en ti, y hasta que no las dejes ir, jamás serás feliz- la volte a ver pero ya se había ido.