7-El orbe oscuro.

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El pequeño Zorua se sentó frente a Charcadet, Ralts, y Buneary, mientras recuperaba el aliento. El miedo aún brillaba en sus ojos, pero la necesidad de hablar superaba cualquier temor. Su historia era confusa y aterradora, pero el grupo escuchaba con atención.

-Todo comenzó cuando estábamos buscando comida -empezó a contar Zorua-. Mi madre y yo estábamos explorando esta parte del bosque. Siempre hemos venido aquí, pero esta vez fue diferente. De repente, mi madre empezó a actuar raro. Se detuvo y me escondió entre los arbustos, diciendo que algo estaba mal. Me dijo que me quedara quieto y se fue a investigar.

Charcadet y los demás lo observaban atentamente. Había algo inquietante en cómo Zorua describía la situación.

-Me quedé donde ella me dijo... -continuó Zorua, con la voz temblorosa-, pero después de un tiempo, cuando la vi de nuevo... algo en ella había cambiado. No me reconoció. Cuando intenté acercarme, ella... me atacó.

Buneary y Ralts intercambiaron miradas de preocupación. Sabían que algo estaba controlando a los Pokémon del bosque, pero escuchar que Zorua había sido atacado por su propia madre solo hacía que la situación fuera más desesperada.

-¿Y qué pasó después? -preguntó Charcadet, manteniendo la calma.

Zorua tembló al recordar.

-Corrí tan rápido como pude. Ella no dejaba de perseguirme. Pero lo más extraño fue... cuando llegué a cierta distancia del bosque, ella simplemente... se detuvo. Dejó de perseguirme y regresó al bosque. No sé por qué.

Ralts frunció el ceño, tratando de entender lo que significaba. Había algo en esa información que era clave, pero no lograba descifrarlo del todo.

-Quizás hay algo que mantiene a los Pokémon controlados dentro de una zona específica -murmuró Ralts, más para sí misma que para el grupo.

Charcadet asintió, considerando la posibilidad.

-Es probable que la influencia del Orbe Oscuro solo afecte a los Pokémon dentro de un rango. Si eso es cierto, podría ser la clave para detener todo esto -dijo, mirando hacia el bosque oscuro donde la energía maligna parecía haberse acumulado.

Buneary intervino, con el ceño fruncido.

-Pero eso significa que si volvemos, nos arriesgamos a que más Pokémon nos ataquen, o peor aún... a que también caigamos bajo esa influencia.

Un silencio pesado cayó sobre el grupo. Zorua miraba a sus nuevos compañeros con una mezcla de esperanza y miedo, sabiendo que si ellos no hacían nada, su madre y los demás Pokémon estarían perdidos.

-No podemos quedarnos de brazos cruzados -dijo finalmente Charcadet, con determinación en su voz-. Tenemos que detener ese orbe y liberar a los Pokémon antes de que sea demasiado tarde.

Ralts dudó por un momento. El miedo aún lo invadía, y la idea de enfrentarse nuevamente a esa oscuridad era aterradora. Pero las palabras de Charcadet resonaron en su mente. No podían quedarse sin hacer nada. Algo dentro de Ralts sabía que tenía que ser parte de la solución, incluso si el miedo lo consumía.

Con una respiración profunda, Ralts dio un paso adelante.

-Tienes razón. No puedo quedarme atrás esta vez. Debemos hacer algo -dijo, su voz aún temblorosa, pero decidida.

Buneary también asintió, mostrando su habitual energía.

-¡Vamos a hacerlo! Si juntos logramos llegar hasta el problema, tal vez podamos romper la maldición que afecta a los Pokémon.

Charcadet miró a sus compañeros y luego a Zorua. Sabía que el peligro era grande, pero no podían dejar que la oscuridad se expandiera más. Zorua asintió con los ojos llenos de gratitud.

"𝑀𝑎́𝑠 𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑒́... 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑘𝑒𝑚𝑜𝑛"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora