CAPÍTULO 10

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Nube parpadeó.

—Debes aceptar tu destino. Wakan Tanka, el gran espíritu, es sabio y te dará lo que mereces a su debido tiempo.

—No estoy de acuerdo con eso. –Idali se pasó una mano por el cabello.

—Debí nombrarte dulce salmón, Viento. Eres como ese pez, que baja al mar y al madurar, regresa al lugar donde ha nacido.

Idali desvió la mirada y apretó los labios, para reprimir un sollozo.

—Siempre nadarás contra corriente, −su abuela enfatizó− pero eres inteligente y eso te ayudará a encontrar tu destino.

Idali no soportó más y sus lágrimas inundaron sus ojos.

—Sólo estás aprendiendo con las experiencias que te da la vida, Viento. Ese hombre llamado James no te merecía. Tu error, es que siempre confías demasiado pronto en las personas. Eso tiene su lado malo. Piensas que todo el mundo es genuino como tú y no es así. Alejandro...bueno, es una desgracia. Pero las desgracias suceden a cada momento. Aprende a superarlo. No cambies tu esencia. Tú no tienes ninguna culpa de lo que ha pasado, sin embargo, piensas que sí lo es.

—Abuela...

—No me interrumpas. Nunca he platicado esto, pero te lo confesaré para que comprendas que tú has tenido algo de culpa al escoger a tus hombres y eso no significa que estés marcada por el infortunio.

Nube suspiró.

—Cuando conocí a tu abuelo, me pareció el hombre más detestable del mundo. Me caía muy mal tan sólo de verlo. Como te podrás imaginar, mucho menos lo consideraría como marido. ¡Jamás! Entonces cuando me habló por primera vez, lo mande a volar. Pero había algo en su mirada que me atrajo. En la segunda ocasión que me buscó, no lo dejé ni hablar. Pero... ¿Qué crees que hice?

Idali negó con la cabeza.

—Pregunté a la gente a mi alrededor que pensaban de él.

—¿Eso hiciste?

—¡Claro! Es importante saber lo que otros opinan de la persona que te está interesando. ¿Por qué? Porque ese hombre que te quiere conquistar, te muestra la mejor cara, la cual puede ser muy falsa. Y la única verdad es que los demás lo conocen mejor que tú.

—Pero eso se me hace...

—Es muy necesario, así que hazme caso. Te ahorrarás muchos dolores de cabeza y desengaños, como te pasó con ese James.

Idali rememoró las palabras de Alejandro, cuando él había aconsejado lo mismo.

—Cinco de las seis personas a quienes les pregunté, me dijeron que tu abuelo era un gran hombre. Entonces y solo entonces, lo acepté.

—Abuela...

Nube le enmarcó el rostro.

—Tu corazón vale oro, Viento. No se lo des a cualquiera. Me parece que tu oficio puede ayudarte en eso. Descubre como son ellos antes de que entren en tu corazón.

—¿Por qué no me abofeteas mejor? Me dolería menos, que oír toda la verdad que me dices.

Idali siguió llorando y Nube enjugaba esas lágrimas con ternura. Cuando se calmó, Idali comenzó a contarle las circunstancias en las que había muerto Alejandro.

—Todavía no hay evidencias para explicar lo que le sucedió. –Idali se mordió un labio.

Nube estaba pensativa.

—Después hablé con la señora Jessica, y también me dijo lo mismo. ¡Es de locos! –Idali volvió a alisarse el cabello por detrás de la oreja− ¿Cómo puedo resolver esto, si sólo he recabado información que no tiene sentido?

El Secreto de VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora