Capítulo 10

5 1 0
                                    


Cuando Vass regreso, se agarró el corazón y el estómago tan fuerte que pensó que el mismo se los sacaría del cuerpo. Okey, muy mala analogía suponiendo que eso es lo que le acababa de suceder hace unos segundos. Miró a su alrededor y notó que estaba en la lanzadera de viaje a la nave Astra. Suspiró y se recostó en el asiento. Tenía su datapad en su regazo y lo levantó. La copia con los datos estaba allí. Regresó después de que se pasara la información a su dispositivo. Estuvo tentado a borrarlo, se agarró la rodilla mientras reflexionaba qué hacer a continuación. Se burló de sí mismo por ser tan cobarde. Los eventos de unos minutos atrás, revolotean en su cabeza como las hojas en el viento otoñal.

La conversación anterior, la sensación de que algo andaba mal, el falso compañerismo, la traición. Khoran, antes de que decidiera apuñalarlo, había dicho algo de que era un hijo para él. Entonces, ¿qué gracia tiene matar a un hijo? Apretó más fuerte su rodilla y la camisa en el área del estómago.

Había movimiento a su derecha y giró la cabeza para mirar a Jarran. Respiró hondo y se quitó el collar con su unidad de almacenamiento personal y lo conectó al datapad. Si tenía una posibilidad de ver lo que había allí dentro, entonces no la desperdiciaría. Tiene que ver cuál es la razón por la que Khoran sería capaz de matar.

Nunca profanaría la memoria sus amigos ocupando ese espacio, no obstante, no tenía más elección.

Hizo la copia en una de las dos unidades, borró el que estaba en el datapad y luego lo guardó dentro de su camisa. Se recostó en el asiento y observó a los otros dos. Jarran estaba cruzado de brazos y Parei tenía una mano en el regazo y otra suelta a su costado. Dado a las lentas respiraciones y los suaves ronquidos, ninguno lo vio desobedeciendo al capitán. Se llevó la mano herida al regazo y volvió a dormirse.

...

Despertó como la última vez: en la enfermería. Su datapad estaba al lado de la cama de hospital como anteriormente. Saludó a Siena de una manera apresurada, se pegó una ducha porque por más que estuviera nervioso por lo que vendrá, no le quitaría la oportunidad de quitarse la suciedad. Se cambió y se quedó parado delante de la puerta agarrando su collar. Aún recuerda cuando Valeria y Einar le regalaron, cada uno, un pendrive, Valeria le regalo el rojo y Einar el celeste, él tenía el suyo propio de color verde, que era el que usaba usualmente para guardar información de las misiones que le daba su capitán. Los miró con cariño. No quería que les pasara nada, eran el único recuerdo que tenía de ellos aquí en algún lugar en el universo. Así que, antes de salir, los escondió dentro de su camiseta como solía hacer y los mantuvo allí, fuera de la vista de las personas. La radio de comunicaciones llamó a los tres individuos al puente de mando. Vass se quejó y caminó hasta el lugar manteniendo el datapad en sus manos detrás de la espalda. Esperaba que esta vez, con su dispositivo libre de archivos indeseados, tuviera la oportunidad de no cruzarse con Khoran. Un frío pesado se asentó en su estómago e hizo que sus extremidades se pusieran rígidas cuando vio al hombre en cuestión.

—señor —dijeron los tres a la vez.

Él siempre se sorprendía de lo similar que era estar en la nave pirata con las naves comandados por La Unión (una especie de policía intergaláctica).

Tanto la nave Astra como las naves de La Unión, llevaban un régimen de rangos y reglas demasiado similares. Si ponía en perspectiva que el capitán era antiguamente miembro de esta organización, entonces tenía bastante sentido.

Khoran los felicito por el éxito de la misión como la última vez. Todo estaba yendo bien.

Vass le entregó los datos a su capitán y los despidió. Esperó unos segundos más antes de salir del puente. Khoran levantó una ceja o lo que suponía que era una ceja ya que su cara consistía mayormente en algo similar a la roca, pero mucho más blanda que esta.

Ecos en las estrellas, parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora