Capítulo 3

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16 de enero, 2015.

No es que yo me obsesione fácilmente. Solo me había pasado una vez. Hacía ya mucho tiempo que mi mente había sido ocupada por una mujer de esta manera, solo que ahora, sabía que estaba interesada en alguien que apenas conocía.

En un par de días me había asegurado en averiguar quién era esta mujer, no porque me pareciera peligrosa o algo así, sino porque mi curiosidad había sido despertada con fuerza.

Abril Garza tenía algo interesante, algo que movía mis entrañas cada vez que pensaba en ella. Solo que no lograba averiguar qué.

-Es una mujer encantadora - murmuró Clark desde mi derecha. Cerré los ojos un segundo y decidí ignorarlo-. No ha estado casada -leyó mi amigo el expediente en la computadora - no ha estado en la cárcel y ni siquiera tiene una multa. Es interesante.

Suspiré y apagué el computador, me giré para mirar a Clark.

-¿Qué? -dijo el-. ¿Vas a negar que te gusta?

-No pienso decir nada, eres peor que mi madre, no te lo habían dicho-. Clark volteo sus ojos y sacó una rosquilla de mi caja tranquilamente.

-Tu madre es una mujer muy dulce así que no me siento ofendido-. Volteé mis ojos y alejé la caja de rosquillas de mi amigo.

Clark arrugó su frente al ver que guardaba la caja en un cajón

-Y mi madre también te considera dulce, divertido

Clark soltó un bufido.

Al notar que iba a continuar su conversación me puse de pie y tomé mi chaqueta. -Me voy, estoy cansada y tengo hambre de comida real..

Clark me sonrió

-¿Me regalas una rosquilla?

Evité reírme al oírlo.

-Como quieras -terminé por decir- solo bota la caja luego, no la dejes en mi cajón.

Mi amigo asintió. Negando suavemente con mi cabeza al verlo sacar la caja de rosquillas y comenzar a comer, me alejé de él.

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Ya en mi departamento observé todo alrededor y suspiré.

Tenía que salir de allí, salir a beber y si tenía algo de suerte acostarme con alguien, y si no la tenía, por lo menos relajarme un momento. En verdad que lo necesitaba.

Cuando llegué a un bar poco conocido de la ciudad me senté tras la mesa que siempre ocupaba y observé a mi alrededor. Había varias mujeres solas y que probablemente estaban allí por la misma razón que yo, solo que ninguna llamó mi atención, ninguna movió mi piso o por lo menos, mi pantalón.

Suspiré al darme cuenta de que estaba allí por nada, hubiera sido mejor quedarme en mi departamento para beber.

Luego de que sirvieran una cerveza observé mi reflejo en el espejo a un lado. Mi cabello rubio estaba un tanto desordenado, pasé una mano por él y observé como las puntas se curvaban de nuevo, no había nada que hacer. Por más que lo cortara siempre era igual. Mis ojos avellana me observaron entre aburrida y molesta, como si me recriminaran el estar allí. Arrugué mi frente un segundo y observé las suaves arrugas en mi rostro sobre mi piel blanca. Solté un bufido que me hizo sonreír un segundo y mis labios llenos casi hicieron una mueca. Aún ni bebía lo suficiente y ya me estaba comportando como una idiota.

Agarre la botella de cerveza y justo cuando iba a beber me congele ante la imagen que me mostró el espejo.

Más allá, en la barra, observe a una mujer sentada de forma relajada. Reconocí enseguida el cabello peli castaño amarrado en una trenza, también la espalda y ese trasero. Sentía que los conocía como si siempre los hubiera observado.

Your's | Rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora