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Want you back

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Londres, 19 de Abril de 2024

𝑳𝒂𝒄𝒆𝒚.

Hacía apenas una semana que estaba en Londres.

Desde entonces mi padre se había estado recuperando del infarto mientras que yo cuidaba de él y ultimaba mi mudanza.

Hacía unos días que había contratado una empresa para que me trasladara todas las cosas que tenía en Santander, aquí. La casa no sería un problema porque estaba segura de que volvería en algún momento, aunque fuera de vacaciones.

Problemas de ricos.

Ese viernes, comenzaba una nueva jornada de la Premier League y no con un partido cualquiera.

Ese día jugaba ni más ni menos que Neighbourhood of Hale F.C., rival eterno de Westminster, y lo hacían en casa contra un equipo de mitad de la tabla.

Bueno, como nosotros ahora: mid-table team.

A pesar de que en esa recta final de temporada nos hubiéramos colocado a dos posiciones de Europa, Westminster llevaba una temporada y media sin levantar cabeza. El año anterior acabamos en el puesto once de veinte y sin ningún trofeo nuevo en el palmarés.

Era incluso vergonzoso pensar en la temporada pasada y, a pesar de la mejoría, quizás también en esta.

Para un equipo como el nuestro era un fracaso quedar por debajo de los tres primeros.

Estar luchando por Europa era simplemente una humillación.

Yo estaba sentada en el sofá de color gris del salón, mirando la pantalla plana que había encendido para ver el encuentro de los de Manchester.

Siempre que pensaba en el nombre de esa ciudad, una punzada atravesaba la parte baja de mi espalda.

Pero en ese momento, antes de que me diera tiempo a darle muchas vueltas, mi padre entró al salón.

El mismo hombre que debía estar reposando en su cama.

—¡Papá! —exclamé con preocupación en castellano, regañándole—. No deberías levantarte.

—Hija, ha pasado casi una semana. Me encuentro perfectamente. —su acento intentó tranquilizarme—. ¿Juega Hale? —preguntó, señalando a la televisión, donde se veía a algunos jugadores vestidos con chándal gris calentando.

—Sí —confirmé—. Siéntate, voy a hacerte un té.

—De eso nada —se negó—. Yo me voy a hacer un té, y no hay más que hablar.

—Tienes que descansar —le reproché de nuevo. Si había alguien más testarudo que yo, ese era mi padre.

—Lacey, seré mayor, pero no estoy senil.

—Te ha dado un infarto.

—Y no me he muerto —dijo, para después dejar salir una carcajada al darse cuenta de lo que había dicho. Mi cara era un poema. Además, dicho con su acento inglés sonaba mucho más cómico, así que me guarde las ganas de reírme, porque no le ganaban a la preocupación.

—¡Papá, por dios! —exclamé, escandalizada.

—¿Quieres tú un té? —preguntó escabulléndose hacia la cocina.

—No, gracias.

Mientras mi padre preparaba su merienda improvisada en la cocina, el partido de la televisión comenzó.

Home is where the heart is//London #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora