Capítulo 6: Las Palabras del Escándalo

58 7 0
                                    

Anthony Bridgerton estaba sentado en su estudio, con una taza de té humeante en la mesa frente a él. A través de la ventana, el sol matutino comenzaba a bañar la ciudad de Londres con su luz cálida, pero Anthony no tenía humor para disfrutar del día. Su mente estaba demasiado ocupada, y en su interior una inquietud que no podía ignorar comenzaba a arder.
Habían pasado dos días desde su inesperado encuentro con Penélope Featherington en el parque. No debería haber sido un momento significativo, pero por alguna razón, ese breve intercambio no había abandonado su mente desde entonces. No era como si hubiera sentido algo especial por ella; simplemente, había sido una conversación tranquila, alejada del bullicio de los salones de baile y las estrictas expectativas de la sociedad. Y aun así, había algo en su forma de hablar, en su mirada, que lo había dejado pensando.
Era una distracción, decidió Anthony, una distracción de lo que realmente importaba: Dalila Woodley.
Dalila era la joven que más había captado su atención en las últimas semanas. Tenía una elegancia natural, una belleza clásica, y, lo más importante, era alguien que encajaba a la perfección en el papel que Anthony necesitaba en su vida. Él no estaba buscando amor; eso lo había dejado atrás hace mucho tiempo. Lo que quería era estabilidad, una esposa que supiera manejar la posición que el matrimonio con él traería, una que cumpliera con sus expectativas y no desafiara las convenciones.
Dalila era perfecta para ese papel. Pero algo en su última conversación le había dejado una sensación de que ella no estaba tan interesada como él pensaba. Eso, junto con sus propios pensamientos confusos sobre Penélope, comenzaba a hacer que su habitual seguridad se tambaleara.
Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos.
“Adelante,” dijo Anthony, sin apartar la vista de la ventana.
Su hermano Benedict entró, con una sonrisa en el rostro y un periódico en la mano. “No querrás perderte esto,” dijo, levantando el ejemplar de Whistledown en el aire.
Anthony suspiró. No tenía paciencia para los chismes de la sociedad esa mañana, y mucho menos para los de Lady Whistledown, cuya pluma afilada siempre encontraba la manera de involucrarlo en algún escándalo o especulación.
“No estoy de humor para esas tonterías hoy, Benedict.”
Benedict, ignorando por completo su comentario, se dejó caer en la silla frente a él, desplegando el periódico con una sonrisa burlona. “Créeme, hermano. Querrás leer esto.”
Anthony extendió la mano con resignación, tomando el periódico que su hermano le ofrecía. Mientras desdoblaba el papel, el nombre de Lady Whistledown le saludaba desde la parte superior de la columna, como siempre, con ese tono altivo y misterioso que había llegado a detestar. Sin embargo, cuando comenzó a leer, sintió cómo una creciente irritación comenzaba a formarse en su interior.
El Vizconde en el Punto de Mira
Por Lady Whistledown
Queridos lectores, el vizconde Anthony Bridgerton, tan famoso por su porte impecable y su aguda inteligencia, parece estar enredado en algo más que los asuntos familiares últimamente. A pesar de los numerosos rumores que lo vinculan con la bella y siempre encantadora Lady Dalila Woodley (una combinación que, admitamos, sería un golpe maestro para ambas familias), parece que nuestro querido vizconde podría estar desviando su atención hacia un terreno más inesperado.
Sí, me refiero a una joven a la que muchos de ustedes conocen, pero a la que pocos le han prestado atención en los últimos tiempos: la dulce Penélope Featherington. Quienes asistieron al reciente baile de los Bridgerton habrán notado el sutil pero innegable cambio en la actitud de Lord Bridgerton hacia la joven Featherington. No solo la sacó a bailar, sino que luego se les vio compartiendo una conversación en el balcón que, aunque aparentemente inocente, ha dado mucho de qué hablar.
¿Qué habrá visto el vizconde en esta joven que, hasta ahora, había sido una figura discreta en los eventos de la alta sociedad? ¿Es esto un simple capricho pasajero o podría haber más bajo la superficie? Solo el tiempo lo dirá, queridos lectores, pero este cronista no puede evitar preguntarse si la mismísima familia Bridgerton está a punto de ser sorprendida por una inesperada elección de su patriarca.
Mientras tanto, Lady Dalila parece mantener una distancia calculada. ¿Será acaso que la joven Woodley ha captado el cambio de aires y ha decidido retirarse estratégicamente de la competencia? Si es así, seamos claros: Lord Bridgerton tendrá que decidir pronto dónde reside su verdadero interés, antes de que las puertas de la oportunidad se cierren de golpe.
Manténganse atentos, queridos lectores. Este es un juego que apenas comienza.
Su siempre observadora,
Lady Whistledown.
Anthony dejó caer el periódico sobre la mesa, su rostro endurecido por la furia contenida. ¿Cómo se atrevía Lady Whistledown a especular sobre él y Penélope Featherington de esa manera? No solo era una exageración, era una completa distorsión de la realidad. Su encuentro con Penélope en el parque había sido casual, y la conversación en el baile no había significado nada. Absolutamente nada.
Pero ahora, gracias a esa maldita pluma afilada, toda la sociedad estaría murmurando sobre ellos. Y lo peor de todo es que esto podía afectar sus intentos de cortejar a Dalila. No podía permitir que la gente empezara a pensar que estaba interesado en otra mujer, mucho menos en Penélope, cuando su atención estaba claramente dirigida hacia alguien más.
“Es ridículo,” gruñó, levantándose de su silla de golpe y comenzando a caminar por la habitación.
Benedict, que había estado observando con curiosidad la reacción de su hermano, levantó las manos en señal de paz. “Relájate, Anthony. Es solo Whistledown. Nadie se toma en serio todo lo que escribe.”
“Eso es lo que piensas,” replicó Anthony, con la voz cargada de irritación. “Pero la realidad es que la gente sí lo toma en serio. Y ahora se supone que tengo que lidiar con estos rumores infundados cuando tengo otros asuntos más importantes de los que ocuparme.”
Benedict sonrió de lado. “Asuntos como Lady Woodley, supongo.”
Anthony lo miró fijamente, como si quisiera fulminarlo con la mirada. “Dalila no tiene nada que ver con esto.”
“¿Ah, no? Me parece que tienes más de una razón para preocuparte por lo que la sociedad piensa en este momento.”
Anthony se detuvo, enfrentando a su hermano. “Lo que me preocupa es que esto pueda arruinar mi reputación, no solo ante Dalila, sino ante cualquier mujer que yo considere como posible esposa. No voy a permitir que un chisme sin fundamento destruya mis planes.”
Benedict se encogió de hombros, siempre el más relajado de los hermanos. “No puedes controlar lo que la gente dice, Anthony. Si realmente te interesa Dalila, tendrás que hablar con ella directamente. Quizás ya haya leído el artículo, y lo mejor sería aclarar las cosas antes de que se formen ideas equivocadas.”
Anthony apretó la mandíbula. Benedict tenía razón, como de costumbre, pero eso no hacía que la situación fuera menos irritante. Necesitaba encontrar una manera de poner fin a los rumores antes de que se esparcieran aún más. Si Dalila llegaba a creer que había algo entre él y Penélope, podía decidir apartarse de él definitivamente, y eso era lo último que quería.
“Hablaré con ella,” dijo finalmente, con determinación. “Pero también voy a encontrar la manera de detener estos chismes.”
Benedict sonrió con satisfacción, como si hubiera ganado alguna pequeña victoria. “Buena suerte con eso, hermano. Porque si algo sabemos de Lady Whistledown, es que no se la puede silenciar fácilmente.”
Anthony ignoró el comentario de su hermano y volvió a sentarse, su mente trabajando rápidamente. Tenía que actuar con rapidez y precisión. Dalila no debía pensar, ni por un segundo, que estaba interesado en otra persona. Y aunque no había sentido nada romántico por Penélope en ese encuentro, tenía que admitir que su trato con ella debía ser aún más cuidadoso a partir de ahora. Cualquier gesto malinterpretado podría darle más munición a los rumores.
Pero primero, tendría que enfrentarse a Dalila.

"Amor y Escándalo: Penelope Featherington y Anthony Bridgerton"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora