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Harriet había descubierto que su parte favorita en toda la casa es el jardín

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Harriet había descubierto que su parte favorita en toda la casa es el jardín. Era un lugar tan hermoso y grande que la hacía sentir como si estuviera dentro de un cuento de hadas, parecido a los que la señora Andrómeda le contaba por las noches, antes de dormir. El señor Regulus había sido claro: "Pueden jugar en el jardín siempre que se mantengan cerca", y Harriet lo tomaba muy en serio. Le gustaba obedecer; Sentí que así también podía demostrar lo mucho que apreciaba todo lo que le daban.

Su hermano Harry la acompañaba a menudo, pero Harriet sentía que él no veía el jardín del mismo modo que ella. El siempre parecía estar pensando en algo más, preocupado, con los labios fruncidos y las cejas ligeramente arrugadas.

—Me agradan—confesó Harriet de repente, mientras ambos caminaban entre los rosales. La luz del sol acariciaba su rostro y calentaba su piel le gustaba lo cálido que era.

Harry la miró de reojo, con curiosidad.

— ¿Qué cosa? —ella no lo miró de vuelta, sino que abrazó su peluche con fuerza. Es el que el señor Regulus le había regalado, y era tan suave. Nadie le había dado nunca un peluche antes.

—El señor Regulus, la señora Narcisa, la señora Andrómeda... incluso el señor Severus—la pequeña enumeraba con sus dedos mientras hablaba hizo una pausa antes de sonreír—Me agradan mucho.

Harry no dijo nada al principio. Solo siguió caminando, pero Harriet continuó hablando.

—La señora Andrómeda siempre nos cuenta historias antes de dormir —dijo con una sonrisa— Tiene una voz tan bonita. La señora Narcisa es increíble también, hizo ese hechizo que nos bajaron las estrellas del cielo, solo para nosotros—exclamó Harriet con admiración, recordando cómo las pequeñas luces habían danzado sobre sus cabezas, un espectáculo que jamas olvidara—Y el señor Severus.. . —su voz se suavizó—aunque él no habla mucho, pero nos da esas bebidas que saben a fresa y siempre nos hacen sentir mejor.

Harriet hizo una pausa, abrazando más fuerte a su peluche, como si eso le diera valor para lo que iba a decir a continuación.

—Y el señor Regulus... —susurró, mirando de reojo a su hermano—Él es el que más me agrada —Hubo un silencio breve, como si estuviera asegurándose de que sus palabras eran ciertas. Lo eran—Él no nos ha castigado nunca, ni siquiera cuando pasaban las cosas raras—Harriet hizo una mueca, recordando los pequeños accidentes mágicos que sucedían cuando se emocionaba o asustaba, pero después sonó—Aunque no son cosas raras, son magia, accidentes mágicos.

Recordaba que Harry tuvo más accidentes que ella, vio como el rostro de su hermano se tensó levemente, pero Harriet no se detuvo.

—El señor Regulus nos deja estar con él en la biblioteca, y nos regaló nuestros peluches tan suaves —dijo mientras acariciaba la tela esponjosa—Nadie nos había dado nunca nada, Harry. Nunca antes —Miró a su hermano, esperando que él también entendiera lo especial que era eso.

Los gemelos Potter y la noble casa de los BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora