Capítulo 8: Notas de Azúcar y Despedidas

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El sol apenas asomaba entre las nubes cuando Nick me pidió que lo acompañara a despedirse de Charlie. Era una de esas situaciones que, por más que te prepares, nunca se siente del todo bien. Caminamos en silencio, con una especie de peso compartido entre nosotros. Nick apenas había dicho una palabra desde la noche anterior, y yo, aunque quería reconfortarlo, no encontraba las palabras adecuadas.

Cuando llegamos, Charlie ya estaba esperando, su sonrisa más débil de lo habitual. Tori estaba a su lado, sus ojos fijos en el suelo. Sentí una punzada en el pecho al verlos; era evidente que el peso de todo lo que estaba por venir recaía sobre ambos.

Nick se quedó cerca de Charlie, y yo, indecisa, me acerqué torpemente a ellos. No quería invadir ese momento tan personal, pero algo en mí me impulsó a hacer algo. Con nerviosismo, le di un abrazo a Charlie, sin saber realmente si era lo correcto. Pero él me sonrió y, aunque fue una sonrisa cansada, la aprecié más de lo que podía expresar.

"Todo estará bien", le dije, aunque no sabía si era para tranquilizarlo a él o a mí misma. Antes de soltarlo, metí una pequeña nota en su mano. Era un dibujo sencillo de él y Nick, algo que había hecho mientras pensaba en qué decir. Charlie miró la nota, sonrió de nuevo y asintió en silencio.

Me despedí torpemente, dándoles espacio para que se despidieran en privado, y me acerqué a Tori, que seguía en su mundo. Su energía parecía haberse desvanecido por completo.

"Tori", comencé suavemente, y ella levantó la vista, sus ojos reflejando la misma preocupación que había visto en los de Nick la noche anterior. "Sé que todo esto es difícil, pero... eres una hermana increíble. Charlie es afortunado de tenerte."

Tori exhaló profundamente, como si hubiera estado conteniendo la respiración todo este tiempo. "Es solo que... me siento tan inútil a veces", murmuró, su voz quebrada. "Quiero ayudar, pero no sé cómo."

"Estás haciendo más de lo que crees", le dije, tratando de ofrecerle algo de consuelo. "Estar aquí para él, para Nick... eso ya es muchísimo."

Nos quedamos unos momentos en silencio, hasta que Nick y Charlie terminaron su despedida. Me acerqué a Nick y caminamos de regreso a casa, sin hablar mucho. Sabía que necesitaba tiempo para procesar lo que había pasado, y no quería presionarlo.

Más tarde ese día, mientras me encerraba en mis propios pensamientos, alguien tocó la puerta. Cuando abrí, me encontré con Connor y Otis, cada uno cargando bolsas llenas de cosas para repostería.

"¿Qué es esto?" pregunté, sorprendida.

"¡Vamos a pulir tus habilidades de repostera!" exclamó Otis con su típica energía contagiosa, mientras Connor sonreía detrás de él.

"No puedo creer que te interese tanto la repostería", añadió Connor, divertido, pero con una mirada sincera. "Es la primera vez que te veo tan emocionada por algo, así que vinimos a ayudarte."

Antes de que pudiera protestar, Otis ya había empezado a colocar todos los ingredientes y utensilios sobre la mesa, como si hubiera planeado esto desde hace semanas. Me reí, sin poder evitarlo. Connor y Otis siempre sabían cómo levantarme el ánimo.

Comenzamos a mezclar ingredientes, siguiendo algunas recetas que habíamos encontrado en internet, pero el resultado fue un desastre. Los pasteles se quemaron, los cupcakes quedaron como pequeñas rocas, y las galletas... mejor ni hablar de las galletas. Pero, entre risas, ninguna de esas fallas importó. Nos reímos hasta que nos dolió el estómago, y, por un momento, me sentí increíblemente liviana. Como si todas las preocupaciones que cargaba desde hacía semanas se hubieran desvanecido en una nube de harina y azúcar.

"Lo que importa es que lo intentamos", dijo Connor, mientras miraba el desastre que habíamos creado en la cocina. Me miró con una sonrisa que me hizo sentir cálida por dentro. "Creo que realmente eres buena en esto, Hailey. Solo necesitas un poco más de práctica."

Miré a mi alrededor, el caos que habíamos provocado, y aunque los postres eran un desastre, me sentí... feliz. De una manera que no había sentido en mucho tiempo.

"Sí, creo que tienes razón", respondí, sonriendo a Connor mientras él y Otis se preparaban para otro intento. Y, por primera vez en semanas, realmente creí que algo estaba empezando a ir bien.

Después de reírnos hasta el cansancio, la conversación derivó hacia Halloween. Otis, como siempre, estaba entusiasmado, hablando a toda velocidad sobre su disfraz, algo que prometía ser espectacular. Yo, en cambio, no tenía ni idea de qué ponerme. Nunca fui la más creativa para esas cosas, pero parecía que Otis ya tenía algo en mente para mí también.

"Isaac nos invitó a una fiesta de Halloween," mencionó de repente, con una sonrisa que delataba que llevaba tiempo hablando mucho con él.

Connor y yo intercambiamos miradas, ambos protestando de inmediato. Las fiestas no eran lo nuestro, pero Otis insistió tanto, con esa energía suya, que al final terminamos aceptando, más por su entusiasmo que por cualquier otra cosa.

Cuando terminamos de recoger el desastre de la mesa, me quedé de pie en la entrada de la cocina, mirándolos. Algo cálido y extraño se removió dentro de mí, y antes de darme cuenta, las palabras salieron de mi boca.

"Los amo."

Ambos se detuvieron, sorprendidos. Connor desvió la mirada, tosiendo incómodo, mientras Otis, con su cabello rojo encendido, parecía haber alcanzado un nuevo nivel de rubor. Abrí los ojos, completamente consciente de lo que acababa de decir. Era la primera vez que lo admitía, y aunque me sentí vulnerable, también me sentí bien.

Antes de que pudieran responder o decir algo, dejé escapar un chillido que se suponía debía sonar a "adiós" y subí corriendo las escaleras, riendo entre dientes. Tal vez nunca se los había dicho antes, pero ya era hora.

Una notificación sonó desde mi teléfono y lo revisé inmediatamente, notando un par de mensajes en el chat grupal.

O-Twist: también te amamos Hailey.

Con-Tacto: mucho.

Hail-yeah: <3

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