Capítulo IV: Quiebra confianza.

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Taehyung miraba ansioso el reloj, con la impaciencia carcomiéndole por dentro. Dahyun se estaba tardando más de lo habitual. Se suponía que él la recogería en la puerta de la escuela, intentando evitar que se encontrara con Miyeon y su grupo.

Su teléfono vibró, era un mensaje de su madre. "Tae, ¿ya recogiste a Dahyun? No quiero inconvenientes con esa niña..." apretó los dientes con fuerza. Sabía que el riesgo de que algo saliera mal era real.

—¿Dónde estás? —murmuró con preocupación, mientras se acercaba a la entrada del colegio. Dahyun debía estar ahí, pero no la veía.

Intentó calmarse, recordando la técnica de respiración que su madre le había enseñado. Respiró hondo, concentrándose en su ritmo cardiaco.

De pronto, vió a una compañera de clase de su hermana, saliendo del colegio. —Haewon, disculpa, ¿viste a Dahyunne salir? —la interceptó.

Haewon frunció el ceño, tratando de recordar el nombre. —¿Dahyunne? Ah, Kim. Sí, me pareció verla quedarse en nuestro salón.

—¿Estaba sola? —preguntó Taehyung, con la voz apretada.

—No, Miyeon y su grupo entraron. Hicieron que todos saliéramos y cerraron la puerta —respondió Haewon, sintiéndose incómoda.

—¡¿Se quedaron solas?! ¡¿Con mi hermana?! —exclamó Taehyung, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

—S-sí... —dijo la chica. Observando al chico pálido de repente y sus puños apretados. —¿Todo bien?

—Espero, gracias Haewon. —Le dió una breve reverencia, antes de verla darse la vuelta y correr hacia la parada del autobús.

Taehyung se quedó paralizado. Sabía que algo no andaba bien. De pronto, la imagen de Miyeon y sus cómplices torturando a Dahyun se apoderó de su mente. Su cuerpo se llenó de adrenalina. Tenía que ir a salvarla.

Se deslizó entre las sombras del colegio femenino, ignorando la voz de un guardia que lo retó a detenerse. Su hermana se había apoderado de sus pensamientos, borrando todo lo demás. Encontró el aula de clases, la puerta entreabierta, las luces apagadas.

—Dahyunne... —su voz apenas un susurro, con miedo de encontrar algo terrible.  —¿Estás aquí, Dahyun? —preguntó con la esperanza de que su voz le diera algún indicio. Se adentró en el aula, escuchando un leve ruido que venía del escritorio del profesor.

—Dubu... —murmuró Taehyung, el corazón palpitando fuertemente por la angustia.

Allí estaba, sentada en el escritorio del profesor, con una sonrisa en el rostro. Pero no era la sonrisa de tristeza que Taehyung había visto antes. Esta vez, era una sonrisa radiante, llena de felicidad genuina.

Sobre sus piernas reposaba una chaqueta de cuero, una de las favoritas de Sana. Y, junto a ella, estaba Sana misma, acompañándola, como siempre.

La luz del atardecer se filtraba a través de la ventana, proyectando cálidos destellos que iluminaban a las dos chicas. Dahyun reía de algo que Sana le había susurrado al oído, mientras Sana, con una cercanía protectora, envolvía a su hermana. Sus manos firmemente abrazaban la cintura de Dahyun, y su rostro estaba escondido en el cuello de la menor, como si quisiera protegerla de cualquier cosa que pudiera lastimarla.

Taehyung, paralizado por la escena, sintió cómo una profunda sensación de alivio lo invadía. No era la imagen de terror que había temido encontrar. Al contrario, lo que veía era un retrato de amor, de protección, de pura felicidad.

—Dubu... —susurró suavemente, sin querer interrumpir el momento.

Dahyun se separó lentamente de Sana y lo miró con una sonrisa tímida.

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