Capitulo Cinco, El Barco

69 3 0
                                    

Me llevaron al puerto, hacía un día muy caluroso para la época en la que estábamos. Llegamos al barco, era el más grande de todo el puerto. Era casi tan grande como el orfanato en el que había pasado los últimos tres años.  

Subí, tuvieron que ayudarme porque el mar estaba revuelto y mientras subía una leve ola me salpicó y me asustó. Cuando llegué me mostraron lo que sería mi habitación, era muy sencilla, tan solo tenía un colchón a ras de suelo, y una pequeña cómoda con cuatro cajones, una silla y un espejo. Pero realmente no necesitaba más, llevaba muy poco equipaje.

Coloqué mi ropa en los cajones y me cambié. Me puse un mandil y me dirigí a lo que sería la cocina del barco. Era ya casi la hora de cenar, así que prepare la comida. 

Pasé allí meses, y todo iba bien, me sentía segura hasta que un día mientras me cambiaba en el camarote un oficial de la tripulación entró. 

-¿Qué haces aquí? me estoy cambiando..- Dijé yo muy tímidamente y asustada.

-Lo se, y también se quien era tu madre, seguro que te enseñó muchas cosas de su trabajo.- Respondió él con una sonrisa que me ponía los pelos de punta.

-¿Qué?, no.. no se, mi madre murió hace mucho cuando yo aún era una cría, aun lo soy. - Me aparte de él y me tapé rápidamente con una manta.

- ¡Claro que sí! si no ¿Comó ibas a valer tanto?.- Replicó él un tanto enfadado.

Entonces se abalanzó sobre mí, tirándome al suelo. Se colocó encima de mí, yo intenté detenerlo, sabía lo que iba a suceder, pero estaba muy asustada y él era más fuerte y grande que yo. Quisé gritar pero entonces él colocó sus manos alrededor de mi cuello, cortándome la respiración. Arañé sus manos para que las quitara de mí pero entonces el me golpeó.

Cuando terminó, no hubo despedidas, no dijo ni una sola palabra, solo se levanto y se fue. Yo me levanté también con las pocas fuerzas que me quedaban y me eché en la cama, lloré durante un rato mientras asumía lo que acababa de pasar y pensaba en Samuel, y en la vez que estábamos tumbados en la hierba, en aquel jardín, en cuando me pidió que lo hiciéramos y yo le dije que no. Pensé en como ese hombre se había llevado mi primera vez de la forma más horrible, y en como se la había negado a la única persona que de verdad había amado. 

Así pasaron días, ya no era solo ese oficial, la voz se había corrido y otros integrantes de la tripulación llegaban a mi habitación, y cada vez que me negaba o intentaba defenderme me golpeaban y aprendí a soportarlo, y simplemente mantenía mi mente lejos mientras ellos me violaban. Me habían encerrado y no podía salir de allí. Apenas había una rendija por donde entraba un poco de luz, y podía saber si era de día o de noche.

Cada vez que uno de esos hombres salía me miraba al espejo, y poco a poco fuí cogiendo odio y asco por lo que en él se reflejaba. Yo. 

Un día no lo soporte más y con toda la fuerza que tenía lo destrocé. Se partió en cientos de pedazos, pero estos no llegaron a tocar el suelo. 

Días más tarde el capitán entró y lo vio. Este montó en cólera, se enfadó muchísimo conmigo por haber roto el espejo. Me dio una bofetada tan fuerte que me tiró al suelo. Y siguió golpeándome y gritando me. 

Así pasaron meses, casi un año. Hasta que un día atacaron el barco. 

Mary Read, La historia de una pirataWhere stories live. Discover now