Capítulo 4

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LISA

La noche había caído sobre la ciudad, y mi oficina, que normalmente era un refugio de control y precisión, ahora se sentía pesada, casi asfixiante. Cerré los documentos de la colaboración con Jennie, satisfecha de que todo estuviera listo, pero algo seguía perturbándome. No podía identificar exactamente qué era. Jennie había sido desafiante, como siempre, pero ese no era el problema. Había algo más, algo que no me dejaba tranquila.

Me acerqué a la ventana, dejando que la fría luz de los rascacielos de la ciudad intentara calmar mi mente. El control era algo en lo que siempre había sido experta. Pero hoy, en esa reunión con Jennie, algo se había desajustado. Ese cruce de miradas, esa manera en la que no cedía ni un milímetro... me había provocado una reacción que no esperaba. No era atracción, no podía ser eso. Era algo más profundo, algo más inquietante, como si me estuviera empujando fuera de mi propia zona de confort.

Inhalé profundamente, tratando de disipar el malestar, pero cuanto más lo pensaba, más claro se hacía que Jennie había dejado una huella. Sentí un impulso extraño, como si estuviera perdiendo el control, y eso era algo que no podía permitir. Me pasé una mano por el cabello, frustrada. "Es solo competencia", me dije a mí misma. "Eso es todo".

Pero no. Sabía que no era tan simple. Jennie había llegado a desordenar algo en mí, y ese pensamiento me enfurecía. Yo era Lisa, siempre al mando, siempre con la ventaja. Sin embargo, hoy, ella había hecho tambalear ese equilibrio.

<<Estás exagerando>> , murmuré, negando ese pequeño temblor interno que me recordaba lo que había sentido. No podía permitirme pensar más en ello. Jennie no era más que otra empresaria ambiciosa, una más en mi lista de competidores.

Apagué la luz de la oficina, dejando atrás cualquier vestigio de esa incomodidad. Esto no significaba nada. Solo era un impulso pasajero, algo que podía controlar como siempre lo hacía. Pero mientras me dirigía a la puerta, no pude evitar pensar en la próxima vez que nos viéramos. Tendría que estar más preparada, más firme. No podía permitirme vacilar de nuevo.

Con esa última resolución en mente, salí de la oficina, decidida a mantener todo bajo control, aunque una pequeña parte de mí supiera que algo ya había cambiado.

Estaba cansada, el día había sido interminable, y lo único que deseaba era regresar a mi penthouse, un refugio de lujo y tranquilidad lejos del caos de la ciudad. A pesar de haber cerrado el trato con Jennie, su presencia seguía rondando en mi mente. Quería dejar atrás ese impulso inexplicable que había sentido en la oficina, pero era más difícil de lo que esperaba.

Salí del edificio y caminé hacia mi limusina que ya me esperaba en la entrada. El aire nocturno era fresco, y por un momento sentí que podría despejar mi mente en el camino a casa, tal vez disfrutar de la vista desde mi penthouse para recuperar el control.

Subí a la limusina, decidida a volver a mi penthouse y dejar atrás el encuentro inesperado con Jennie. Aún sentía el eco de nuestra breve conversación rondando en mi mente. La empresa de Jennie no estaba precisamente cerca de la mía, así que la posibilidad de volver a cruzarnos en la misma noche debería haber sido mínima... y sin embargo, ahí estábamos, de nuevo en la misma órbita, una realidad que me frustraba.

El coche arrancó, deslizándose por las avenidas iluminadas de la ciudad. Mientras avanzábamos, miré por la ventana intentando distraerme con el paisaje urbano. Pero mi mente no me dejaba en paz. La tensión con Jennie había sido palpable, como siempre, y aunque intentaba ignorarlo, el impulso que había sentido desde nuestra primera reunión seguía acechándome.

La distancia entre nuestras empresas debería haberme dado un respiro, un espacio para pensar en otras cosas, pero era como si Jennie se hubiera instalado en mi cabeza. Las luces de la ciudad se sucedían, pero mi mente seguía atrapada en ese intercambio. ¿Qué había en ella que me desafiaba tanto? ¿Por qué su presencia me hacía tambalear?

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