Capítulo 7

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Entre enero y febrero, 2015

Pasó una semana completa antes de que pudiera volver a ver a Abril, pero apenas tuve tiempo la llamé e invité a tomar algo, la suerte es que ella aceptó.

En esta segunda cita estuvimos hablando cómodamente y aunque me hubiera gustado besarla como la última vez, me alegré más de conocer sobre ella. Hablamos sobre el trabajo, como su negocio solo sobrevivía y aun así le gustaba. Ella me preguntó sobre mis hermanos y cómo es que aún seguía trabajando para la policía si ellos ya habían sido ascendidos. Terminé confesando que sinceramente no me interesaba y que, aunque me hayan ofrecido dos veces el puesto de homicidios los había rechazado. Me gustaba patrullar por las calles, atrapar a los malos y acudir al llamado de ayuda. Todo lo demás era estresante para mí.

En la tercera cita paseamos por el parque tomadas de las manos y charlando muy animadas, esta vez la besé. No fue con tanta desesperación como en mi departamento, pero si con la suficiente pasión como para que fuera difícil de alejarme, haber sentido el sabor fresa de sus labios me tiene mal.

Además, ese mismo día descubrí que ambas éramos muy ordenadas y que nos gustaban casi las mismas películas y algunos grupos musicales. También descubrí que en otras cosas no concordamos como en la comida china y así como ella la odiaba a mí me encantaba. Así como ella detestaba conducir y prefería ir en transporte público, le pregunté si estaba loca y solo me respondió qulos locos estaban los que conducían en una ciudad donde el promedio de velocidad, debido a los atochamientos, no superaba los treinta kilómetros por hora.

Fue en la cuarta cita donde por fin pude tenerla de nuevo en mi departamento.

Estábamos viendo una película cualquiera en la televisión, simplemente disfrutando de la compañía de la otra en silencio. Abril estaba sentada con sus piernas sobre las mías y su cabeza apoyada en mi brazo.

Durante la película mis dedos acariciaron su pantorrilla lentamente. Me entretuve más haciendo círculos con mi pulgar sobre su piel que con la televisión. Solo que cuando apareció una escena de sexo mis dedos se congelaron.

Como vi que la escena continuaba y no hacían esos cortes donde saltaban al siguiente día me giré para ver que ella me estaba mirando.

—Creo que ya es tiempo de avanzar en la relación —murmuró como si nada. Luego giró su rostro en mi dirección y sonrió suavemente.

—¿Y qué tanto podemos avanzar? —. Ella movió las piernas de mi regazo, se levantó y luego se sentó a horcajadas sobre mí.

Observé sus muslos a cada lado de los míos y como su falda me dejaba ver las medias que llevaba, además de sus portaligas.

Me quejé suavemente. No había nada más erótico que una mujer en portaligas.

—Ahora vamos a pasar a las caricias —murmuró, la miré enseguida.

—Caricias —repetí, alzó una ceja—. Me haces sentir como una adolescente —en el amplio sentido de la palabra, pensé.

—Mm, a mí me gustan las caricias—. Sus manos se movieron por mi pecho y acariciaron hasta mi vientre, el cual se contrajo un poco.

Tomé aire para tranquilizarme e hice lo mío al mover mis manos por sus muslos hasta tocar el borde de sus medias. Su boca recorrió mi mandíbula hasta mi oído.

—¿Las caricias tienen un límite? —pregunté con voz ronca y luego inhalé suavemente su aroma.

—No —río suavemente, su aliento en mi oído mando un estremecimiento por mi columna—. No somos adolescentes —besó mi mentón —así que no hay límites, pero seguirán siendo caricias—. Me miró a los ojos unos segundos antes de besarme.

Your's | Rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora