La mañana siguiente, en el Hospital Genital hay una ausencia muy grande. Fructuoso tiene el día libre. Afrodisio lo sabe y no puede dejar pasar la oportunidad de contar todo el cotilleo de los últimos días a sus compañeros del servicio. La noche anterior, como es una persona ociosa y no tiene mucho que hacer, decidió seguir a Fructuoso para enterarse de que había ido ni más ni menos que a la plaza de Chueca. A un bar gay. No entró porque no tenía entrada, pero se quedó esperando fuera, de incógnito, en un banco de la plaza, a ver cuándo salía.
Y tardó en salir. Y lo peor es que salió acompañado. Acompañado por un twink. Afrodisio tenía los ojos como platos. "Esto se lo tengo que contar a los del servicio", pensó. Pero ahí no quedó la cosa. Ya que había llegado tan lejos, quería llegar hasta el fondo del asunto. Tenía que seguir a Fructuoso y al twink a donde sea que fuesen. Y los siguió. Por un momento pensó que iban al Boyberry, pero entonces vio que se metieron en el portal del mismo edificio.
Decidió esperar un rato, pero pasaba el tiempo y no salía nadie de ahí. Así que se resignó y se fue a su casa, que había que madrugar. Y ahí está hoy, en el Hospital, deseando que estén todos los compañeros reunidos para contarlo todo con pelos y señales.
—Bueno, ya estamos todos... —procede a decir antes de comenzar con la sesión del servicio.
—Bueno... A ver cómo están nuestros pacientes hoy —exclama Bonifacio inocentemente.
—Primero que todo, tengo que contar una cosa mucho más importante —Le corta Afrodisio, que tiene muchas ganas de contarlo todo—. ¡¡He pillado a Fructuoso en un bar!! ¡Un bar GAY!
—¡Ay mai! —grita Amador—. Que va a ser bujarrón de verdad.
—¡Y encima salió acompañado ni más ni menos que de un twink!
—¡Ay mai! ¡Que el Fructu tiene cuqui! O cuco...
—Vaya que si tiene cuco...— Sigue Afrodisio—. Porque luego se fueron a una casa (muy cuestionable la casa, por cierto, que estaba en el mismo edificio que el Boyberry, conocido bar de GAIS) y ahí siguieron horas... Yo, por supuesto, me fui a mi casa, que tengo una vida...
—Para tener una vida, bien que lo sigues...—Intervino Atanasia cuestionando a su joven compañero al que conocía desde residente y del que reconocía que tenía una personalidad un tanto cínica.
—Porque me preocupo por mis compañeros, a saber en qué líos se está metiendo el bueno de Fructuoso, jiji —dice en tono jocoso Afrodisio.
—Además esto está totalmente fuera de lugar, cada uno con su intimidad que haga lo que quiera —añade Atanasia intentando poner orden.
—No pasa nada por hablar de estos temas, deja al chaval que experimente —interviene Bonifacio claramente interesado en el chisme.
—Pues yo tengo un amigo maricón y no pasa nada —Pone orden Amador.
Las residentes no dicen una sola palabra, solo escuchan, aunque debajo de la mesa iban retransmitiendo el salseo por el grupo para las que rotaban fuera fuesen conscientes.
—Bah, paso, no os gusta un buen salseo. Así no se puede —sentencia Afrodisio. Y se va de la sala, sin quedarse a la sesión.
—Pero... Que le toca pasar planta a él... —señala Atanasia preocupada por el buen funcionamiento del servicio—. Tendrá que escuchar qué ha pasado en la guardia. ¿Qué ha pasado? —preguntó mirando a la residente menor.
—Nada —respondió Yamile con su única aportación de la mañana.
—Bueno pues ya está —concluye la jefa del servicio.
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Hospital Genital
RomanceUna bella historia sobre el amor prohibido entre un urólogo y su paciente.