Capítulo 10

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Eso fue todo lo que pude soportar. Me puse de pie enseguida y la levanté para que me abrazara con sus piernas. La llevé a mi habitación para depositarla sobre la cama, todo esto sin dejar de besarla.

Besé su cuello y abrí su blusa. Sentí los dedos de Abril en mi cabello y cuello y regresé a su boca. Me dedique a explorar y acariciar con mi lengua, a saborear la suya y morder sus labios. Cuando por fin pude abrir su blusa sin romperla Abril se levantó y me ayudo a desvestirla. Tomé aire al verla en ropa interior, y si en ese mismo segundo hubiera sabido quien diseño ese elegante y pequeño conjunto, le habría dado una ovación.

Mis dedos recorrieron la piel de su vientre y cadera. Me acomode sobre ella, con ambas rodillas a sus lados para poder acariciarla como deseaba.

Abril solo me dejó hacer, la observé mientras la tocaba en completo silencio. Cuando la miré a la cara ella dejó de morder su labio y llevó sus manos a su sujetador. Luego de quitárselo y dejarlo caer a un lado, gemí.

Quería esos picos duros y rosados en mi boca. Me dedique lo más que pude a probarlos, a acariciarlos con mi lengua, pero cuando ella gimió mi nombre le quite las bragas de una vez, luego me alejé lo suficiente para desvestirme y tomar un condón del paquete que mantenía en un cajón.

Seguí besándola mientas mis manos la recorrían con hambre, me alejé para bajar a sus pechos y tomar un pico en mi boca. Adoré sentir su pezón tenso contra mi lengua, tomé el otro con sus dedos y lo acaricié, tirándolo y apretándolo levemente.

Ella me llamó en un jadeo y enredó sus dedos en mi cabello, me acercó más a su pecho. Lo agarré con mis dientes para jalarlo un poco. Ella volvió a jadear. Me moví al otro para darle el mismo tratamiento. Mis dedos bajaron por su vientre, su cadera y su muslo. Subí hasta acariciar su trasero y moverme hacia su centro. Donde mis dedos hallaron su humedad, cálida y resbaladiza

Gemí.

—Quiero probarte —gruñí.

Ella me miró y asintió un poco.

Con eso bajé dando besos por su vientre, me detuve un segundo en su ombligo para acariciarlo con mi lengua antes de acomodarme entre sus piernas.

Con ambos pulgares acaricié sus labios y la abrí para mí. Abril separó más las piernas permitiéndome tener un completo acceso a ella. Me acercó hasta que pude olerla y suspiré.

Supe enseguida que jamás podría olvidar su esencia, y menos aún la imagen de su sexo abierto para mi disfrute. Así que sin pensarlo simplemente la probé, y luego ya no era suficiente.

Mi lengua acaricio su entrada unos segundos, subí hasta la perla tensa que tenía delante de mí para chuparla. Abril gimió y volvió a hacerlo, muchas veces hasta que ella comenzó a mover sus caderas contra mí. Introduje dos dedos en su canal y gemí. Estaba tan caliente y apretada. Seguí acariciándola, probando su dulce néctar y rozando su tenso nudo. Cuando ella comenzó a temblar cerca de su orgasmo introduje tres dedos en ella y mordí con delicadeza su clítoris.

Abril gritó su orgasmo mientras levantaba su espalda y temblaba. Mientras aún estaba corriéndose me levanté y agarré el condón, me lo puse increíblemente rápido y la penetré. Comencé a moverme enseguida, a introducirme en su cuerpo con energía.

—¡Dios! —le oí decir y observé su rostro. Ella me abrazó con sus piernas y me atrajo para besarme.

Penetré con mi lengua la boca de Abril al mismo ritmo de mis caderas, cada vez más rápido y profundo.

Como me di cuenta de que estaba a punto de correrse la acaricié entre las dos, ella jadeó y se alejó de mí un poco.

—Me voy a... —ella gimió —de nuevo... —susurró.

—Hazlo —gruñí tensa

Ella gimió y se revolvió debajo de mi cuerpo.

—Córrete conmigo —le oí decir un segundo antes de que ella encontrara su liberación.

Gemí al sentirla convulsionar a mi alrededor y la seguí enseguida.

Cuando logré recuperar el aire suspiré y me acosté al lado de Abril. Gemí suavemente luego de quitarme el condón y botarlo a un papelero cercano. Paso un par de minutos antes de mirarla y ver que se había quedado dormida, la tomé de un brazo y empujé suavemente sobre mi pecho, nos cubrí a ambas con una sábana. Permanecí despierta solo unos minutos, disfruté lo más que pude de su cuerpo junto al mío antes de caer en la inconsciencia.

Cuando desperté la mañana siguiente descubrí que estaba sola y con una erección. Al escuchar ruidos miré hacia la puerta. Abril estaba allí, apoyada en el marco de la puerta con una taza de café humeante en sus manos, mirándome. Sonreí.

—Buenos días —dije con voz ronca.

Ella me observó de pies a cabeza.

Me puse de pie y caminé hacia ella. Cuando llegue cerca tomé su taza de café negro y bebí. Sonreí al verla entrecerrar los ojos.

—Que bien que nos guste el mismo café.

—Negro, caliente y sin azúcar —dijo ella, asentí.

Volví a beber sin dejar de verla, y aun con una erección. Cuando la vi observar mi cuerpo y cuanto la deseaba, evité volver a sonreír.

—Aunque me gustaría quedarme —me miró a los ojos —no puedo.

La vi examinarme largos segundos, se lo permití más porque me causaba diversión ver la expresión que mantenía. Era como si pensara en algo muy importante y esto tenía que ver con mi cuerpo.

—Quizás tenga unos minutos —la oí murmurar

Sonreí y dejé la taza de café en un mueble, me acerqué a ella hasta rodear su cintura con mis brazos.

—¿En qué piensas?

—En un rapidito—. Me reí entre dientes al oírla.

—¿Si? —murmuré y besé su cuello.

—Si te dijera, quiero que me inclines contra la cama, con mis rodillas en el suelo, me subas la falda y entres en mí, ¿lo harías?

Me congelé enseguida.

Luego la miré y agarré su mano.

En menos de un segundo la tenía como me lo había dicho. De rodillas al lado de la cama, con su pecho sobre ella y la falda arrugada en su cintura. Luego de ponerme un condón moví su ropa interior a un lado y la penetré con dos dedos. Gemí al sentirla ya húmeda.

—Hazme acabar rápido —jadeo ella al sentirme.

Sonreí un poco.

—Veamos qué tan rápido puedo hacerte acabar —le dije cerca de su oído e ingresé a su cuerpo.

Ella gimió y lo hice de vuelta al sentirla a mi alrededor. La tomé con energía, mientras acariciaba su trasero y mis dedos llegaban a su hinchado botón. Me concentré solo en ella, en darle lo que quería, en hacer estremecer su cuerpo.

Veinte segundos después la oí jadear y temblar mientras se corría. —Samantha —me llamó y eso fue lo que necesite para seguirla.

Your's | Rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora