Capítulo 8:La Fiesta y el Escándalo de la Temporada

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Anthony Bridgerton se movía con gracia entre la multitud, su expresión relajada y su actitud segura lo hacían destacar entre los hombres que llenaban el salón de la mansión de los Rutledge. Era una de esas fiestas que se había convertido en un acontecimiento imprescindible en la alta sociedad londinense. Las luces de las arañas de cristal centelleaban sobre la pista de baile, reflejando la opulencia de las joyas que adornaban a las damas. Todo parecía transcurrir con la normalidad esperada, pero algo en el aire presagiaba un cambio, una sacudida que aún nadie había percibido.


Anthony estaba en una esquina, compartiendo una conversación intrascendente con Lord Granville cuando vio a Collin Bridgerton, su hermano menor, rodeado por un grupo de hombres cerca de la mesa de bebidas. Sus risas apagadas, demasiado contenidas para ser naturales, atrajeron la atención de Anthony, quien se excusó de su charla y se acercó lo suficiente como para escuchar lo que decían.


Collin estaba sonriendo, pero su postura revelaba que algo lo incomodaba. A su alrededor, hombres de diferentes edades y títulos lanzaban comentarios mordaces y risillas burlonas, dirigidos hacia alguien que Anthony no tardó en descubrir: Penelope Featherington.


-¿Has visto su vestido esta noche? -dijo uno de los hombres con voz maliciosa-. No entiendo cómo alguien con su complexión puede atreverse a llevar algo tan ajustado.


Anthony sintió una punzada de rabia al escuchar esas palabras. Penelope, la joven a quien él había visto crecer, la amiga más cercana de Collin, estaba siendo objeto de una conversación cruel y superficial. Su físico, siempre motivo de murmuraciones, era nuevamente el centro de una conversación despreciable. No podía creer que incluso su propio hermano estuviera ahí, aunque fuera en silencio, sin intervenir.-Y esas mejillas... ¡Parecen rosadas todo el tiempo! -soltó otro hombre, lo que provocó otra ronda de carcajadas.


Anthony no pudo soportarlo más. Dio un paso adelante, listo para intervenir, cuando vio algo que lo detuvo en seco. No muy lejos, semioculta tras una columna, estaba Penelope. Había escuchado cada palabra. Su rostro, usualmente animado y lleno de vida, estaba rígido, congelado en una mezcla de dolor y vergüenza. Sus ojos, que Anthony había visto brillar en otras ocasiones, estaban vidriosos, conteniendo lágrimas que no quería dejar caer en público.


Collin también la vio. Su expresión cambió instantáneamente de divertida a horrorizada cuando comprendió que Penelope había oído todo. Dio un paso hacia ella, pero se quedó inmóvil, sin saber cómo arreglar la situación. El ambiente se volvió tenso, los murmullos se apagaron, y la atmósfera jovial de la fiesta se desmoronó.


Anthony, sin embargo, no dudó. Dejó la copa en una mesa cercana y caminó directamente hacia Penelope. Mientras avanzaba, se cruzó con la mirada culpable de su hermano, pero decidió que esto no era algo que discutiría en público. En ese momento, solo había una prioridad: Penelope.


-Penelope -dijo suavemente cuando estuvo lo suficientemente cerca. Ella lo miró, sus labios temblaban, pero no dijo nada-. Ven conmigo.


Sin esperar una respuesta, Anthony le ofreció el brazo y la guió fuera del salón, lejos de las miradas curiosas y de las lenguas afiladas. Subieron una pequeña escalera que daba al balcón. El aire fresco de la noche los envolvió cuando salieron al exterior, y la luna bañaba todo con su luz plateada, brindándoles un respiro de la tensión dentro de la casa.


Penelope, que había mantenido la compostura hasta entonces, dejó caer una lágrima silenciosa cuando se apoyó en la barandilla.


-No tenías que hacer esto, Anthony -susurró con voz entrecortada-. Estoy acostumbrada a escuchar ese tipo de cosas. No es nada nuevo.


Anthony sintió cómo una mezcla de tristeza y furia se apoderaba de él. Se acercó más a ella, tratando de encontrar las palabras adecuadas.


-No deberías estar acostumbrada a eso, Penelope -respondió con firmeza-. No deberían decir esas cosas sobre ti, y ciertamente no deberías escucharlas. Lo que han dicho esta noche es cruel e injusto, y lamento profundamente que Collin no haya intervenido.


Penelope lo miró a los ojos, sorprendida por la intensidad de sus palabras.


-Él... él no lo dijo. Solo estaba ahí -trató de defender a Collin, aunque su voz no tenía la fuerza suficiente.


-A veces, no decir nada es tan malo como decirlo -murmuró Anthony. Luego, suavizando su tono, agregó-. No quiero que pienses que todos ven lo mismo que esos idiotas. No todos son tan superficiales, Penelope. Eres mucho más que las palabras vacías de esos hombres.


Ella dejó escapar un pequeño sollozo, y Anthony, movido por un impulso protector que no había previsto, la atrajo hacia él en un abrazo. Sintió cómo su cuerpo temblaba ligeramente mientras apoyaba la cabeza en su pecho. En ese instante, el mundo exterior dejó de existir para ambos. No había más fiesta, ni rumores, ni comentarios crueles. Solo estaban ellos dos, envueltos en la calma de la noche.


Pero esa tranquilidad no duró mucho. Un suave sonido, como el crujido de una puerta, los hizo apartarse rápidamente. Anthony se giró justo a tiempo para ver a Lady Danbury, siempre tan perspicaz y observadora, parada en el umbral del balcón con una sonrisa apenas contenida.


-Bueno, bueno... qué escena tan interesante he presenciado -dijo la anciana dama, su voz cargada de implicaciones.


Anthony sintió que su estómago se hundía. Por supuesto, Lady Danbury no tardaría en difundir lo que había visto. Y aunque su intervención no tenía malas intenciones, su reputación como una de las mayores chismosas de la sociedad garantizaba que, para la mañana siguiente, todo Londres estaría hablando del "encuentro" entre Anthony Bridgerton y Penelope Featherington. El escándalo estaba asegurado.


Penelope, consciente de las implicaciones, se apartó de Anthony con rapidez, su rostro pálido.


-No es lo que parece, Lady Danbury -dijo ella, tratando de mantener la calma.


-Oh, querida, no tienes que explicarme nada. Yo solo sé lo que veo... -Lady Danbury hizo una pausa significativa- y lo que veo me agrada. Pero ten cuidado, los demás no serán tan indulgentes.


Con un último guiño, Lady Danbury se retiró, dejándolos solos de nuevo, pero esta vez la serenidad del momento había desaparecido.Anthony se frotó la frente, sabiendo que las palabras de Lady Danbury eran un presagio de lo que vendría. A pesar de su posición y reputación, la mera insinuación de un "compromiso no oficial" en la alta sociedad podría arruinar la vida social de Penelope. Tenía que actuar rápido.


-Penelope, lo siento mucho. Esto no era lo que quería para ti.


-No es tu culpa, Anthony -dijo ella, aunque su voz seguía temblando-. Pero... ¿qué vamos a hacer?


Él la miró, sus ojos reflejando una determinación recién nacida. No iba a permitir que el escándalo destruyera a Penelope.


-Lo arreglaremos. Te prometo que no dejaré que esto te perjudique. Pero primero... tenemos que volver a la fiesta. Lo último que necesitamos es que más personas nos vean aquí.


Penelope asintió, y juntos regresaron al salón, sabiendo que al cruzar esas puertas todo cambiaría. Lo que empezó como una noche de burlas y humillación pronto se transformaría en el escándalo de la temporada, pero Anthony estaba dispuesto a enfrentar lo que viniera para protegerla.


"Amor y Escándalo: Penelope Featherington y Anthony Bridgerton"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora