Capítulo XII: El gozo de romper barreras.

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Más tarde esa noche, el silencio reinaba en la casa. Todos dormían, mientras la tenue luz de la luna se colaba por la ventana, iluminando suavemente la habitación de Dahyun. Ambas estaban solas, con el ambiente cargado de una mezcla de calma y anticipación.

—¿Vas a dormir con ese incómodo jean? —murmuró Dahyun con suavidad, acercándose por detrás y rodeando la cintura de Sana, apoyando su rostro contra su hombro.

Sana sonrió, disfrutando del contacto. —¿Quieres que duerma sin él? —Su voz tomó un tono sugerente, mientras sus manos se posaban sobre las de Dahyun, acariciando suavemente los dedos de su novia.

—A lo que me refiero es que podría prestarte algo de ropa. —Dahyun respondió, intentando mantener la calma, aunque el calor que empezaba a crecer en su interior la traicionaba.

Sana soltó una risa baja y traviesa. —No me apetece usar un pijama de “Pompompurin”.

—¡Vamos, te verías tan bonita! —Dahyun giró a la japonesa y la miró directamente a los ojos, con un toque de picardía. Puso sus manos en los hombros de Sana, incapaz de contener una sonrisa. —Al menos, solo la parte de arriba.

—Está bien, dubu. —Sana accedió, observando cómo Dahyun saltaba feliz hacia su armario. Unos segundos después, regresó con una camisa lila, con una gran imagen del personaje “Kuromi” adornándolo.

Sana levantó una ceja. —¿Kuromi? ¿Realmente debo usar eso?

—¡Por favor! —imploró Dahyun con un puchero irresistible, que Sana no pudo rechazar. —Además es parecida a tí. —Resignada, comenzó a desvestirse bajo la mirada hipnotizada de Dahyun, quien no pudo disimular el brillo en sus ojos. El torso semidesnudo de Sana, sus curvas delicadas y las piernas tonificadas capturaron por completo su atención. Dahyun sintió un cosquilleo creciente en su abdomen y un ligero temblor en las manos.

Sana, notando la fija e intensa mirada de su novia, soltó un suspiro travieso. —Mis ojos están aquí arriba, Dahyunne. —Su tono juguetón dejó claro que disfrutaba de la atención, pero eso no evitó que la coreana siguiera recorriendo su cuerpo con la mirada, sus ojos subiendo y bajando sin pudor.

—M-me gusta tu piercing —se atrevió a decir Dahyun finalmente, su voz suave pero cargada de deseo, mientras señalaba el ombligo perforado de Sana.

Sana sonrió, complacida por la reacción de su novia. —¿Sí? —se inclinó lentamente, ya con la camisa lila puesta que apenas cubría sus muslos. Se sentó con ligereza sobre el regazo de Dahyun, sintiendo el aumento en la respiración de la coreana. La menor dejó escapar un jadeo involuntario cuando la cercanía de sus cuerpos la hizo perder el control. Sana, con una sonrisa seductora, continuó—. Estaba pensando en hacerme dos más… uno aquí. —Toma la mano de su novia y la guía suavemente hacia uno de sus pezones a través de la fina tela de la camisa. —Y otro aquí… —Sana lleva la otra mano hacia el pecho sobrante, dejándola inmovilizada por el contacto.

El aire se volvió más denso, cargado de una tensión palpable. Dahyun, sin poder contenerse más, apretó suavemente los pechos de Sana, explorando con timidez pero también con deseo. Jadeó, sus ojos cerrándose por el placer del contacto, disfrutando la osadía de su novia. La cercanía de sus cuerpos, la calidez que emanaba de sus pieles, era como si ambas hubieran estado esperando este momento por tanto tiempo.

—S-Sana… —murmuró Kim, sus manos aún temblorosas pero más seguras, deslizando sus dedos con delicadeza. Sana, en respuesta, inclinó su rostro hacia el de Dahyun, sus labios apenas rozando los suyos, creando un deseo casi insoportable entre ambas.

—Shhh… —susurró contra los labios de la rubia, dejando que el calor entre ambas hablara por ellas. La besó con lentitud, pero con una profundidad que hizo que la coreana se aferrara aún más a su cuerpo, deseando más de ese contacto íntimo. Los labios de Sana se movían con una mezcla de dulzura y pasión, haciendo que el corazón de Dahyun latiera descontroladamente.

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