Capítulo 8

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Cuando Khoran los llamó a los tres, sintió que su corazón daba un vuelco. No se sentía listo, pero se sentía preparado. Sabía lo que tenía que hacer y cómo hacerlo. Respiró hondo antes de subirse a la nave y la pilotó.

Había sucedido todo exactamente igual que la última vez, a excepción de que Parei parecía cautelosa con él, como si temiera que rompiera su silencio.

—¿estás bien Vass?, pareces descompuesto.

Vass luchaba con los malditos mosquitos otra vez. Antes de darle una respuesta a Parei, lo pensó mejor. No quería que su equipo se pusiera tenso por su culpa así que inventó una excusa típica de él y siguió caminando. De vez en cuando saltaba con algún comentario quejumbroso o algún chiste para aligerar el viaje, y parecía funcionar para ambos compañeros, solo que no para él. A medida que se acercaban a la base Vass tuvo que contener la respiración un par de veces para que sus manos dejaran de temblar. Maldijo a las dos por ser tan pocas cooperativas con su mente.

Jarran, Parei y Vass llegaron al claro nuevamente y él volvió a repetir el plan de usar los aerodeslizadores. Todo iba bien, llegaron al panel de control. Ahora que podía leer el idioma lammariano no necesitó de su datapad para piratearlo gracias a sus programas, sino que lo hizo directamente de la fuente. Podía sentir las miradas de Jarran y Parei con curiosidad, pero él los ignoró. Desactivo los sensores, láseres, cámaras, todo lo que pudiera delatarlos. Esquivó el ataque del guardia solitario y lo mató. Esta vez no sintió remordimiento ni nada por el estilo, su cabeza estaba fría y debía prestarle atención al plan. Llegaron a la sala de control y Vass los detuvo en el lugar antes de cruzar. Sacó tres de sus nuevos dispositivos de pulsaciones y los arrojó a cada esquina del lugar antes de entrar.

—¿qué era eso? —preguntó Parei con curiosidad.

—un juguete nuevo que inventé, quería probarlo —sonrió él restando importancia y guiñándole un ojo.

Había mentido, ya que la primera vez que lo usó fue en la habitación de Khoran, pero ellos no necesitaban saber eso.

—oh ¿y qué hace? —esta vez fue Jarran quien preguntó y Vass se sorprendió por su curiosidad.

—oh, eh, bueno, es para desactivar dispositivos ocultos que no estén conectados directamente con la base.

Jarran apoyó su mano peluda en el hombro —eso ha sido muy inteligente cachorro —le sonrió antes de caminar hasta el otro lado de la puerta.

Él esbozo una sonrisa más grande de la que tenía.

Caminó hasta la computadora central y comenzó a conectar su dispositivo a ella para extraer la información. Hacer el trabajo está vez había sido sencillo, conocía los símbolos y las palabras y se sintió más relajado. No tanto como le gustaría, pero la tensión que llevaba sobre sus hombros se aminoro un poco.

Él terminó y desconectó la unidad de almacenamiento. Apretó un par de botones manuales y activó los escudos, provocando un jadeo de parte de Parei y el retroceso de ambos.

—tranquilos, fui yo —les aseguró.

Con un par de movimientos más, activó el ascensor y respiró profundamente un par de veces, provocándole un mareo. Ahora venía la parte más complicada. No porque tuviera miedo de los guardias, sino porque a partir de acá, él no sabía lo que pasaría después de atravesar las puertas. Él puede hacerlo, es fácil.

—el piso se está moviendo, ¿estás haciendo eso? —preguntó Parei mirando a Vass.

Como respuesta, se encogió de hombros asintiendo y luego de dirigió hasta la puerta de la derecha. Con Yulak, descubrió que la primera vez que cruzaron esa puerta, por milagro, había sido la correcta, la que estaba más cerca de la salida.

Ecos en las estrellas, parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora