Capítulo 3: Acuario

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Vox estaba enfadado; vaya novedad...

Había tenido el ceño fruncido desde el momento en que se despertó, mientras desayunaba, cuando le daba de comer a Vark y ahora, que estaba en el autobús de camino a su trabajo, seguía con la misma mueca molesta. Quizás incluso mientras soñaba mantenía ese gesto en el rostro; vaya uno a saberlo.

¿El motivo de su enfado?

Los alumnos de primer curso tenían mañana una excursión al gran acuario, en una ciudad cercana.

Y él no había sido seleccionado como uno de los profesores asistentes. Pero Alastor sí.

Vox era de esas personas que no sabía cómo sobrellevar que las cosas no salieran como él quería, sobre todo si eran cosas que le emocionaban. Se había ofrecido como voluntario desde que se anunció el destino, pero no, le habían dado el lugar a Alastor, y la paranoia de Vox había tomado el control de sus pensamientos.

Estaba seguro de que Alastor lo había hecho a propósito .

Lo había hecho solo para fastidiarlo.

Demonios, él era el único de todo el plantel de profesores emocionado con el viaje; él era el que había mencionado intencionalmente la exposición de tiburones del acuario a sus compañeros. Todos sabían que él quería asistir, y ahora se daba cuenta de que ese "todos" incluía a Alastor. Esta vez sí que no se lo perdonaría.

Estaba en su despacho durante la hora de descanso para comer, enfurruñado frente al monitor de su ordenador portátil, porque programar mientras estaba enfadado lo hacía mucho más productivo, según él.

Sin embargo, su pequeña autoterapia fue interrumpida por el rápido sonido de pisadas en el pasillo: una pequeña multitud de alumnos estaba corriendo hacia el patio principal.

Eso podía significar una sola cosa: algo estaba pasando.

Vox esperaba que no fuera otra paloma...

Tuvo que dejar su portátil, cerrado por supuesto; no era tan estúpido, e ir lo más rápido que pudo hacia el patio principal. Al parecer, fue el primer profesor en llegar. Y qué espectáculo se encontró.

Dos alumnos de la tutoría de Alastor habían llegado a las manos con un grupo de los chicos problemáticos de la suya.

Perfecto, una gran alegoría.

Al parecer, él era el único adulto responsable que había llegado a la escena, lo cual indicaba lo siguiente : Vox estaba jodido.

Nunca había sido muy atlético, Dios le libre, aunque sí hacía flexiones de vez en cuando y no permitía que su cuerpo se pusiera fofo; pensaba que eso era lo que le faltaba. Lo único que tenía a su favor era su altura. Pero estos chicos eran otro mundo: enormes y fornidos, tanto que sus rostros le hacían pensar al pelinegro en las cabezas de los tiburones que tanto quería ver en aquella exposición. Otra ironía más.

Por suerte, su salvación apareció en la forma de aquel profesor de historia, dispuesto a defender a su tutoría. Al menos esta vez no traía una pala consigo...

Alastor había llegado en el momento justo, corriendo hacia el gran corro de alumnos que presenciaban la pelea, coro al que Vox ni siquiera se había acercado, valorando su propia seguridad.

Todo estaría bien: dentro de lo que cabe, Alastor era un hombre civilizado y de buenos modales. Usando la palabra, disolvería la pelea y llevaría a ese grupo de maleantes a la dirección; el señor Morningstar ya podría encargarse del resto.

Bajo la Misma Pizarra (Radiostatic/Staticradio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora