Capítulo 6: Pena

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Vox no durmió nada esa noche.

Estaba enfadado, más bien, estaba furioso.

Alastor era un egoísta.

¿Cómo podía siquiera pensar en decirle algo como eso?

Vox no necesitaba saberlo, Vox no quería saberlo.

Ahora percibía cada interacción que había tenido con él de una manera diferente.

Por ejemplo, aunque trataba de seguirle el ritmo al caminar, Alastor casi siempre se quedaba atrás.

El crujir de sus huesos al moverse, huesos huecos y carcomidos que pronto cederían bajo su propio peso.

Su aparente invulnerabilidad frente a cualquier acción que realizara. Se vería muy mal despedir a alguien en fase terminal.

¿Cómo podía atreverse aquel hombre a siquiera salir de casa?

Dando ese discurso sobre que no quería que la gente le llorara en vida y sufriera por su culpa.

Bueno, ahora él estaba sufriendo, así que había hecho terriblemente mal ese trabajo.

¿Cómo había podido Alastor atreverse a entrar en su cabeza, adueñarse de cada pensamiento en ella y luego simplemente desaparecer sin hacerse responsable?

Tras recibir el diagnóstico, lo que debió haber hecho era encerrarse en su casa y morir ahí solo, así verdaderamente no lastimaría a nadie.

Si Vox lo había hecho durante toda su adolescencia sin un motivo de tanto peso, ¿por qué Alastor no pudo hacer lo mismo?

Así Vox no tendría que sufrir las consecuencias de esa acción egoísta.

La acción egoísta de haberlo tratado bien.

El desayuno fue incómodo.

Los estudiantes, enfocados en su tristeza por la vuelta a casa, no se daban cuenta de la tensión que se vivía en la mesa de profesores.

Carmilla y Velvette miraban a Vox. Vox miraba a Alastor. Y Alastor... Alastor simplemente estaba desayunando, el único en aquella mesa totalmente ajeno al ambiente.

Las dos profesoras prefirieron sentarse juntas en uno de los laterales de la mesa, evitando encontrarse en medio de aquel duelo, unilateral, de miradas.

Vox, sentado frente a Alastor, parecía querer derretirlo con la mirada, como si fuese culpable de cada pecado habido y por haber.

Alastor, por su parte, estaba pensando que aquellos pancakes estaban demasiado tiesos para ser siquiera comestibles.

Aquella parsimonia de Alastor solo lo enfurecía más.

Porque Vox estaba enfadado, sí. Enfadado consigo mismo.

"Nacer con el rostro desfigurado es de lo peor que te puede pasar..."

Había jugado la carta de la lástima para tratar de que un enfermo terminal se compadeciera de él.

¿Qué tan triste podía ser eso?

Aunque no era de extrañar en su persona; al fin y al cabo, Vox no era más que un parásito.

Un parásito que se alimentaba de presas compasivas, como había hecho con todas sus relaciones pasadas. Había jugado magistralmente el papel de víctima, justificando su auto-reclusión con la exclusión sufrida en aquellas etapas tempranas de la niñez.

Bajo la Misma Pizarra (Radiostatic/Staticradio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora