Capítulo 8

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LISA

El beso de Jennie había dejado mis pensamientos en completo desorden. Apenas unas horas atrás, ella era simplemente una rival, alguien con quien debía mantener las distancias, tanto en el ámbito personal como en el profesional. Y ahora... ahora todo eso se había desmoronado. ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo hubiera conseguido afectarme de esta manera?

Mientras el eco de su beso aún resonaba en mis labios, me preguntaba cómo había sucedido. ¿Cuándo había comenzado a sentir esta atracción por ella? Intenté negarlo, pero el fuego que ahora ardía en mi interior no podía ser ignorado. No podía seguir pretendiendo que Jennie no significaba nada. Había algo en ella que me desafiaba, que sacudía cada fibra de mi ser. Su confianza, su seguridad... y ese momento, cuando me besó sin pensarlo dos veces.

Era algo nuevo, algo que jamás había experimentado. Yo, que siempre había tenido el control en todo, ahora me encontraba a merced de un impulso que ni siquiera comprendía del todo. Había algo en Jennie, algo que me hacía querer acercarme y, al mismo tiempo, retroceder.

El problema no era solo el beso. Era lo que representaba. Todo lo que había construido en mi vida, la fortaleza de mi carácter, la distancia que ponía entre los demás y yo, se tambaleaba. Jennie había cruzado esa barrera, y yo, en lugar de apartarla, la había dejado entrar.

Sentía una mezcla de emociones: confusión, atracción, deseo... Pero sobre todo, un miedo latente de que esto pudiera hacerme perder el control. No podía permitirme debilitarme, especialmente por alguien como Jennie, con quien siempre había mantenido una tensa rivalidad. Pero, ¿acaso ya no era demasiado tarde?

La atracción que sentía por ella era intensa, casi palpable, y lo peor de todo era que había crecido en tan poco tiempo, casi sin darme cuenta. No me reconocía a mí misma. Me había permitido llegar a este punto, y ahora, me preguntaba si podría seguir siendo la misma Lisa de siempre, aquella que nunca dejaba que nadie se acercara demasiado.

Suspiré, intentando calmar mi mente. Había mucho que procesar, pero sabía que esto no podía ignorarse. Jennie había desatado algo en mí, algo que no podía controlar tan fácilmente. Y eso, más que el beso en sí, era lo que me aterraba.

El pulso de nuestros corazones llenaba el silencio entre nosotras. Estábamos tan cerca que podía sentir la calidez de su respiración en mi piel. El beso aún quemaba en mis labios, y el espacio entre nosotras se había vuelto insoportablemente pequeño. Jennie y yo, dos fuerzas que siempre habían chocado, ahora nos encontrábamos en un punto donde la tensión había estallado de manera inesperada.

De pronto, un golpe firme resonó en la puerta, rompiendo el momento de una manera brusca y violenta. Ambas dimos un respingo, como si hubiéramos sido sorprendidas haciendo algo prohibido. Me aparté de ella rápidamente, luchando por recuperar mi compostura. Jennie hizo lo mismo, desviando la mirada mientras se llevaba la mano a los labios, como si aún pudiera sentir el rastro del beso.

-¿Estás esperando a alguien? -pregunté, tratando de mantener mi tono neutral, aunque mi corazón aún latía desbocado.

Jennie negó con la cabeza, su rostro aún enrojecido por lo que acababa de suceder.

-No... nadie debería estar aquí -murmuró, evitando mis ojos mientras su respiración seguía agitada.

Otro golpe en la puerta, más insistente esta vez, nos recordó que el mundo exterior seguía existiendo, y que no podíamos quedarnos en este momento indefinidamente.

-Será mejor que veamos quién es -dije con más frialdad de la que sentía, intentando recuperar el control de la situación.

Ambas sabíamos que la interrupción había sido oportuna, pero no podía ignorar el hecho de que algo había cambiado entre nosotras. Había una tensión latente que ya no podíamos fingir que no existía, y lo que sucedió justo antes de la interrupción sería imposible de olvidar.

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