El permaneció en la misma posición.
—Entonces perdóname por haberte obligado a hacer algo que no querías. Ahora vete, Idali. Esta conversación no tiene sentido.
—No...no, si la tiene. –Idali estaba desesperada para que él la escuchara.
Rick ya no dijo nada y tomó el mouse para intentar navegar en internet. Idali se acercó lentamente y se colocó a su lado.
—Yo no quiero separarme de ti.
Rick cerró los ojos, mostrando impaciencia. No obstante, cuando volvió para verla, su mirada era serena.
—No podemos estar juntos, Idali. −él hizo una pausa−Simplemente porque tus aspiraciones no son las mismas que las mías. Ponte en mi lugar un momento y dime qué harías.
Ambos cruzaron una mirada profunda.
—Yo sé que no han pasado las cosas como tú quisieras, —Idali alzó una mano— pero eso no quiere decir que no quiero que sucedan. Déjame demostrarte que quiero estar contigo.
—Yo quiero un hijo, Idali, y al parecer eso no está en tus planes.
—Por supuesto que sí, –ella mintió y le dolía hacerlo− pero no es el momento.
—Me ocultaste que estabas cuidándote.
—Perdón por eso.
—Ya no quiero que lo hagas. Esa es la única manera para que estés a mi lado a partir de ese momento.
—No puedes obligarme a tener un hijo, Rick.—Idali comenzó a negar con la cabeza.
—Es mi última palabra.
Ahora era Idali quien empezaba a sentir como su sangre se calentaba.
—¿Esa es tu manera de entender un matrimonio? ¿Qué se haga todo a tu voluntad?
—Así son las cosas conmigo.
—Pues estás mal, Rick. Mal en muchos aspectos.
—¡Ah!, ¿Sí? −Rick se puso de pie repentinamente− ¿Cómo por ejemplo en que no comparto contigo el gusto por la religión?
—Exacto. Y no por eso te condiciono para que tú y yo estemos juntos. Yo he respetado tu ateísmo, y quisiera que cambiaras de opinión al respecto, pero...
—No mezcles las cosas. −él la cortó.
—Tú lo mencionaste. ¿Piensas que será sano para nuestro hijo, que tú creas que somos seres soberanos, excluidos de lo divino? ¡Yo no quiero eso para él!
Rick la miró fijamente.
—Sólo dejaré que él decida en qué creer y en qué no, cuando pueda discernir las cosas.
—Un padre debe enseñar el camino del bien y el mal, desde pequeños, Rick. No puedes dejarlo sólo en la comprensión de la vida. Y aunque no lo creas, Dios existe. No puedes negar que los escépticos como tú, son minoría.
Rick lanzó una carcajada y ladeó la cabeza, mirándola.
—Sólo son personas rebeldes, −ella continuó− que no aceptan la verdad de las cosas.
—Yo me baso en las pruebas científicas para creer en algo. —él apuntó, alzando el índice.
Idali negó con la cabeza.
—Acabas de decir una gran mentira. Crees en el túnel del tiempo. −Idali lo miró detenidamente− Tú mismo me has dado el ejemplo de cómo tener la certeza de algo, sin que tengas pruebas de que existe o no. Yo creo en Dios, porque, aunque no lo veo, puedo sentirlo. ¡He sido testigo de sus milagros!
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El Secreto de Viento
FantasyCuando sus ojos se encontraron con ese nuevo paisaje, Rick Powell, profesor de física, nunca se imaginó que se vería inmerso en la más increíble realidad. Su vida entera se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Dónde estaba? ¿Qué era esa luz...