El día avanzaba lentamente mientras el sol ascendía en el cielo, proyectando suaves rayos que atravesaban el follaje del denso bosque. Charcadet, Ralts shiny, y Buneary caminaban en silencio, sin un destino claro. Llevaban un día desde que habían escapado de la nave de los cazadores, pero el camino frente a ellos parecía interminable, y cada paso se sentía más incierto que el anterior.
Charcadet miró a Ralts, que caminaba con pasos pequeños y lentos, con la cabeza ligeramente baja. Desde su rescate, el pequeño Pokémon había estado sumido en pensamientos, y aunque no lo había dicho abiertamente, Charcadet sabía que el miedo y la nostalgia lo embargaban.
La incertidumbre pesaba en el aire, así que Charcadet, sin pensarlo demasiado, decidió preguntar.
-Ralts... -dijo, con una voz suave y cuidadosa-, ¿recuerdas algo sobre tu hogar? ¿Algún lugar en específico donde podamos empezar a buscar?
Buneary, que también estaba cerca, alzó las orejas con curiosidad. Ambos esperaban que, aunque solo fuera un pequeño detalle, algo pudiera guiar su camino.
Ralts se detuvo un momento. Parecía que estaba intentando ordenar sus pensamientos, como si los recuerdos se le escaparan entre los dedos. Bajó la cabeza, con los ojos cerrados, hasta que finalmente habló.
-Recuerdo... un lugar entre las montañas -respondió, su voz débil y temblorosa-. Había flores... muchas flores, de colores brillantes. Era hermoso, tranquilo... El viento siempre soplaba suavemente. Pero luego... esos humanos llegaron.
El silencio se hizo más pesado. Charcadet y Buneary intercambiaron miradas, sintiendo el dolor en las palabras de Ralts. La pequeña criatura continuó, sus puños temblando.
-Dijeron que mi color me hacía especial... -agregó con tristeza-. Me atraparon y me llevaron lejos de mi hogar. Desde entonces, no sé dónde están mis padres. No sé cómo volver.
Charcadet sintió un nudo en el estómago. Antes, habría sentido una enorme tristeza por escuchar algo así, pero ahora... era diferente. Aunque había sido humano alguna vez, en ese momento, no pudo evitar sentirse más cercano a Ralts como otro Pokémon. Ambos eran parte de ese mundo, y sentía la responsabilidad de apoyarlo como uno más.
-No te preocupes -dijo Charcadet, su voz más firme esta vez-. No importa cuánto tiempo nos lleve, encontraremos tu hogar. Solo tenemos que seguir caminando en la dirección contraria a la nave. Tarde o temprano llegaremos. Ya verás.
Buneary, siempre entusiasta, saltó al frente con una sonrisa radiante, levantando su pequeña mano.
-¡Exactamente! No estás solo, Ralts. ¡Te llevaremos de vuelta a casa! Te lo prometo.
Las palabras de sus amigos parecieron aliviar el peso que cargaba Ralts. El pequeño Pokémon esbozó una ligera sonrisa, sus ojos brillando con gratitud. Sentía que, por primera vez desde que fue capturado, no estaba enfrentando esto solo.
-Gracias... -susurró Ralts, mientras una chispa de esperanza comenzaba a prenderse en su corazón.
El grupo reanudó la marcha, pero algo había cambiado. Charcadet, que había pasado la mayor parte de su tiempo sintiéndose diferente de los otros Pokémon, comenzó a verlo de otra manera. Quizás... no estaba tan separado de ellos como pensaba. Al final del día, eran un equipo, y eso era lo que importaba.
Mientras avanzaban, los pensamientos de Charcadet giraban en torno a una verdad que aún no estaba dispuesto a aceptar completamente: Angel, el humano que alguna vez fue, poco a poco estaba desapareciendo, y en su lugar, Charcadet se estaba volviendo más real, más presente. Pero eso no lo perturbaba como habría imaginado... no todavía.
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"𝑀𝑎́𝑠 𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑒́... 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑘𝑒𝑚𝑜𝑛"
FanfictionAngel, un fan de Pokémon, siempre soñó con ser parte de ese mundo. Despertar como un Pokémon parecía un sueño hecho realidad, ¿quién no preferiría ser un poderoso compañero en lugar de un simple entrenador? Peleas vibrantes, ganar la Liga Pokémon, t...