Capítulo 5: Encuentros Inesperados

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La mañana amaneció fresca y clara, con el sol proyectando sus primeros rayos sobre el paisaje londinense. Penélope Featherington se encontraba en el pequeño salón de la casa, sentada junto a una ventana abierta que dejaba entrar la brisa suave de la mañana. A pesar de la calma del exterior, su mente era un torbellino de pensamientos. Recordaba la reciente velada en el baile de los Bridgerton y, más específicamente, aquel inesperado encuentro en el balcón con Anthony Bridgerton.
No era que Anthony la hubiera tratado de manera especial, pero había algo en su mirada, en la forma en que se dirigió a ella, que la había desconcertado. No era una mujer acostumbrada a ser notada por hombres como él, especialmente cuando Anthony parecía tener los ojos puestos en mujeres como Dalila Woodley, una joven que encajaba perfectamente en su mundo. Aún así, el simple hecho de que él le hubiera hablado en aquella noche tan extraña había dejado una impresión en Penélope. Sin importar cuánto tratara de convencerse de que no significaba nada, no podía evitar que sus pensamientos volvieran una y otra vez a esa conversación.
Fabiola, su doncella, entró en la habitación, interrumpiendo el flujo de sus reflexiones.
“Señorita Penélope,” dijo con una sonrisa, inclinándose mientras dejaba una bandeja con té en la mesa. “Hoy parece ser un día perfecto para salir a caminar. ¿Tal vez le gustaría que la acompañara al parque?”
Penélope sonrió a su doncella. Fabiola siempre había sido una presencia calmante en su vida, alguien en quien podía confiar sin reservas. “No es mala idea, Fabiola. Quizás un poco de aire fresco me ayude a despejar la mente.”
Fabiola la observó con curiosidad mientras comenzaba a preparar el té. “Parecía estar muy pensativa esta mañana. ¿Ha sucedido algo que la preocupe, señorita?”
Penélope dudó por un momento. No era común que hablara de sus sentimientos más profundos con nadie, pero Fabiola conocía lo suficiente de su vida como para saber que algo rondaba por su mente.
“Estaba recordando el baile de los Bridgerton,” confesó, sin mirar a Fabiola directamente. “Fue… una noche extraña. Conocí a alguien que no esperaba.”
Fabiola alzó una ceja. “¿Conoció a alguien interesante, señorita?”
Penélope se sonrojó ligeramente. “No sé si ‘interesante’ es la palabra adecuada. Simplemente fue… diferente. Fue Anthony Bridgerton.”
Fabiola hizo una pausa en su labor, mirándola con una sonrisa pícara. “Oh, el vizconde. Eso sí es interesante.”
Penélope negó con la cabeza, rápidamente sintiéndose un poco avergonzada por el rumbo de la conversación. “No fue nada importante, Fabiola. Solo fue una conversación breve. Él es un hombre ocupado, con muchas cosas en mente. No hay razón para pensar que haya significado algo.”

Fabiola, sin embargo, no parecía convencida. “A veces, los encuentros inesperados son los más significativos, señorita. Quizás fue breve, pero eso no significa que no deje una impresión.”
Penélope no pudo evitar soltar una pequeña risa ante la sabiduría de su doncella. “Siempre sabes cómo hacerme ver las cosas desde otra perspectiva. Tal vez tengas razón, pero no puedo dejar que algo tan trivial ocupe mis pensamientos.”
Fabiola asintió, pero con esa expresión que indicaba que no había terminado del todo con el tema. “Entonces, ¿debería ayudarla a prepararse para su paseo, señorita? Podríamos caminar por el parque. Es temprano, y no habrá mucha gente.”
Penélope aceptó la idea de buen grado. Un paseo le haría bien. Minutos más tarde, vestida con un sencillo pero elegante vestido color verde pálido, y con un sombrero que la protegía del sol, salió junto a Fabiola en dirección al parque. El paseo transcurría sin incidentes. El aire fresco y la tranquilidad de la mañana la relajaban, y por un momento pudo dejar de lado sus preocupaciones.
El parque estaba casi vacío, como había predicho Fabiola, con solo unos pocos corredores y paseantes esparcidos aquí y allá. Penélope y su doncella se desviaron hacia uno de los caminos más tranquilos, lejos de la entrada principal, donde el sonido de los pájaros y el crujido suave de la grava bajo sus pies creaban una atmósfera pacífica.
Sin embargo, su tranquilidad no duraría mucho.
A medida que avanzaban por el sendero, una figura familiar apareció en la distancia. Alto, con un porte inconfundible, Anthony Bridgerton se acercaba acompañado de su caballo, al que llevaba de la rienda, claramente disfrutando de su propia caminata matutina. Penélope sintió cómo su corazón se aceleraba sin razón aparente.

“Lord Bridgerton,” susurró, más para sí misma que para Fabiola.
Su doncella, observando la situación, sonrió de inmediato. “Parece que el destino se empeña en que sus caminos se crucen, señorita.”
Penélope suspiró, deseando que la tierra la tragara en ese momento. Sabía que no podía evitarlo; sería grosero no saludar a Anthony, pero la simple idea de hablar con él otra vez la ponía nerviosa.
Antes de que pudiera pensar en una excusa para girar en otra dirección, Anthony levantó la vista y la vio. Su expresión, al principio indiferente, cambió a una de leve sorpresa al reconocerla. Sin dudarlo, caminó hacia ella.
“Señorita Featherington,” la saludó, inclinándose cortésmente mientras soltaba la rienda de su caballo por un momento. “Es una agradable sorpresa encontrarla aquí tan temprano.”
Penélope se esforzó por mantener la compostura y sonrió. “Lord Bridgerton, no esperaba encontrarlo tampoco. Parecía disfrutar de un paseo tranquilo.”
Anthony asintió, acariciando levemente el cuello de su caballo. “Es parte de mi rutina. Siempre disfruto de las mañanas cuando la ciudad aún no está despierta del todo. Es el único momento en que puedo encontrar algo de paz.”
“Lo entiendo,” respondió ella, intentando mantener la conversación ligera. “El parque es especialmente bonito a estas horas.”
Hubo un breve silencio mientras ambos se miraban, sin saber muy bien qué decir. Para Penélope, la situación era extraña. Nunca antes había estado sola con Anthony de esta manera. Siempre lo había visto desde la distancia, y aunque había interactuado con él en numerosas ocasiones, esos encuentros siempre habían sido breves y formales. Esto, sin embargo, se sentía diferente. Había una intimidad involuntaria en estar solos en un parque casi vacío.
Anthony, por su parte, parecía estar considerando algo. Finalmente, rompió el silencio.
“¿Cómo ha estado desde la fiesta? No tuvimos oportunidad de hablar mucho después del baile.”
Penélope se sorprendió de que recordara su encuentro en el balcón, pero intentó no mostrarlo. “He estado bien, gracias por preguntar. La velada fue… memorable, aunque no suelo asistir a eventos tan grandes.”
Anthony la observó con curiosidad. “¿Memorable? Me pregunto si fue por algo específico o simplemente por el hecho de ser un baile de los Bridgerton.”
Penélope se sonrojó ligeramente. “Bueno, es difícil no recordar un evento tan importante. Pero, si soy honesta, fue una noche diferente para mí en más de un sentido.”
Anthony pareció interesado en su respuesta, aunque no insistió. En cambio, cambió de tema. “¿Y qué le trae al parque esta mañana?”
“Fabiola,” dijo Penélope señalando a su doncella, “me sugirió que un paseo me vendría bien. Y creo que tenía razón. El aire fresco es revitalizante.”
Anthony miró a Fabiola, que se mantenía a una distancia respetuosa, y luego volvió su atención a Penélope. “Tiene razón, siempre es bueno despejar la mente. A veces, nuestras responsabilidades pueden ocupar demasiado espacio en nuestros pensamientos.”
Penélope asintió, sintiendo que ambos compartían algo en común, aunque no pudiera explicarlo del todo. “¿Es eso lo que busca en estos paseos, Lord Bridgerton? ¿Despejar su mente?”
Él esbozó una media sonrisa. “Supongo que sí. Aunque no siempre lo consigo.”
Hubo otro silencio, esta vez más cómodo, mientras ambos observaban el paisaje que los rodeaba. La situación se sentía casi surrealista para Penélope. Estaba hablando con Anthony Bridgerton, pero no como lo había hecho antes. No como una amiga de Eloise o una joven invisible en el salón de baile, sino como una persona que él estaba empezando a notar, aunque fuera de manera casual.
Después de un momento, Anthony rompió nuevamente el silencio. “Bueno, no quiero interrumpir su paseo más de lo necesario. Fue un placer verla, señorita Featherington.”
Penélope sonrió, inclinando ligeramente la cabeza. “El placer fue mío, Lord Bridgerton. Que disfrute el resto de su día.”
Anthony tomó las riendas de su caballo y comenzó a alejarse, pero antes de hacerlo, lanzó una última mirada a Penélope.

"Amor y Escándalo: Penelope Featherington y Anthony Bridgerton"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora