Preparativos, una pareja extraña, e interacciones inesperadas

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Claire llamó a esa mujer sin pensar al reconocer sin problema el característico perfil de su doncella.

Pero ahora, mirándola de frente... no había manera de que esta mujer fuera Rae, ¿verdad?

Su color de pelo era el mismo, pero era varios centímetros más largo, lo suficiente para atarlo en una elegante cola de caballo, dejando sueltos unos mechones a los costados de su rostro, lo cual ocultaba un poco otros rasgos.

Sus ojos también eran del mismo hermoso tono rojo de Rae, con la diferencia de que frente a ellos se colocaban unas lentes, dando un aire algo intelectual a esta persona.

"¿M-me conoce?" preguntó con un nerviosismo que ni ella entendía de dónde venía.

La mujer soltó una risita.

"Claire François, hija del ministro François, ¿cierto?" preguntó, y Claire sintió su rostro enrojecer.

¿Cómo había olvidado su título que tanto repetía?

"Discúlpeme por llamarla por su nombre hace un momento, fue la sorpresa de encontrar a alguien tan importante" se disculpó con un tono respetuoso que dejó en claro a Claire que esta mujer no podía ser Rae.

Su plebeya nunca hablaría con tanta consciencia de sí misma.

Aunque a Claire no le había importado en lo más mínimo esa "falta de respeto"; de hecho, su nombre saliendo de los labios de esta persona le había dejado sensaciones extrañas.

Trató de recomponer su imagen digna y concederle su disculpa cuando recordó que ella misma le había gritado plebeya hace un momento.

Y observando la apariencia de esta persona, no solo era imposible que fuese Rae, sino que tampoco parecía ser una simple plebeya.

Traía pantalones de vestir marrones y un suéter azul por encima de una camisa, un vestir algo masculino, pero que le sentaba más que bien. Y más que nada, esta mujer se veía como alguna maestra o personal de la Academia.

"Discúlpeme usted por cómo la llamé hace un momento, es que la confundí con..." Claire se detuvo ahí.

¿Con su empleada? No podía decirle eso.

"La confundí con una compañera", dijo en un tono rígido, esperando que la mujer no la cuestionara.

"Vaya, qué gran halago." Para su suerte, la mujer no la cuestionó, solo volvió a soltar una risita.

¿Tan graciosa era la situación para esta mujer?

Al calmarse, la castaña volvió a mirar a Claire, esta vez directamente a los ojos, de una manera que ya era inquietantemente familiar para la rubia.

De alguna forma le recordaba a las primas Barbet. Esa mirada en ambas que parecía guardar un aprecio profundo hacia ella sin razón aparente.

Claire ya había tenido suficiente de miradas raras estas últimas semanas, así que esto debería molestarla, debería solo ignorar a esta desconocida y seguir su camino.

Pero... algo en esa intensa mirada parecía hipnotizarla; se sentía vulnerable, expuesta sin razón, pero de alguna manera no la incomodaba.

Me enamoré de la villana- Una sensación conocida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora