Capítulo 11: La boda Anthony Bridgerton.

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Anthony Bridgerton estaba de pie junto al altar, su expresión cuidadosamente compuesta como siempre. Había asistido a incontables bodas a lo largo de los años, observando desde su posición de hermano mayor, de vizconde, el ir y venir de promesas eternas. Nunca había sido un hombre sentimental, y las bodas, por mucho que tuvieran que ver con la familia, rara vez lograban conmoverlo. Aún menos esta, que lo tomaba por sorpresa más que por emoción. Hoy no era diferente, o al menos, eso había pensado hasta que vio a Penelope Featherington al final del pasillo, vestida de blanco.
El murmullo de los invitados fue disminuyendo, la expectación llenando la sala mientras Penelope avanzaba. Anthony no podía apartar los ojos de ella, y no porque estuviera enamorado. En realidad, esa idea era absurda para él. Pero algo en la imagen de Penelope, con su vestido nupcial, hizo que su habitual calma se tambaleara, aunque solo un poco. No era amor lo que sentía, ni siquiera un atisbo de pasión, pero la ternura se filtró en su pecho como una brisa inesperada.
Penelope, la misma joven que había conocido durante años, a menudo pasada por alto por la alta sociedad y, admitía en silencio, por él mismo, parecía otra persona bajo la luz suave de la capilla. Su cabello rojizo, siempre un toque vibrante en cualquier multitud, estaba recogido con una sencillez que le hacía justicia. El vestido de novia, modesto y elegante, parecía hecho a su medida, revelando una belleza que Anthony había subestimado durante mucho tiempo. No, no estaba enamorado de ella, pero la ternura que sentía era innegable. Era como si, de repente, viera a Penelope no solo como la amiga fiel de su hermana, sino como una mujer plena, digna de este momento que la vida le ofrecía.
Recuerdos y Realizaciones
Mientras ella se acercaba, sus pensamientos volaron a los años pasados. Penelope siempre había estado presente en los eventos familiares, una sombra a menudo eclipsada por el brillo de los Bridgerton o los escándalos de la sociedad. Recordó las risas a escondidas entre las chicas, las bromas que compartían, y cómo Penelope siempre mantenía un aire de observación aguda y a la vez reservada. ¿Cuántas veces había hecho comentarios sarcásticos sobre la tontería de las altas esferas? Y sin embargo, la mayoría la había ignorado, incluidos ellos.
Anthony había sido uno de los muchos que nunca se molestaron en mirar más allá de la fachada aparentemente insignificante de Penelope. Era, después de todo, una Featherington, y si algo había aprendido en su tiempo en sociedad, es que el nombre no era particularmente impresionante. Pero hoy, mientras ella avanzaba con un paso lento y deliberado hacia el altar, había una elegancia en su porte que no se podía negar. Era como si el brillo de su nueva situación, el peso de ser la novia en ese día, hubiera iluminado algo dentro de ella.
Cuando finalmente llegó al altar, Anthony se permitió un momento de reflexión. El ambiente solemne, el sonido de los murmullos apagados de los asistentes, el eco lejano de la música... Todo parecía envolver a Penelope en una especie de aura. Él la miraba y pensaba en lo injusta que era la sociedad con las mujeres como ella. Penelope, siempre considerada poco agraciada o demasiado tímida, ahora se alzaba como un testamento de fortaleza silenciosa. Había atravesado los años de desprecio social con la cabeza en alto, y hoy estaba aquí, en el centro de todo, siendo testigo de su propio renacimiento.
El Contraste con Su Propia Historia
Anthony también reflexionó sobre su propio matrimonio. Él mismo se había casado, no hace tanto, por razones prácticas, impulsado más por el deber que por la pasión o el romance. Era un Bridgerton, un hombre que entendía su responsabilidad hacia la familia, y aunque Kate había logrado derribar los muros que él había erigido, Anthony sabía muy bien lo que era casarse sin estar completamente rendido al amor. Observando a Penelope, se preguntó si tal vez ella sentía algo similar. ¿Acaso esto no era más que otro deber para ella, una transacción social para salvarse a sí misma y a su familia?
Y, sin embargo, no podía evitar la punzada de ternura. Había algo en Penelope que lo conmovía, una calidez que, por mucho que quisiera, no podía ignorar. No era amor, no como lo sentía por Kate, pero sí era algo genuino. Una conexión profunda que había crecido con los años, aunque él no lo había notado hasta ahora. Penelope no era una mujer para ser subestimada. A veces, las personas más discretas eran las que tenían la mayor capacidad de sorprender.
El Momento Compartido
Cuando sus ojos se encontraron por un breve instante, Anthony sintió que algo no dicho pasaba entre ellos. No había grandes gestos, solo una ligera inclinación de su cabeza y una pequeña sonrisa que él le devolvió casi sin pensarlo. Era un momento compartido entre dos personas que, aunque no estaban unidas por el amor romántico, sí estaban conectadas por la comprensión y el respeto. Ambos sabían lo que significaba estar en el ojo de la tormenta social, lo que significaba ser juzgado por la apariencia o las expectativas de los demás.
Penelope Featherington, pensó Anthony, era mucho más de lo que él había imaginado. En ese vestido de novia, rodeada de los murmullos y las miradas de la sociedad, ella brillaba. Y aunque no era amor lo que sentía por ella, sentía una admiración sincera, una ternura que lo hacía sonreír con discreción. Sabía que ella estaba dando un paso importante en su vida, y aunque no fuera el paso que él tomaría, era el correcto para ella.
Al final, no todas las bodas eran sobre el amor romántico. Algunas eran sobre algo más: la redención, el crecimiento personal, la superación de las expectativas. Y eso, pensó Anthony mientras observaba a Penelope junto a su futuro esposo, era quizás lo más poderoso de todo.

"Amor y Escándalo: Penelope Featherington y Anthony Bridgerton"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora