Había pasado tiempo desde mi primera sesión con Marie, mi psicóloga. Después de varias citas, finalmente tenía un diagnóstico: depresión. No fue fácil de escuchar, pero al menos ahora tenía un nombre para lo que sentía. Las sesiones continuaban, y también había comenzado a tomar medicación. A veces era difícil procesar lo que todo eso significaba, pero lentamente me estaba acostumbrando a esta nueva realidad.Esa noche, después de la cena, me encontraba en la cocina lavando los platos. El sonido del agua corriendo me daba una especie de paz que últimamente me costaba encontrar. Estaba absorta en mis pensamientos, cuando escuché pasos detrás de mí. Me volví y ahí estaba Charlie, observándome desde la puerta, con esa calma que siempre llevaba consigo.
"¿Cómo estás?" me preguntó, apoyándose en el marco de la puerta.
"Bien... supongo," respondí, sin mirar mucho hacia él. "Lo normal."
Charlie entró en la cocina y se quedó a mi lado, cogiendo una toalla para secar los platos que yo lavaba. Al principio fue un silencio cómodo, pero se sentía que algo más estaba por decirse.
"Hailey, sobre lo que pasó... lo que has estado pasando..." comenzó, su voz suave. "Quiero disculparme."
Lo miré, confundida. "¿Disculparte? ¿Por qué?"
Charlie soltó un pequeño suspiro, como si hubiera estado guardando esas palabras por mucho tiempo. "Siento haberme robado a tu hermano."
Mis manos se congelaron bajo el agua caliente. No era la conversación que esperaba tener, y menos con Charlie. Lo miré de reojo, viendo la seriedad en su rostro.
"No es tu culpa," respondí casi automáticamente. "Nick decidió estar contigo, y eso está bien. Es lo que quiero para él."
Charlie asintió, pero no parecía convencido. "Aun así, no quiero que sientas que te he dejado fuera. Nick habla de ti todo el tiempo, ¿sabes? Le preocupas más de lo que crees."
Guardé silencio un momento, las palabras de Charlie pesando sobre mí. Nunca había visto las cosas desde su perspectiva. Siempre pensé que él simplemente... me había quitado a Nick, sin quererlo. Pero ahora, al escucharlo, todo parecía más complicado de lo que imaginaba.
"Supongo que... me sentí sola," admití, sin saber muy bien por qué estaba siendo tan honesta. "Nick era todo para mí, mi única constante, y cuando se alejó, sentí que me había quedado sin nada."
Charlie dejó el plato que estaba secando y me miró directamente. "Lo entiendo. De alguna forma, yo también he sentido eso. Sé lo que es perder cosas o personas que creías que siempre estarían ahí."
Nos quedamos en silencio por unos segundos, dejando que las palabras se asentaran entre nosotros.
"Pero... yo también soy tu amigo, Hailey," dijo Charlie finalmente. "No quiero que sientas que estás sola, porque no lo estás."
Sus palabras me golpearon con más fuerza de lo que esperaba. Siempre había visto a Charlie como el novio de mi hermano, alguien cercano, pero no en ese sentido. Ahora, la idea de que él se considerara mi amigo... era algo que nunca había pensado. Mis ojos se llenaron de lágrimas sin que lo notara, y cuando lo hice, sentí la mano de Charlie en mi hombro, dándome un leve apretón.
No pude evitar abrazarlo. Fue algo natural, sin pensarlo. Charlie me rodeó con sus brazos y, por primera vez en mucho tiempo, me sentí reconfortada de una manera que no esperaba.
"Gracias," susurré.
"Siempre," respondió él, dándome un último apretón antes de soltarme.
Nos separamos, y aunque la tristeza seguía allí, ya no era tan pesada como antes.
Desde ese momento, las cosas comenzaron a cambiar, aunque fuera poco a poco. Los viernes se convirtieron en una especie de ritual. Charlie y Nick se quedaban en casa, y jugábamos juegos de mesa juntos, como cuando éramos más jóvenes. Las risas volvían a llenar el salón, y por primera vez en mucho tiempo, no me sentía una extraña en mi propia casa.
Mamá también empezó a notarlo. Se aseguraba de arroparme por las noches, algo que hacía años no sucedía, o pasaba a mi cuarto para hablar conmigo, aunque solo fuera por unos minutos. Estaba ocupada como siempre, pero hacía el esfuerzo, y eso significaba mucho para mí.
Incluso David, tan encerrado en su propio dolor, comenzó a llamarme de vez en cuando. Las conversaciones eran breves, y a veces un poco incómodas, pero al menos lo intentaba. Era más de lo que había tenido en mucho tiempo, y yo lo valoraba.
Todo esto no hizo desaparecer mis problemas ni curó de un día para otro lo que llevaba dentro, pero cada pequeño gesto ayudaba. Sentía que poco a poco, las piezas de mi vida se estaban reordenando, aunque aún quedaba mucho por trabajar.
Al día siguiente, después de que mamá me dejara en la escuela por la mañana, caminé hacia mis clases sintiéndome un poco más ligera. Me senté, con valentía, junto a Lacy, con quien pasé el resto del día. Fue extraño, pero reconfortante, tener a alguien con quien hablar sin sentirme juzgada. Al final del día, cuando las clases terminaron, salí y vi a Otis y Connor esperándome afuera, como siempre. Les presenté a Lacy, y por alguna razón, ella y Otis comenzaron a conectar de inmediato, riéndose y hablando como si se conocieran de toda la vida.
Connor y yo nos quedamos un poco atrás mientras ellos caminaban delante de nosotros. La sensación de culpabilidad me empezó a pesar en el pecho. Sabía que tenía que decir algo, así que lo hice, con un nudo en la garganta.
"Lo siento, Connor," murmuré, sin atreverme a mirarlo directamente. "Por pedirte tiempo... por ser una carga últimamente."
Connor se detuvo, y antes de que pudiera seguir hablando, tomó mi mano con suavidad. El contacto me sorprendió, pero me quedé quieta, mirándolo. "No eres una carga, Hailey," dijo con seriedad. "Quiero acompañarte después de cada sesión. No tienes que hacer esto sola."
"Pero no es necesario," le respondí rápidamente, intentando apartar mi mano, pero él no me dejó. "No quiero que te sientas obligado..."
"No me siento obligado," interrumpió. "Quiero hacerlo."
Me quedé en silencio, sintiéndome aún más vulnerable de lo que ya estaba. Bajé la mirada, sintiendo que mis emociones estaban al borde de desbordarse otra vez. "Yo... no sé qué decir"
Connor dio un paso más cerca, y su voz fue suave pero firme. "Nunca serás una carga para mí, Hailey. Ni para Otis, ni para nadie que te quiera. Eres lo mejor que me ha pasado, aunque no te lo creas. No importa lo que digas, yo siempre voy a estar aquí, porque tú siempre serás lo mejor que pudo haberme pasado."
Las palabras de Connor me atravesaron, y por un momento, el mundo dejó de sentirse tan pesado. No sabía qué decir, pero sentí cómo el peso en mi pecho comenzaba a aflojarse solo un poco. Lo miré directamente a los ojos y sonreí, con el corazón en la mano. "De verdad eres extraordinario, Connor Hunter."
Solté sin pensar, pero estaba bien, no necesitaba pensarlo tanto para creerlo. Era la verdad, después de todo. Connor desvió la mirada hacia sus pies con os orejas más rojas que el cabello de Otis y suspiró pasándose una mano por el cabello "No tienes idea de lo que dices."
"Creo que soy bastante consciente." Respondí sin titubear, no sabía que era, pero había despertado particularmente valiente.
Connor me miró de reojo y una sonrisa tímida adornó su rostro. "Vamos, nos estamos quedando atrás." Apretó mi mano y me guió por la acera, sin pensarlo mucho entrelace nuestros dedos en un gesto de apoyo.
Sentí las mejillas enrojecidas pero realmente, esta vez, no me importó. Mis amigos estaban riendo de quién sabe qué y Connor estaba aquí, no detrás, no delante, estaba aquí, justo a mi lado.
Y en ese mismo momento eso era todo lo que yo quería.
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The Archer
Fanfiction¿Alguna vez te has sentido como una extraña al ver a las personas a tu alrededor tan felices? Mi nombre es Hailey Nelson y esta es mi propia historia.