Capítulo 8

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15 de febrero, 2015.

Arrugué mi frente mientras observaba al grupo de chicos delante de mí. Junto con Clark los habíamos detenido por beber en la vía pública, ya de por si era obvio que ninguno alcanzaba la mayoría de edad, pero parecía que no les importaba.

Clark llegó a mi lado y me observó unos segundos.

—¿Qué crees? —me dijo suavemente.

Los tres chicos delante de nosotros me observaron enseguida.

Alcé una ceja al ver la expresión que mantenían. Aunque deseaban mostrar que no les importaba era claro que no era así. La palidez en sus rostros lo demostraba.

—No lo sé —me encogí de hombros como si no me importara—, quizás una noche tras las rejas les enseñe a no beber a plena luz del día en medio de la calle.

—Pero —dijo uno de ellos, observó a sus amigos un segundo —debemos ir a la escuela.

Los chicos a su lado lo miraron molesto.

—Si no les importó a ustedes porque debería importarnos a nosotros —gruñó Clark. Me trague mi sonrisa. Al hombre le gustaba ser el malo de la película.

—O quizás deberíamos llevarlos con sus padres —dije.

Al ver que palidecían aún más alcé una ceja.

—No, nosotros no... —comenzó a decir uno de los chicos, el más preocupado.

—Cállate, idiota —soltó el otro.

Clark me miró un segundo y asentí.

Él claramente era la mala influencia entre los tres.

—Vamos a dejar pasar esto porque es la primera vez, pero quedará registrado —aseguré. Me acerque a ellos —si nosotros, o uno de nuestros compañeros los encuentra de nuevo no resultará solamente en una advertencia.

Dos de ellos asintieron en seguida.

Luego de anotar sus datos les permitimos irse. Observé a Clark un segundo. —Siempre hay uno —le oí murmurar.

Asentí.

Ya no me sorprendía esto. Estaba acostumbrada a encontrar chicos así, lamentablemente no podía hacer mucho por ellos más que darles una advertencia o encerrarlos una noche. Si a sus padres no les importaba, sabía que la situación no cambiaría.

Luego de patrullar como siempre, nos detuvimos delante de mí tienda favorita. Me apoye en el vehículo mientras esperaba a que mi amigo terminara de comprar. Observé hacia el frente, a la pequeña librería de Abril y al letrero de cerrado.

Hacia una semana que ese lugar estaba cerrado y no sabía por qué.

La primera vez que lo había visto había llamado a Abril preocupada enseguida, pero ella solo me había dicho que había salido de viaje. Nada más.

—Toma —dijo Clark y me entregó una taza de café. Lo miré un segundo. Clark se apoyó a mi lado. —¿Y cuando regresa? —preguntó él. Suspiré.

—No lo sé, no he vuelto a hablar con ella. Clark me miró alzando una ceja.

—¿Y por qué rayos no la llamas?

Solo miré al frente.

No le iba a decir que no la había llamado porque me sentía muy atraída por una mujer que apenas conocía. No quería relajarme con ella y descubrir como siempre, que era la única verdaderamente involucrada en la relación.

—Cobarde —murmuró Clark y lo miré enseguida. Mi amigo sonrió.

—¿Y eso a qué se debe? —. Alzó una ceja y bebió café.

—Lo eres —se alejó de mi—. Llámala de una vez y cambia esa cara, al parecer esa mujer te hace bien.

Volteé mis ojos y negué.

Esperaría un poco más, unos días más antes de llamarla. Y si las cosas seguían igual, me obligaría a no pensar más en Abril y lo que me hacía sentir.

Your's | Rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora