Estaba sentada en una pequeña sala de espera. El lugar era cálido, con tonos suaves y libros apilados en estantes que nunca me atrevería a leer. Mamá insistió en que comenzara a ir con el psicólogo que mi tía Diane recomendó, y aunque al principio había negado todo —como siempre—, en algún punto ya no tenía fuerzas para discutirlo.La puerta se abrió y una mujer con el rostro amable me sonrió desde el marco.
"Hailey, puedes pasar."
Tragué en seco, me levanté del asiento y entré al consultorio. No era la típica imagen que tenía de los psicólogos; no había un diván ni luces brillantes que te observaban desde cada esquina. Solo una mesa pequeña, dos sillas y una planta junto a la ventana.
Me senté, incómoda, frotando mis manos sobre los jeans. Mi psicóloga se sentó frente a mí y esperó, como si supiera que necesitaría tiempo para procesar.
"Es un lugar tranquilo, ¿verdad?" me dijo al cabo de unos minutos.
Asentí, sintiendo que no podía hablar, aunque tampoco lo necesitaba. No había nada que decir.
"Hailey, quiero hacerte una pregunta." Hizo una pausa, observando mi reacción antes de continuar. "¿Tienes alguna idea de cuándo comenzó todo esto? Me refiero a cómo te sientes con respecto a tu hermano Nick y los cambios en tu vida."
No sabía cómo responder. ¿Cuándo empezó? Me crucé de brazos, recordando momentos, fragmentos de recuerdos.
"Yo..." Mi voz sonaba extraña, como si viniera de alguien más. "No lo sé. Supongo que... que siempre me he sentido así, pero no de esta forma."
"¿De qué forma, exactamente?" preguntó, con suavidad, sin presionarme.
Respiré hondo y cerré los ojos, intentando hilar una respuesta que tuviera sentido. ¿Cuándo había comenzado a sentirme así? ¿Cuándo Nick se había convertido en el centro de mi mundo sin que yo siquiera lo notara?
"Creo... que cuando él comenzó a distanciarse. No sé, quizás fue cuando conoció a Charlie, o tal vez antes. Sentí que me estaba quedando atrás, como si... como si ya no hubiera espacio para mí." Mi voz era apenas un susurro, pero lo suficiente para que ella lo oyera.
"¿Y cómo te sentiste cuando eso sucedió?"
Abrí los ojos y, por un segundo, sentí que todo se derrumbaba.
"Abandonada."
La palabra salió de mi boca sin que la pensara demasiado, como si hubiera estado esperando ese momento exacto para salir. Y lo peor de todo, era la verdad.
La psicóloga me observó con una mirada tranquila. "Sentirte abandonada es una experiencia muy dolorosa, Hailey. Y no es algo que se arregle de la noche a la mañana, pero hablar de ello es el primer paso."
Asentí, aunque dentro de mí no estaba segura de nada. Mis pensamientos estaban tan revueltos como siempre. Y aunque parte de mí quería huir de esa oficina y no volver a hablar del tema, otra parte —una que casi no reconocía— se sentía aliviada. Como si haber dicho eso fuera el inicio de algo diferente, algo que nunca antes había intentado.
"Vamos a seguir explorando esto, si te parece bien. Podemos ir a tu ritmo," me dijo, con la misma calma de antes.
Me quedé en silencio, incapaz de hablar más por el momento, pero de alguna manera, algo en mí sabía que tenía que seguir volviendo. Porque tal vez, solo tal vez, empezar a hablar era lo que necesitaba.
La psicóloga, que finalmente se presentó como Marie, me miraba con calma, como si pudiera ver más allá de lo que decía. Después de mi último comentario, me dejó respirar, dándome espacio.
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The Archer
Fanfic¿Alguna vez te has sentido como una extraña al ver a las personas a tu alrededor tan felices? Mi nombre es Hailey Nelson y esta es mi propia historia.