Capítulo 2: Trampas

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Después del altercado con el café, ninguno de los dos había hablado con el otro en la última semana. De todas formas, estaban muy ocupados; solo quedaban tres meses para los exámenes finales del último curso, aquellos que dictarían su futuro académico en la universidad (o en un local de comida rápida, donde seguramente acabaría la mayoría de ellos; Vox no tenía muchas esperanzas en su propia tutoría).

Ese último periodo era esencial: era cuando los alumnos debían esforzarse para subir su media y prepararse para la selectividad. Cada examen y trabajo estaba meticulosamente planteado para ayudar a los estudiantes a...

Están haciendo trampa.

Oh, fantástico.

El moreno había irrumpido en su despacho justo en el momento en que sonó el último timbre del día, dando por terminadas las clases. Abrió la puerta y caminó con los mismos aires que un león en la sabana: sobrado de seguridad, se sentó en la silla frente a él y tomó directamente del vaso en su mesa, que contenía una infusión de hierbas recién hecha (porque Vox no había vuelto a tomar café desde aquel pequeño incidente). Ahora desearía haberle puesto más azúcar; eso habría hecho que aquel profesor estirado se escupiera en la ropa.

—¿Pillaste a uno de esos idiotas copiando en un examen? Genial, ponle un 0 y déjame en paz. ¿Qué haces aquí de todas formas?...

Alargó su brazo y, lo más disimuladamente que pudo, tiró el pequeño recipiente de cartón medio lleno a la papelera debajo de su escritorio. Aunque, por supuesto, mirar al contrario a los ojos durante toda esta acción hizo que su disimulo fuera prácticamente nulo.

—No están copiando en un examen; son los deberes. —Alastor, que llevaba en brazos una gran cantidad de papeles que Vox no había notado hasta ahora, empezó a dispersarlos por la mesa, captando así la atención del pelinegro—. No sé cómo explicarlo; las redacciones son... ¡Extrañas! ¡Demasiado perfectas! ¡Tienen que ser copiadas!...

—Les enseñas historia, ¿no se supone que justamente la gracia de esa materia es que todo es copiado?...

Vox tomó distraídamente un par de las redacciones, hechas a mano (Por supuesto... ¿Por qué enviar un cómodo correo electrónico con el archivo en Word si podías matar árboles?)

—¡No así...! Es la primera vez que todos mis alumnos entregan la tarea; usualmente solo lo hace el 80 o el 90% y... ¡Mira esto! ¡Anthony usó la palabra "inverosimilitud"! ¡Inverosimilitud! ¡Estoy razonablemente seguro de haber leído un "aver" en sus exámenes!

Alastor golpeaba ligeramente el folio en su mano con frustración, queriendo saber si el otro tutor se había enfrentado al mismo extraño suceso. Mientras leía los documentos, Vox enarcó una ceja y torció el gesto.

Ah, sí. Han usado una inteligencia artificial generadora de texto. Este idiota incluso copió el agradecimiento de la IA. Qué desgracia de alumnado. ¿Y los tuyos eran los listos? —repasó distraídamente el conjunto de papeles frente a él, agitándolos en el aire mientras se divertía con las robóticas frases de las redacciones—. Y ni siquiera deben haber usado una de las buenas; si van a hacer trampa, al menos que lo hagan con cabeza. ¿Ellos van a ser el futuro del país? Por favor, no podrían ser ni presidentes con lo mal que se les da engañar...

¿Generadora... de texto?...

Levantando la mirada de las hojas, sus ojos se encontraron. Mierda, Alastor se había quedado en la primera frase que había dicho.

Ehhh, sí. Ellos han usado una generadora de texto; es como... tú le das el tema del que te tiene que hacer la redacción y ella te lo escribe perfectamente. Bueno, casi siempre. Depende de cuál uses, y esta era de las malas...

Bajo la Misma Pizarra (Radiostatic/Staticradio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora