—¿Piensa que mi nieto y yo estamos locos? Más de uno, hablando de lo mismo, ¿No le parece extraño?
Idali la miró.
—Sé lo que me va a decir, así que ahórrese las palabras, muchacha. No tengo ni el tiempo, ni la paciencia para tratar de convencerla de la verdad. Sólo le diré que esa alma necesita ayuda y por esa razón está aquí.
Silencio
—Ese hombre es el causante de varias muertes, señora Evans. –Idali contrajo el rostro− Ahora dígame, ¿Cómo se supone que atraparé a un muerto?
Idali sentía que la impotencia la embargaba.
—Parece un chiste, ¿No? –Dijo Jessica− Pero no...no puede atraparlo. –Se acomodó sobre la almohada− ¿Me puede decir como ha sucedido la muerte de esas personas? –preguntó, frunciendo el ceño.
—Es un misterio, todavía. Hay gente especializada atendiendo este caso.
—Rick no es culpable de nada. –declaró Jessica.
Idali se sorprendió que lo llamara por su nombre, luego contuvo su enojo al ver que lo defendía.
—Rick Powell es el culpable. –Recalcó Idali, conteniendo su malestar y evocó la imagen de Alejandro− Su mismo nieto lo afirmó, aunque dice que Powell alega que no ha sido su intención.
Jessica miró con recelo a Idali.
—Esa es otra verdad, por eso le pregunto, ¿Cómo han muerto esas personas?
Idali bajó la cabeza y sus labios temblaron.
—Se ve que le duele al hablar del tema. –Refirió Jessica.
Idali no contestó y no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. Jessica Evans arrugó la frente y luego lanzó otra mirada fugaz a Rick.
—Seguramente está muy interesada en este caso, pero si no cree en lo que le digo, nunca lo resolverá. Ni siquiera la aguja está en el pajar, así que, aunque busque, no la encontrará.
—Es que es imposible lo que plantean usted y Will. —Idali alzó una mano, sintiéndose desesperada.
Jessica la miró fijamente.
—Nada es imposible, niña. Sólo que hay tiempos para comprobar lo que hay más allá de este mundo. —Apuntó— Rick Powell es un fantasma que vaga en busca de su salvación. Esa es la verdad. Vive entre este mundo y el purgatorio porque no cree en nada. –Jessica miró fijamente a Idali− Es un ateo. Y seguirá así, hasta que Dios tenga piedad de él.
Rick se angustió al oír la descripción de su situación y contempló a Idali, quien estaba muy atenta a las palabras de Jessica. Estudió ese rostro desconcertado e intuyó que ella se derrumbaría en cualquier momento, pero... ¿Por qué?
—¿Qué puedo hacer? –Preguntó de pronto, Idali.
—Rezar por él.
Idali quedó atónita por esas palabras. ¿Le pedía orar por el hombre que había matado a Alejandro? ¡Nada más absurdo!
—No puedo hacer eso que me pide. –Idali se puso de pie, bruscamente.
—¿Por qué no? –Inquirió Jessica, entrecerrando los ojos.
—Porque Rick Powell mató a mi esposo.
Ahora era Jessica quien se quedaba pasmada con esa noticia y evitó mirar a Rick.
—¿Y qué serías capaz de hacer por tu amado esposo, muchacha?
Idali no esperaba esa pregunta, por eso tardó unos segundos en contestar. Su mente y corazón se volvía uno. Sus lágrimas ya recorrían sus mejillas y las limpió rápidamente. No podía dejar de evocar una imagen que la había hecho muy feliz. Alejandro esperándola en el camino de rosas, con esa sonrisa encantadora. Sólo para ella. Rememoró cuanto tiempo él había esperado para hacerla suya en cuerpo y alma, y de sólo pensarlo le partía el corazón, porque sólo había sido una noche inolvidable lo que había durado su matrimonio. Todo se había acabado en un abrir y cerrar de ojos. Temía que su voz sonara entrecortada por contener el llanto, pero no le importó y miró fijamente a Jessica, quien aguardaba.
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El Secreto de Viento
FantasyCuando sus ojos se encontraron con ese nuevo paisaje, Rick Powell, profesor de física, nunca se imaginó que se vería inmerso en la más increíble realidad. Su vida entera se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Dónde estaba? ¿Qué era esa luz...