El día se sentía más pesado de lo que debería. Me levanté con la sensación de que algo dentro de mí no encajaba, como si todo estuviera en cámara lenta, como si la normalidad ya no tuviera sentido. Los pensamientos de anoche, de Connor, seguían dando vueltas en mi cabeza. ¿Qué era eso? ¿Qué había pasado entre nosotros? Era solo una conversación, ¿no? Pero no me dejaba de retumbar su sonrisa, su cercanía.Empecé a hacer cosas en automático, como si mi cuerpo intentara distraerme de mi mente. Fui a la cocina y comencé a lavar los platos. Mis manos se movían sin pensar, pero mi cabeza no paraba. ¿Por qué estaba pensando tanto en Connor? La imagen de su sonrisa, el brillo en sus ojos cuando me dijo que le gustaba estar conmigo, seguían apareciendo en mi mente, como una canción que no puedo sacar de la cabeza. Me enjuagué las manos con más fuerza de lo necesario, como si eso pudiera detener los pensamientos.
Salí a pasear a Nellie, nuestra perra. A veces esos momentos eran tranquilos, me ayudaban a despejarme, pero hoy no. Mientras caminaba por el parque, la tarde era cálida, el aire olía a tierra mojada. Y entonces, como si el universo me estuviera jugando una broma cruel, me encontré recordando a Connor. La última vez que lo había visto, su risa, esa mirada suya, como si nada en el mundo pudiera preocuparlo. No, no, no pensé, deja de pensar en él. Pero fue inútil. No podía evitarlo.
Regresé a casa y la idea de cocinar algo para distraerme me pareció adecuada. No soy la mejor cocinera, ni siquiera la más entusiasta en la cocina, pero decidí intentar hacer un postre. Quería probar algo sencillo, pero me di cuenta de que estaba tan distraída que no medí bien la cantidad de azúcar. Al darme cuenta, me vino a la mente aquella vez que Connor y Otis habían intentado hacer un postre en casa, cuando la cocina se convirtió en un desastre, pero todos reíamos tanto que ni siquiera importaba. ¿Por qué estaba pensando en eso ahora? Pensé. Me sentía como una loca. ¿Qué pasaba conmigo?
Me sentía como si no pudiera escapar de él, de sus palabras, de su sonrisa. Ni siquiera la simple idea de un postre podía desviar mi mente de lo que sucedió.
Finalmente, ya no pude más. Sentía que me estaba volviendo loca. Tenía que hablar con alguien. Alguien que pudiera escucharme, aunque no estuviera segura de qué exactamente quería decir. Otis. Lo primero que me vino a la cabeza fue Otis. Sabía que él no se sorprendería por lo que le dijera. Así que tomé el teléfono, respiré hondo y marqué su número.
El teléfono sonó un par de veces antes de que contestara.
"¿Hailey?" su voz era baja, un poco cansada, pero aún así me dio un pequeño alivio escucharla.
"Otis... " dije, con un tono de voz que apenas reconocía como mío. "Necesito hablar con alguien."
"Claro, ¿qué pasa? " Otis respondió de inmediato, su voz se volvía más alerta.
Estaba callada por un momento, mis dedos jugaban con el teléfono, mi mente seguía en caos, pero tenía que decir algo.
"Es... complicado. Creo que he estado pensando mucho más de lo necesario..."
El silencio en la línea fue largo, pero no incómodo. Otis simplemente me escuchó.
"¿Quieres que llame a Connor y nos veamos juntos para hablar?"
"¡No!" grité alarmada "No hables con Connor, esto es entre tú y yo."
Se escuchó un suspiro del otro lado, Otis parecía entenderlo. "Bien, ¿vamos a la cafetería de Dottie?"
Rápidamente accedí colgando la llamada. Me limpié las manos en el delantal y me preparé para salir. Estaba claro que no habría respuestas fáciles, y que tampoco yo las esperaba. Solo sabía que necesitaba hablar de esto con alguien, y Otis era la persona indicada.
ESTÁS LEYENDO
The Archer
Fanfiction¿Alguna vez te has sentido como una extraña al ver a las personas a tu alrededor tan felices? Mi nombre es Hailey Nelson y esta es mi propia historia.