Home is where the heart is//London #1

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The night we met

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Oporto, 29 de mayo de 2021
(tres años antes)

𝑱𝒂𝒚𝒅𝒆𝒏.

El césped bajo mis pies parecía más verde que nunca. El brillo en el estadio, en el cielo, en todo el ambiente en general, era el más reluciente que mis ojos habían llegado a presenciar.

Las expresiones de mis compañeros de equipo y amigos en sus rostros eran de alegría pura, mientras esperábamos a que organizaran el escenario donde recibiríamos nuestras medallas de campeones de Europa y la ansiada copa que acabábamos de ganar.

Miré hacia la grada donde estaban los familiares que se habían desplazado a vernos. Todos mis hermanos y hermanas estaban allí—que no eran pocos—, mi madre, mis sobrinos. Ellos no dejaban de celebrar, hablando animadamente, dando saltos o cantando sobre la música que sonaba en los altavoces.

Al verme mirando, todos me saludaron enérgicamente. Yo les devolví el saludo, con una sonrisa radiante en la cara.

Si esto significaba estar en la cima del mundo, no quería bajar nunca.

Unas filas más abajo, observé a los Windsor. Jensen estaba pendiente de bajar con nosotros para repartir las medallas, pero antes, me pilló mirándolos y el hombre levantó los brazos en forma de celebración. Yo, a cambió, levanté un puño en el aire con todas las ganas del mundo.

A su lado, su hija Larissa nos miraba con una sonrisa. La muchacha le dio un abrazo a su padre antes de que este se fuera y, finalmente, quedó sola en la grada.

Sin embargo, pareció notar mi mirada sobre ella porque, sin dejar ir su sonrisa, me miró de nuevo. Yo, lejos de avergonzarme, saludé a Lacey con mi mano derecha. Ella carcajeó, un sonido que, aunque no me llegara por el barullo del estadio, podía escuchar en mi cabeza sin ningún problema.

Lacey, entonces, se giró para hablar con Casilda, la novia de Carsten, que habría bajado a celebrar con ella.
No pude evitar quedarme unos segundo de más mirándola. Lacey siempre me había generado curiosidad pero, a pesar de haber compartido años en el instituto, fiestas, salidas y un millón de planes colectivos, nunca habíamos llegado a ser cercanos.

Quizás era la vergüenza, o que quizás me gustaba un poco.

Bobadas.

Mientras mi cabeza daba vueltas pensando, su hermano James apareció por detrás de mi canturreando que habíamos ganado, mientras me agarraba y me levantaba del suelo.

Nos abrazamos en condiciones después de que devolviera mis pies al suelo.

A diferencia de mi distante relación con la medio española, James era unos de mis mejores amigos en el equipo. A pesar de ser un año mayor, el chico siempre me había acompañado en las categorías inferiores de Westminster y habíamos compartido todos los logros. Si jugara con Inglaterra en vez de con España, posiblemente tendríamos incluso el mismo palmarés.

Creo que ninguno de los dos creíamos aún que lo que nos estaba pasando era real. Que acabábamos de ganar la mayor competición europea y lo habíamos hecho uno al lado del otro.

Los altos mandos de la UEFA y los presidentes ya estaban en el escenario repartiendo las medallas de plata a los jugadores de Hale que esta vez no habían conseguido conquistar el título. Su palmarés permanecía vacío en cuanto a la Champions League se refería.

Además, se encontraban solos en aquella fiesta de aficionados de Westminster. Los suyos, habían salido del estadio en cuanto el árbitro había pitado el final, por lo que, además de los jugadores, allí no quedaba ni una sola persona vestida de gris.