Alejandro se puso de pie y con el sobre todavía en su mano salió de la oficina. Recorrió el corto pasillo y se detuvo frente al muro. La foto de Idali adornaba el cuadro de madera y en esa sí sonreía. Su cabello largo y lacio estaba peinado en una coleta. Había algunas felicitaciones de sus compañeros y unos restos de globos que habían sido pegados alrededor de su foto. Alejandro la miró detenidamente. Si...era muy guapa. Y con ese pensamiento que le estremeció su cuerpo, volvió a su escritorio para seguir inspeccionando la documentación. Una dirección...
No le gustaba ser demasiado entrometido, pero sentía que debía investigar las razones por las cuales esa joven renunciaba a la corporación, sin dar la cara para dar una explicación. Desde su punto de vista, no era la manera de dejar un trabajo, por lo que tomó una decisión. Iría a verla terminando el día laboral y entonces lo sabría todo.
Idali metió una última prenda y cerró la maleta. Había ido al banco para verificar el estado de sus ahorros y dio gracias al cielo que todo estuviera tal y como en ese tiempo, pero... ¿Qué estaba diciendo? Ese momento era su presente nuevamente. Y sí, había confirmado que continuaba teniendo una buena suma de dinero. No gastaba en ropa, ni joyas, ni mucho menos en maquillaje, aunque este último pensamiento ya estaba más que debatido. Ni un rostro más sin maquillaje. Era ahora su lema. Pero visitar una tienda para comprarlo, lo dejaría para después. Evocó un recuerdo. Si, su sueldo lo guardaba íntegro, porque tenía la idea de comprar una casa y traer a su abuela a la ciudad. Cerró los ojos al pensar en Nube. La visitaría en cuanto pudiera. Era una promesa. También ahí tenía cosas pendientes por arreglar.
Repentinamente, se oyó el timbre de la puerta y se puso en alerta. Fue rápidamente y miró a través del visor. Su cuerpo se estremeció hasta la última fibra de su ser, al ver que era Alejandro. Miró un poco más y su corazón brincó de alegría. Apretó los ojos con fuerza, reprimiendo las ganas de abrir la puerta y fundirse en un abrazo con él, para decirle que lo amaba con todo su corazón.
—Por favor, Alejandro, —ella susurró— Si me pudiste esperar siete años...puedes esperar un poco más. Vete...
Un toque más fuerte la sacó de sus pensamientos, entonces Idali se tapó la boca y se fue inclinando hasta ponerse de rodillas. Sus lágrimas estaban a flor de piel. Sentía que estaba haciendo lo correcto y por eso se dominó para no estallar en sollozos. Esperó un poco más y ya no oyó nada más. Se puso de pie para asomarse otra vez por el visor y él ya no estaba.
Idali tomó aire para aliviar el nudo de garganta que se le había formado. Se sentía tan triste. Pero tenía que seguir con el plan. Echó un último vistazo a su apartamento y minutos después, salía con la maleta colgando de su hombro. Si, se iba a un lugar que presentía, marcaría la diferencia en el rumbo de los acontecimientos de todos los implicados, en el caso más importante de su vida. Idali parpadeó, mientras se repetía en su mente que ahora todo dependía de cuidar sus acciones, porque ya tenía el conocimiento de las cosas.
Rick Powell tenía los ojos fijos en la pantalla de su lap top, analizando detalladamente la información que había buscado. Su cabello lacio y largo estaba peinado en una coleta. No se había rasurado. Detrás de él se podían apreciar montones de libros y papeles apilados por doquier. Una taza de café y otra de soda, sobre el escritorio. Había varias galletas color rosa, que estaban partidas a la mitad y en ese momento daba otro mordisco a una de ellas. Tenía que terminar esa tesis, pero... ¿Por qué tenía que responsabilizarse por tareas que no eran de él? No lo sabía. Pero se estaba mintiendo a sí mismo. Si lo sabía. La joven a quien le haría el trabajo, le gustaba y tenía la esperanza de conquistarla por haberla ayudado.
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El Secreto de Viento
FantasyCuando sus ojos se encontraron con ese nuevo paisaje, Rick Powell, profesor de física, nunca se imaginó que se vería inmerso en la más increíble realidad. Su vida entera se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Dónde estaba? ¿Qué era esa luz...